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Rodrigo García habla de ‘Raymond & Ray’, un relato sobre la influencia de los padres (fallecidos) en sus hijos
En la película que estrena en appleTV+, el director y guionista colombiano reúne por primera vez a Ethan Hawke y Ewan McGregor en una reflexión sobre la paternidad, la fraternidad y el influjo de los padres en los hijos, con el que viven hasta después de haberlos despedido. SEMANA charló con él.
“Nada en esta película se basa en la realidad, pero sí habla de esos fantasmas de tus padres, buenos, malos, feos o hermosos... Algo de lo que no puedes escapar por más de que crezcas. Siempre serás un niño incluso siendo un padre o una madre. Son influencias inevitables, sin importar cómo se les mire”, dice Rodrigo García sobre cuánto se basó en la vida real para escribir y dirigir Raymond & Ray, la película que acaba de estrenar en Colombia y el mundo.
Si alguien puede imaginar historias interesantes sobre cómo los padres impactan la vida de sus hijos incluso después de la muerte, ese es Rodrigo García. Pero no porque Gabo, su progenitor, haya sido archifamoso y su obra literaria lo haga parecer inmortal (esta semana se cumplieron 40 años de recibir el Premio Nobel de Literatura). La razón es más simple y amplia: el director y guionista ha hecho de la relación entre padres e hijos, hermanos y hermanas, de las relaciones interpersonales desde la cercanía y la distancia (de una pelea, un divorcio, una muerte) uno de sus temas recurrentes, pues no lo separa del resto de la humanidad, lo acerca.
No es menos importante el cómo lo hace. En esta película, García despliega toda su capacidad única de explorar temas universales con un tono humano y observador (sea heredado, cultivado o aprendido). Su sello es notable en plantear situaciones dramáticas y desarrollar las consecuencias desde un prisma de irreverente franqueza humana, humor y, por qué no, esperanza (no siempre).Raymond & Ray tuvo su premiere hace semanas en el Festival de Cine de Toronto en una pantalla gigantesca (se escribió y filmó como séptimo arte), y en Colombia ya puede verse a través del servicio de streaming Apple TV+.
En esta, García narra el viaje de un par de medios hermanos que no se hablan hace años y se reencuentran cuando su padre muere. El viejo sabía bien que sus hijos, a los que les dio el mismo nombre en un acto de cinismo, no lo apreciaban ni un poquito, y sabía por qué. Pero aun así les dejó un pedido final relacionado con su entierro. Y de ahí parte esta historia, que García completó cuando Gabo ya se había despedido y su madre, Mercedes Barcha, aún vivía. “La escribí originalmente como un cortometraje sobre un trompetista cavando la tumba de su padre. Luego pensé en que escribir a dos medios hermanos le daría a la historia una profundidad desde las perspectivas distintas y la relación entre ambos hombres”, contó desde Toronto.
Acompañados, para bien, para mal y para los muchos matices en el medio, estos medios hermanos en sus cuarentas tratan de honrar el capricho funerario del difunto. Son casi diametralmente opuestos, lo cual da para un contrapunteo interesante: Ray (Ethan Hawke) es un músico retirado, exconsumidor de heroína, atractivo y coqueto por naturaleza; Raymond (Ewan McGregor) es retraído con las mujeres, menos lanzado, frustrado. Ambos, algo amargados, están unidos desde un trauma paterno y una sensación de llevar vidas truncadas, y también desde la fragmentada pero curiosa fraternidad que en vida (y en odio hacia el viejo) han construido. Y desde esta, se joden, se provocan, se ríen, se cantan las verdades e hipocresías y se tiran la mierda guardada en los baúles.
Raymond impulsa el hecho de ir a sepultar al viejo, quizás a manera de exorcizar esa influencia nociva en su vida y seguir adelante sin cargar ese peso. Ray se une a regañadientes, por acompañarlo, pero motivado en el fondo por lo mismo. Este viaje, que parece ser uno de cerrar ciclos, les depara una que otra sorpresa. Cuando SEMANA le pregunta de dónde nacen estas historias, responde: “Es difícil definirlo, todas vienen de ese lugar aterrador en la cabeza”. Y de ese lugar seguirán brotando relatos sobre los influjos de paternidades, fraternidades, lazos de sangre. En este cree haber navegado “esa incredulidad y esa locura de la muerte, cuando los rituales de la muerte se chocan con emociones humanas complicadas”.
García suele abordar protagonistas mujeres, pero aquí pone en el centro a hombres a los que se les puede tachar de sensibles. La palabra no lo convence: “Todos somos sensibles. Las mujeres lo expresan más naturalmente, los hombres lo reprimen un poco más, y ese es uno de los viajes de la película: dos hombres creen que han superado un tema y ante la oportunidad de sepultarlo, literalmente, se dan cuenta de que no es así. Los sentimientos son crudos y, en vez de adormecer sentimientos, la situación los despierta”. Las emociones conflictivas son, por eso, tan prevalecientes en esta producción; son su corazón, su razón de ser y su mayor magnetismo y catarsis.
En la película se siente una figura paterna que marca toda la escena, pero no aparece. Y se hace inevitable preguntar cómo influye en su vida y en su obra la figura de Gabo. García asegura: “Su influencia en mi vida es como la influencia de sus parientes en las suyas, si bien admito que fue una persona muy famosa. Pero esa influencia es tremenda incluso si su padre es un abogado, un taxista, un jardinero o atiende un bar. Y yo la sentí también cuando mis hijas eran pequeñas, y me daba algo de miedo percibir el peso de mi opinión y de mi presencia en ellas”. En lo que respecta al tema de los medios hermanos, si bien García no ratificó que la existencia de su media hermana, Indira (de la que la opinión pública se enteró hace meses), ejerció alguna fuerza subrepticia en esta creación, sería inocente rechazarlo.
Sembrando camino
Desde las ramas independientes de Hollywood, que le permiten aún abordar sus temas lejanos del circo de los superhéroes, el bogotano ha forjado una carrera como director, guionista y productor. A sus ahora siete largometrajes se suma el haber dirigido episodios de series que cimentaron la era dorada de la televisión, como Six Feet Under y The Sopranos. Y en lo que a streaming corresponde, en estos días está involucrado en las adaptaciones a la pantalla chica del trabajo de su padre. Produjo la excelente miniserie Noticia de un secuestro y es productor ejecutivo de la muy anticipada versión de Cien años de soledad que lanzará Netflix en un futuro.
Clave en la hechura de esta y de sus demás producciones es que García ha cultivado sólidas relaciones humanas a lo largo de sus proyectos, pues deja muy gratas impresiones. Entre varios actores y actrices de peso, con la gran Glenn Close ha trabajado en varias ocasiones, así como con Ewan McGregor, un talento generacional con quien había filmado Last Days in the Desert (2015) y quien no dudó en aceptar el rol de Raymond luego de leer el guion.
A Hawke lo conoció hace décadas, cuando operaba la cámara en Great Expectations (1998), película que dirigió Alfonso Cuarón antes de su gran Y tu mamá también y de ganar dos veces el premio Óscar (y producir esta película de García). Pero Hawke y García realmente pasaron tiempo juntos como parte del jurado del Festival de Sundance. Ahí el actor supo que quería trabajar con García, y aceptó luego de leer el guion y saber que McGregor sería su medio hermano: al fin trabajaría junto con el escocés tras liderar carreras admirables con una sensibilidad y búsqueda artística paralelas.
Sobre el trabajo con estas figuras generacionales, cuya entrevista con SEMANA puede leer en semana.com/cultura, García asegura: “La química entre los dos fue muy buena y eso requiere un poco de suerte. Y mucho del humor que hay en la película viene de sus pequeñas actitudes hacia el otro. Fuimos afortunados de que así salieran las cosas”. La fortuna a veces se encuentra, a veces se cultiva. En el caso de García y de su película, más parece que es el segundo caso.