SE DESMORONA UN TABU

Relaciones entre hermanos, el tema de la ultima película de Carlos Mayolo

21 de noviembre de 1983

"Carne de tu carne", película colombiana dirigida por Carlos Mayolo, está próxima a estrenarse. El teatro Avenida Chile 2, que según sus propietarios está reservado para lo "inteligente del cine", iniciará la explotación comercial de esta cinta durante la segunda semana de noviembre y de ahí pasará al teatro Jorge Eliecer Gaitán donde permanecerá en cartelera durante la temporada de vacaciones de fin de año. Muchas son las espectativas que se han tejido alrededor de su estreno debido a que Mayolo es considerado en el medio cinema tográfico colombiano, como uno de los más talentosos directores.
"Carne de tu carne" narra la historia de una pareja de hermanos, que durante su adolescencia se enamoran el uno del otro. La relación incestuosa los arrastra en un remolino de horror y alucinaciones hasta la tumba, para finalmente resucitar tomados de la mano.
Esta historia fantástica, llena de recuerdos de infancia, tiene dos partes claramente delimitadas La primera, pertenece al mundo de lo real. Es Cali durante el año 1957. Varios camiones militares, cargados de dinamita y estacionados en un lugar céntrico de la ciudad, explotan durante la noche y arrasan con centenares de viviendas. Es una tragedia de incalculables proporciones. El general Rojas Pinilla está en el poder, la aristocracia valluna afianza su autoridad en el campo, los "pájaros" se mueven libremente en las haciendas y los campesinos viven atemorizados. A todos, la tragedia les cae por sorpresa, y entre otras cosas, sirve como catalizador para hacer evidente las debilidades de la alta sociedad de provincia, que huyendo de la catástrofe, buscan refugio en sus haciendas. Allí se sienten a salvo, sin embargo el terror que se vive en el campo, aunque menos espectacular y evidente que el de la explosión de los camiones,termina por atraparlos. Aquí comienza la segunda parte de la película, de características irreales, míticas, y menos lograda, en términos de realización cinematográfica, que la primera.
Los dos hermanitos, herederos de una gran fortuna y de un pomposo apellido, inician su relación incestuosa mientras siembran el terror entre los campesinos de la región.
En este punto de la película, las imágenes comienzan a perder credibilidad para el espectador. Sin ninguna razón previa, los dos adolescentes comienzan a asumir conductas extrañas, que rayan en lo vampiresco. Se encierran en un cuarto donde tienen lugar apariciones alucinadas, y sólo salen para ir hasta las casas de los campesinos a robar niños recien nacidos. De un momento a otro, el espectador siente como si toda la atmósfera familiar cuidadosamente construída en la primera parte, desaparece para dar paso a un intento por construir un suspenso que se percibe forzado con respecto a la estructura que ha venido desarrollando la película.
En esta última parte comienzan a sentirse saltos incongruentes entre secuencia y secuencia. El ritmo de la película decae considerablemente en su intento por recrear un mito popular (el "hojarasquín" del monte) de manera apresurada en los últimos minutos de proyección. Esta parte mítica se siente falsa, no por la carga de superchería que de hecho lleva, sino más bien porque no logra simbolizar los aspectos concretos del sitio donde surgen, en este caso, la rica y compleja realidad de una región campesina localizada en el occidente del país. En este sentido, nada más gratuito que el asesinato del capataz, lo cual se intenta justificar caracterizándolo previamente como hombre "malo" mediante la utilización de un recurso facilista en las primeras secuencias de la cinta: matar a un pavo. Se puede afirmar, que en la última parte de la película, Mayolo desbarata lo que admirablemente había construido en las primeras escenas.
De todas maneras, este primer largometraje de Mayolo tiene un sello muy personal. En él están presentes sus obsesiones, sus fantasías, su amor por el cine. Ahora bien, hasta qué punto ese mundo individual puede ser comunicado por medio del celuloide, y aún más, en qué medida tales obsesiones pueden tener un interés universal, son interrogantes que quedan planteados. "Carne de tu carne", a diferencia de la mayoría de las películas colombianas, es una obra honesta, donde el criterio puramente comercial es dejado de lado en aras de construir una historia llena de simbologías, que en determinados momentos genera inquietudes en el espectador, con un manejo de la técnica cinematográfica bastante bueno y donde es evidente el esfuerzo porque el cine colombiano salga de su minoría de edad.
Rafael Parra Grondona
HABLA MAYOLO
El crítico de cine Hernando Martínez entrevistó para SEMANA al director de "Carne de tu carne"
H.M.: ¿Por qué los objetos?
CARLOS MAYOLO.: Eso lo hace muy bien Polanski, ¿no? La acechanza de los objetos contra uno, que es la paranoia. En 'Cul de Sac' es la mejor película que he vísto. Un día estuvimos hablando con Roberto Alvarez sobre esa película y nos amaneció. La escopeta, el teléfono, lo que hoy es mañana no es, el teléfono lo arrancan y después lo necesitan, los huevos en todas partes.
H.M.: ¿La memoria es otra de sus fijaciones?
C M.: Sí, la memoría del espacio y de los objetos es el elemento máximo para jugar. Uno es capaz de quedarse en esta mesa por horas enteras pensando, imaginando, jugando. Mejor dicho, como hace uno cuando está chiquito. El mundo no son sino cuatro metros cuadrados y con eso puede uno pasarse días enteros imaginándose cosas. A mí se me hace que todo el potencial del hombre está en la imaginación y en los recuerdos, que son como músicas internas que uno tiene. Una vez me metieron como tres días en la cárcel y yo no me acuerdo que haya estado allá, sino de todo lo que imaginé. Me llevaron un pollo, sí me acuerdo, pero el resto era una fantasía total. Los sueños eran en unos colores increíbles. Como los de Antonioni en 'El Desierto Rojo` ¿se acuerdan de un sueño que hay ahí que es vibrante de colores? Mis cortometrajes, dice Mayolo, gustan por la audacia, por lo no manidos ni arquetípicos y por lo sorpresivos. Es un cine un poco hijo de toda la teoría surrealista. La colisión de las cosas, el azar maravilloso, el encuentro fortuito de las cosas.
H.M.: Que no es tan fortuito.
C.M.: Claro, porque con el hecho de conectar una cosa con otra pues ya deja de serlo. Pero queda la insolencia. Yo nunca he hecho concesiones como pensar 'bueno' esto no es prudente decirlo. Qué carajo! se dice porque se dice. La insolencia, a mí eso se me hace como muy poético, bretoniana. Yo creo que a mí por dentro me emociona mucho De Greiff. Es como mi alter ego, ese y Maiakowski. Yo siempre quise hacer una película sobre De Greiff.
H.M.: ¿Y ahora sigue tan insolente?
C.M.: Ahora estoy como muy contento con mi vida porque al fin dejé de pelear. Dejé de patear tarros, de andar con las manos en los bolsillos y agachado, bravo. Sigo siendo un iconoclasta pero tierno. Sin la dureza esa. Ya no me sale esa dureza. Y además estoy muy rodeado de mi casa, de mis recuerdos, de la gente que me quiere en Cali. Mejor dicho, para mí es mucho más agradable estar en shorts en mi casa, ahí asoleándome, que andar por acá hablando con la gente en los cafés.
H.M.: No se nos había olvidado "Carne de tu carne". Todo el cuestionario lo habíamos preparado sobre ésta, su primera película que pronto se estrenará y sobre sus cortos anteriores. La charla había tomado su rumbo propio inatajable por la fuerza expresiva de Mayolo. Además nadie estaba interesado en atajarla y nosotros veíamos que en el fondo estábamos hablando de su cine y de "Carne de tu carne".
C.M.: Quise contar como para niños, añade a manera de respuesta. Ellos son los que se van a'sodar' la película, porque es un cuento de hadas: habla una vez dos niños que en el bosque ta ta tá... y visitaron a un tío que era ti ti tí... y se convirtieron en ta ra rá. Con moraleja y todo.