Crónicas de rock
Slipknot redefinió lo rotundo, lo rápido y lo furioso en su primera noche en el Movistar Arena de Bogotá
Desplegando el impresionante talento de su nuevo baterista y comandada por Corey Taylor, la tromba musical de Iowa le rindió homenaje a uno de sus trabajos seminales y entregó a sus fanáticos y ‘maggots’ una dosis inolvidable (si bien algo corta) de su caótico y orgánico arte musico-teatral.
Desde el despliegue mismo de la banda en escena se sabe que Slipknot no trajo a Eloy Casagrande para ser uno más. Y se entiende en pocos minutos por qué dejaron atrás a Jay Weinberg (quien no lo hizo nada mal en los tambores en su visita a Colombia con la banda en 2019): a Casagrande lo trajeron para ser protagonista, como lo era Joey Jordison, absolutamente central.
Y sí que brilla el brasilero en los matices más pesados, más dinámicos, más feroces, pero también en el dominio de lo sutil y lo sugerido (a gran velocidad, de todas formas). Y triunfa también, con la banda entera, en viajes cósmicos, una esperada faceta de esta experiencia atmosférica feroz que es un concierto de Slipknot, que siempre es una fortuna vivir y comunicar, porque se recuerda estar vivo allá adentro.
Casagrande está en el centro, con esa máscara que lo hace percibir como una verdadera aparición, y esa posición ratifica desde la impresionante ejecución de su instrumento. Eloy, un talento que desde los 13 años sabía que sería baterista profesional, que vino a Colombia con Sepultura en el Knotfest 2022 y dejó un conciertazo, volvió a la ciudad a pegarle a los tambores como si le debieran dinero hace años. Y eso le sirve a la enorme banda que lo reclutó para re-energizarse. Porque todos se retroalimentan de ese corazón latiendo a 100, que les recuerda, sin superar ni estar por debajo, de Joey Jordison, ese baterista que tocó en los primeros y más importantes días de la banda.
El menú de una noche fue nada más que uno de los discos más relevantes de la agrupación, Slipknot, con el que partieron su historia en dos al ponerse en el mapa del mundo (hace exactamente 25 años). Eran días en los que el llamado nu metal se apoderaba de escena, y estos tipos del estado de la mazorca, Iowa, numerados, uniformados, con máscaras, regados en distintas funciones en escena, se separaron del resto con su propuesta musical, su circo escénico y su música irresistible y frenética.
De los 15 cortes del disco, tocaron todos menos “Diluted”. El concierto duró una hora y cuarto, y entre pistas y sonidos también desató un lado atmosféricamente orgánico, fiel al disco y a lo que presenta histriónicamente la agrupación.
Nos vamos demorando, pero ya anotamos que de esta kermesse metalera son muy protagonistas las guitarras de Jim Root y Mick Thomson, que entregan su memorable paleta de riffs derrite-caras en juego con las frecuencias altas. Y no sería Slipknot sin esa faceta sonora de tornamesas y scratches, de Sid Wilson, sin las percusiones “alternativas” del fundador Shawn Crahan y Michael Pfaff y claro, sin el enorme frontman que es Corey Taylor.
Un maestro de conexión, de manejar a su tribu, encenderla anímicamente, Taylor canta increíble y siempre promete volver hablando mejor español. Y es un hecho que ha mejorado, pero sigue siendo entre gracioso y tierno (no por eso pierde el comando de la audiencia, es solo un tono más de su performance). “Bogotá, Eres conmigo”. “Está aquí, Está aquí”, le preguntaba a las tribunas en su español. Y le entendimos y le aplaudimos la intención. Sea el idioma que sea, sí conecta. “¿Eres conmigo? ¿Quieres más?”.
Y la gente quiso más, y hubiera aguantado más, pero se fue satisfecha por la impresionante descarga. La noche cerró con la atmosférica “Scissors”, una canción que en su progresión sonora dejó hipnotizado al público y, de nuevo, Casagrande probó la sutileza potente de la que es capaz. La música se fue desvaneciendo hasta el último adiós y los ‘maggots‘ se disiparon de nuevo por la ciudad del rock.
Y luego de esta intensa experiencia de vida y arte, vale recalcar que esta noche, todo se repite...
SETLIST, noviembre 5 de 2024
Grabaciones de “Dream Weaver” (para muchos, para mí, memorable desde Wayne’s World) y “742617000027″... y entonces se soltaron...
“(sic)”
“Eyeless”
“Wait and Bleed”
“Get This”
“Eeyore”
“Tattered & Torn (Sid Wilson Remix)”
“Me Inside”
“Liberate”
“Frail Limb Nursery”
“Purity”
“Prosthetics”
“No Life”
“Only One”
Encore
“Mudslide”
“Spit It Out”
“Surfacing”
“Scissors”
Notas
*La euforia de la gente fue seguramente un reto para los ingenieros de sonido, que encontraron la fórmula perfecta después de unas cuántas canciones (para el momento en el que sonó “Purity”). Y entonces el concierto pasó de genial a supersónico.
*Tal como lo hizo Megadeth, Slipknot entregará dos noches en el Movistar; regresa mañana, 6 de noviembre. Fue, como el de Megadeth, un toque rotundo de 75 minutos. La banda tiene repertorio para tres horas, eso está claro, y muchos éxitos se quedan por fuera, pero vino en gira de 25 años del disco, y eso cumplió a cabalidad. Además, la entrega física de esa hora y cuarto no es menor, no se queda corta.