Isabela Cantos comenzó a grabar sus reseñas y a subirlas a You Tube hace casi dos años para poder expresar el gusto que sentía por la literatura fantástica.

TENDENCIA

El fenómeno ‘booktuber’

Reseñar libros frente a una cámara se está convirtiendo en una nueva forma de cautivar a los jóvenes lectores en Colombia. ¿Cómo y quién lo hace?

26 de marzo de 2016

En las ferias del libro de América Latina, los autores de videoreseñas se están robando la atención del público. Filas casi interminables de adolescentes en su busca ilustran el éxito de un fenómeno que comienza a expandirse en la región: los ‘booktubers’, menores de 25 años que cautivan a su generación con sus recomendaciones en línea sobre libros.

Esta nueva propuesta –una comunidad de usuarios que comparten sus preferencias de lectura– despierta no solo interés en las redes sociales. Sus representantes también han seducido a las editoriales que los buscan por la alta influencia y el impacto de sus videos.

Aunque no se tiene una fecha exacta de cuándo nació esta comunidad, en los países de habla hispana se dice que surgió en 2012 y que la iniciaron jóvenes españoles y mexicanos. Pero aproximadamente en 2013 comenzaron a llamar la atención a través de las redes sociales.

Solo en Colombia, más de 100 jóvenes forman parte de esta corriente. Sin embargo, no todos son constantes. Los que realmente mueven masivamente a la gente son seis. La más influyente es Juliana Zapata, de Medellín, que tiene más de 55.000 suscriptores en YouTube y este año está invitada a la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) para hablar con varios escritores sobre literatura juvenil. A ella le siguen Valentina Quiceno, de Medellín, con 17.233 suscriptores; Isabela Cantos, de Bogotá, con 15.994 seguidores; Wulfran Navarro, de Barranquilla, con 6.462 suscriptores; Diana Santamaría, de Bogotá, con 4.526 suscriptores, y William Francisco, dePutumayo, con 3.948 suscriptores.

En menos de dos años se han ganado la credibilidad de un público, la mayoría adolescente, que busca conectarse con otras personas para conocer sus intereses e intercambiar información. Es posible verlos como “una evolución de los clubes de lectura o los blogueros literarios”, sostiene la escritora Laura Bell en un artículo para el portal The Huffington Post UK. O, como dice el periodista colombiano Mario Jursich, son una nueva encarnación de los viejos reseñistas de libros: “Cumplen una función informativa similar, aunque no creo que les interese la crítica literaria propiamente dicha. Tal vez eso aparezca más adelante”.

‘Booktubers’ como Isabela Cantos, quien en julio de 2014 comenzó a subir sus videos literarios a la red, ven esta labor como un hobby que nació por una necesidad personal de discutir con otros sus novelas preferidas. Ella cuenta que desde muy pequeña le encanta leer y que, como no tenía con quién compartir sus gustos sobre literatura juvenil, fantasiosa y épica, se interesó en estos canales cuando descubrió que en otros países personas de su edad los usaban para hablar de libros. Tras una temporada en España conoció a varios de estos jóvenes, que le dieron una mano y la animaron a crear su propio espacio en la red.

“Una semana después –dice– me compré mi primera cámara y comencé”. Por lo general, dedica todos los sábados a alimentar el canal que tituló Crónicas de una Merodeadora, inspirada en las historias de Harry Potter. Sus videos mezclan reseñas, retos literarios (challenges), resúmenes y opiniones de las lecturas de un mes (wrap up), presentaciones de libros y expectativas sobre los títulos que le llegaron durante el mes (book hauls). Además, ofrece juegos de preguntas y respuestas temáticas (book tags), hace recomendaciones para leer en inglés, da consejos sobre ‘booktube’, presenta especiales temáticos (Halloween y Navidad) y hace escalafones de sus libros favoritos, entre otros.

Este año, por ejemplo, esta estudiante de periodismo, que cada mes lee entre 12 y 15 títulos, participará en la Filbo (si no hay cambios), en un conversatorio con Benjamin Alire Sáenz, uno de los autores más reconocidos de literatura juvenil del momento.

Para Cantos es vital alimentar constantemente su relación con “los merodeadores”, como llama a sus seguidores. Y es que esa interacción entre creador de contenidos y espectador es, quizás, lo que les da popularidad. “Esa comunicación y el ‘feedback’ que reciben permite formar lazos de amistad y acrecenta la credibilidad del ‘booktuber’”, dice el brasileño Andressa Machado, de la Universidad Federal do Rio Gran do Sol, autor del artículo ‘Comunidad ‘booktube’ como alternativa de incentivo a la lectura’.

Su impacto tiene que ver no solo con el auge de las comunidades virtuales, que cada vez más se especializan en contenidos para públicos jóvenes, sino también con el lenguaje informal y veloz con que se expresan. Porque además del tiempo que estos jóvenes le dedican a la lectura, también tienen que concentrarse en producir sus videos de principio a fin: dominan la comunicación audiovisual y las herramientas multimedia.

Según Isabela Cantos, leer libros es una actividad solitaria. Pero al compartirlos con otros internautas se vuelve algo comunitario. Su relación con las editoriales es estrecha, pues estas le envían mensualmente varios títulos enmarcados en el género de literatura juvenil.

En su caso, los equipos de comunicaciones y redes de diferentes sellos empezaron a contactarla cuando tenía alrededor de 1.000 suscriptores y llevaba unos cinco o seis meses con el canal. Le propusieron enviarle cada cuatro semanas algunas de las novedades que se ajustaran a sus gustos literarios para que las leyera y reseñara en sus redes sociales. Ella aceptó y, desde ese momento, colabora con Penguin Random House, Planeta, Urano, Edebé, Océano y Ediciones B.

No solo la persiguen las editoriales. En ocasiones, escritores, tanto nacionales como internacionales, la buscan para enviarle sus trabajos. “Hay meses –dice Cantos– en los que puedo recibir hasta 15 o 16 libros, además de los que compro por mi cuenta. Así las editoriales entienden que no puedo leer todo en un mes y que las reseñas pueden tardar un tiempo. Además, que no pueden comprar mis opiniones”.

Si bien sus autores no ven los canales literarios como una fuente de ingreso, existe la posibilidad de que hagan convenios con

YouTube según el número de suscriptores y visualizaciones.

Luis Fernando Afanador, crítico literario de SEMANA, define así este fenómeno: “Aportan más al mercadeo del libro que a la lectura, a la crítica y a la interpretación. Los veo como el rostro del mercado y, bueno, siempre es mejor ver rostros”.

Los ‘booktubers‘ colombianos