Norah Jones publica un álbum corto, marcado por su voz y por un ánimo de exploración. Es un registro de búsquedas que agradece poder llevar a cabo. | Foto: foto: getty images

MÚSICA

‘Begin Again’: siete canciones experimentales de Norah Jones

Próxima a presentarse en Colombia, la cantante y pianista lanza uno de los discos más enigmáticos de su carrera. Juan Carlos Garay lo reseña para SEMANA.

Juan carlos Garay
23 de noviembre de 2019

El nuevo álbum de la cantante Norah Jones es corto: apenas dura 29 minutos. Y aunque la brevedad puede ser en muchos casos una virtud (“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho”, decía Séneca), la mayoría de las quejas de sus fanáticos tienen que ver con ese asunto. Pero es la consecuencia de un sistema nuevo de creación y publicación en el mundo de la música. Ya no interesan los álbumes, sino las canciones sueltas. Entre 2018 y 2019 Jones fue haciendo eso: composiciones aisladas que ahora reúne bajo el título elocuente de Begin Again (Empezar de nuevo).

Como resultado, este conjunto de siete canciones es diverso, por decir lo menos. Jones las grabó a lo largo de estos dos años en tres estudios de Nueva York y uno de Chicago, lo cual conlleva una disimilitud en el sonido. De hecho, en los créditos alcanzamos a contar cuatro ingenieros y tres productores diferentes. El disco puede ser corto, pero de aburrido no tiene nada.

La carrera de Norah Jones estalló en 2002 con un primer álbum deslumbrante: había conformado un repertorio de jazz en el cual se colaban tintes de música country, algo que no sucedía con tanto acierto desde los tiempos en que Ray Charles publicó su famoso Modern Sounds in Country and Western (1962). Por eso, una cima temprana de su carrera llegó al grabar la canción Here We Go Again a dúo con Ray Charles.

Luego vinieron álbumes arriesgados, un tanto más agresivos en su propuesta sonora. Pero ese camino de búsqueda pareció más bien una curva que se cerraba sobre sí misma y que, en 2016, la llevó de regreso a sus raíces, al viejo lenguaje del jazz, en un disco llamado Day Breaks. Allí se dio el lujo, por ejemplo, de susurrar –más que cantar– una composición de Duke Ellington y de tocar solos de piano considerablemente extensos.

Y justo cuando creímos que su retorno al jazz era definitivo, aparece Begin Again, con sus canciones heterodoxas y un tanto difíciles de descifrar. Lo único que hay en común entre esas siete piezas es la voz de Norah Jones: esa “voz dulce como la miel”, como la llamó el crítico inglés Neil McCormick, es a la vez su fortaleza y su debilidad. Esa voz y esas palabras enigmáticas se mezclan con efectos electrónicos en My Heart is Full, produciendo una especie de himno del desconsuelo futurista. Luego se le escucha relajada y ensoñadora en el arreglo para tres guitarras de A Song With No Name. Y, en la canción final, en una euforia contenida, se despide repitiendo 17 veces “estoy en llamas”.

Norah Jones está experimentando con la composición, la instrumentación y la producción. Sus composiciones van creciendo y se van desarrollando sin prisa, como la trama de El sabor de la noche, la película más conocida de su corta carrera de actriz. El disco no es un registro de hallazgos sino de búsquedas, y algunos de sus seguidores han expresado desencanto frente a la corta duración o la ausencia de un estribillo pegajoso.

Pero esas búsquedas son muchas veces esenciales. Hace un par de años, en una entrevista, Norah agradecía por tener un sello disquero que le permitía hacer algunas locuras, y cerraba con esta reflexión: “En la música, uno puede empezar a aburrirse si no está retándose a sí mismo o intentando hacer cosas nuevas. Es importante tocar con muchos y diferentes músicos para mantenerse en forma. A mí me enorgullece que estas cosas todavía me inspiren”.