Fotografía y territorio
‘Riografías del Baudó’, una exposición fotográfica sobre la sanación en el Chocó que alerta sobre el abandono que vive
Impulsada por Médicos Sin Fronteras, esta muestra sensible abre la puerta a voces con mucho por decir sobre el confinamiento armado que viven las comunidades y a miradas que proyectan sanar el territorio. Se vio en ARTBO y llegará al Centro Cultural García Márquez y al Fotomuseo.
“¡Nosotros acá vivimos de las hierbas! Casi nunca compramos una pastilla. Curar con plantas es una tradición. Los viejos le van enseñando a los jóvenes y ellos a sus familias. Sabemos qué hierba sirve para qué”, comparte María Concepción Moreno, sanadora de Chachajo, sobre su tierra y costumbres. Luego habla de sus condiciones, sus desplazamientos y sus traumas: “Aquí a uno le faltan muchas cosas. Uno aquí no tiene acueducto. La energía está mala. El centro de salud está vacío... nada de inyección, de esas cosas. Hemos vivido muy duro en esta comunidad. Una vez nos tiraron a todos a la cancha… los peladitos y todos, ni uno podía quedarse en la casa, todos teníamos que estar allá… Luego la comunidad quedó sola. Todos nos desplazamos”.
Este mes, Médicos Sin Fronteras (MSF) presenta la exposición Riografías del Baudó, un proyecto fotográfico construido y desarrollado en territorios indígenas y afro en Alto Baudó, subregión del departamento de Chocó afectada por el conflicto armado (como lo describen los testimonios de esta nota). La organización humanitaria ha trabajado casi por tres años en la región, donde ha vivido de cerca con estas comunidades y sus sanadoras.
La muestra se vio en el reciente ARTBO y se desplegará muy pronto en el Centro Cultural García Márquez (entre el 16 y el 21 de octubre) y como parte del Fotomuseo.
La exposición fotográfica nació de un trabajo conjunto entre Fernanda Pineda, fotógrafa, documentalista y directora de Páramo Films, y Yazury Dumaza, Angélica Rojo, Malory Mogollón y Leslie Valencia, mediadoras interculturales de MSF en la región. Pineda y las mediadoras retrataron las comunidades de Chachajo, Mojaudó y Puesto Indio de Alto Baudó y generaron un espacio de sanación a través de la fotografía con curanderas y parteras, aplicando suturas con plantas medicinales y reconstruyendo con flores lo que la violencia ha quebrado.
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Porque eso ha hecho la violencia. Un líder afrodescendiente que pide anonimato deja constancia en este testimonio de una situación que ofrece muerte, abandono estatal, desesperanza): “Aquí han tenido presencia los dos grupos y cada uno pregunta por el otro. Nosotros les hemos dicho que lo único que queremos es que no nos metan a nosotros en compromisos. La noche anterior a lo de la escuela nosotros dijimos: nosotros nos vamos a ir, pero ellos no dejaban salir a nadie, entonces ya nosotros nos quedamos. Tipo 2 de la mañana se prendió la balacera y ya nosotros estábamos acostados. Esa bala zumbaba por el techo y por la cocina. Uno oía esa plomacera, una cosa muy terrible. A esta hora de la mañana, para dónde va a correr uno, nosotros qué hacíamos. Cuando oíamos eso, al suelo nos tiramos, pero ¿qué se va a amparar uno en un suelo?”.
Desde abril de 2022, MSF ha sido testigo de las consecuencias humanitarias del conflicto armado en Alto Baudó, lugar en el que ha implementado un modelo de salud comunitaria que ha permitido acercar la atención en salud a las comunidades más apartadas de los cascos urbanos. En el departamento de Chocó, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en 2023 más de 40.000 habitantes se vieron obligados a confinarse. Desde minas antipersonales hasta enfrentamientos cerca de las comunidades han afectado la movilidad de miles de familias que hoy ya no habitan la selva de la misma manera y que cada día enfrentan grandes barreras para alcanzar la atención sanitaria.
“Como mediadora intercultural y mujer indígena me siento orgullosa de que las comunidades podamos enseñar a través de la fotografía que tenemos esta fortaleza de la medicina tradicional pese a las afectaciones por el conflicto armado”, asegura Yazury Dumaza, cuyas imágenes se pueden ver en esta nota. Para Fernanda Pineda, a eso invita esta exposición: “Es una forma simbólica y emotiva de construcción de arte en conjunto con las mujeres sanadoras del Baudó para sensibilizar al público colombiano para que vean estos territorios y los reconozcan desde la dureza y la dificultad, pero también desde la riqueza ancestral”.
La exposición surge como una herramienta de testimonio frente a las crisis de la que MSF es testigo. Eso explica Nancy Guerrero Castillo, directora de MSF en América del Sur: “Este proyecto artístico da cuenta de un esfuerzo conjunto entre la comunidad, nuestra organización médico-humanitaria y fotógrafas destacadas como Fernanda Pineda por dar visibilidad a un flagelo humanitario que no ha tenido el interés suficiente. Con esta co-creación fotográfica esperamos llamar la atención de la audiencia y, a su vez, dar a conocer esas herramientas de sanación de mujeres embera y afro. Estaremos presentes en ARTBO y posteriormente en vía pública con el Fotomuseo de Bogotá para dar a conocer esta exposición, la cual merece toda la atención”.
Los desafíos en salud en Alto Baudó
De acuerdo con la doctora Altair Saavedra, coordinadora médica de MSF en Colombia y Panamá, durante el período de operaciones en la región del Chocó, “la organización ha sido testigo del profundo impacto que el conflicto armado ha tenido sobre el bienestar de las comunidades locales”.
María Leticia, de Puesto Indio, cuenta: “La experiencia de vivir un enfrentamiento armado... los niños corrían, se caían, las mamás se devolvieron a recoger a los niños. Eso para mi es la enfermedad del territorio, afecta nuestro cuerpo, porque nos toca irnos, salir de las casas, desplazarnos. La casa en donde vivo todavía tiene huecos en las esterillas por las balas. En mis manos han nacido más de 34 niños; me enseñó mi mamá que era la gran maestra, era Jaibaná. Este año he atendido tres partos. La partería es salud. Tener el estómago lleno es salud”.
En respuesta a esta crisis humanitaria tan cercana y a la vez tan ignorada, MSF ha implementado un programa en el que ha capacitado a 48 agentes y promotores/as comunitarios de salud, una iniciativa que mejora el acceso a servicios sanitarios básicos en las comunidades más remotas del Alto Baudó. Los agentes comunitarios han realizado aproximadamente 10.000 consultas médicas básicas y han organizado 5.233 sesiones educativas sobre salud preventiva, benefic
iando a 47.384 personas.
También se ha facilitado la atención médica para más de 2.000 pacientes provenientes de zonas aisladas, garantizando su traslado a centros de salud adecuados. “Es importante destacar que 1.303 de estos casos requirieron remisiones de carácter urgente”, enfatiza la doctora Saavedra, quien advierte que las dificultades logísticas son también un enorme reto: “El acceso a servicios de salud puede implicar un viaje en embarcación de hasta 13 horas de duración”, y eso cuando puede costearlo. Remando con fuerza, atendiendo necesidades muy críticas, el modelo de atención implementado por MSF ha llevado servicios de salud básicos a 133 comunidades del Alto Baudó que carecían de acceso a atención médica fundamental.
La organización médico-humanitaria internacional, que suma 50 años de trayectoria y 39 de presencia en Colombia, asiste en situaciones de crisis sin discriminación por pertenencia étnica, de género, religión o ideología política, y eso demuestra con esta labor. Sigue los principios de independencia, neutralidad, imparcialidad y humanidad, y demuestra, esta vez en alianza con el arte, la relevancia de su trabajo en un territorio que no debería estar librado a su suerte.