Cultura
Salmo 42: ¿cómo orar para pedirle a Dios por los momentos tristes?
Con la lectura de este poderoso salmo se podrá encontrar el consuelo y la esperanza en la presencia de Dios.
Hoy en día, muchas personas viven situaciones difíciles que los hacen enfrentarse a sus propios miedos y esto desencadena momentos de tristeza y frustración. Para superarlos, es fundamental aceptar la situación y reflexionar sobre lo que la vida está queriendo poner en el camino de cada persona y tomar lo mejor de eso.
Ante los momentos de tristeza, los feligreses suelen acudir a los poderosos salmos, que son un compendio de la Biblia que está llena de poesía que abarcan la historia, profecía, doctrina y oración, según el portal especializado ‘Aci Prensa’. Específicamente, el salmo 42, es un pasaje bíblico que representa una narrativa cargada de emotividad, donde quien predica anhela fervientemente la presencia de Dios.
De acuerdo con el portal en mención, dicho salmo refleja la voz de un individuo sediento de la presencia de Dios que pregunta cuándo podrá comparecer ante su presencia. Por medio de estas sabias palabras, los creyentes son invitados a encontrar consuelo y esperanza en la presencia de Dios.
A continuación se da a conocer el salmo 42, el cual se encuentra en la versión de la Biblia Reina Valera 1960.
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Salmo 42
Mi alma tiene sed de Dios al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.
1. Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
4. Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5. ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
6. Dios mío, mi alma está abatida en mí; me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermanitas, desde el monte de Mizar.
7. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8. Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.
9. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
10. Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
11. ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.