Música

Sobre King Crimson y la “música progresiva”: una charla con Sid Smith

El autor del impresionante “The Court of King Crimson” nos habló sobre su experiencia con la escritura y la lectura de libros de música, sobre el polémico rótulo de “prog rock”, y sobre Robert Fripp y los integrantes que han hecho de KC una banda sin igual.

Ernesto Camacho * Alejandro Pérez * Alejandro Hoyos
9 de abril de 2021
In the Court of King Crimson
In the Court of King Crimson | Foto: Sid Smith

Sid Smith lanzó una primera versión de su biografía de King Crimson en 2002, pero en 2019, cuando la banda celebraba su aniversario 50 en salas de concierto y en internet, publicó una nueva versión que incluía un catálogo actualizado de las canciones y los conciertos. The Court of King Crimson está a la altura de su maravilloso objeto de estudio. El libro de Smith integra anécdotas, música, y puntos de vista de los protagonistas de esta intrigante historia. El resultado es un recuento memorable. Hablamos con él al respecto.

Sabemos que usted escribe sobre música, que esta lo apasiona. ¿Cómo describe su oficio?

Soy escritor freelance desde hace unos veinte años, pero ya escribía desde mucho antes de que se convirtiera en mi trabajo. No hago nada más. Tengo la suerte de que, en los tiempos que corren, todavía haya gente lo suficientemente loca como para querer que alguien escriba unas palabras a cambio de dinero. Eso parece absurdo en la actualidad, especialmente si se trata de escribir sobre música. Pero me siguen llamando, y yo me sigo ganando la vida. Además de la biografía de King Crimson, escribo sobre jazz y rock progresivo para revistas, además de textos para álbumes de King Crimson y para un montón de bandas, no estoy seguro de cuántos, tal vez unos ciento cincuenta. Si un proyecto me interesa o si alguien quiere que escriba un texto para su álbum, por lo general estoy disponible. Ese es mi trabajo. Paso muy poco tiempo sentado frente al teclado. Casi todo el trabajo ocurre en mi cabeza. Pensar toma bastante tiempo y al final el momento de escritura se da en un lapso muy reducido. Esa sería mi guía rápida para el escritor freelance.

Sid Smith escribe para vivir, escucha y vive para escribir.
Sid Smith escribe para vivir, escucha y vive para escribir. De joven vivió una ola de música impresionante que marcó su vida y la sigue impactando. | Foto: facebook.com/thesidsmith

El término “rock progresivo” puede ser un poco polémico. Sabemos que a Robert Fripp, por ejemplo, le incomoda. ¿Qué opina al respecto?

Ese es un tema muy vasto, y hay un par de cosas interesantes para decir al respecto. Me interesa más el término “música progresiva”, más que “rock progresivo” en particular, pero sé que “rock progresivo” es una clasificación. Creo que, a grandes rasgos, hay un momento en que, desde una perspectiva histórica, el rock progresivo no está codificado, es una expresión general para referirse a quienes rompieron el molde de 3 minutos de la canción pop, o el molde del blues o de cualquier limitación estilística de mediados de los años 60. Y ese periodo engendró muchos tipos de grupos y muchos tipos de música. El rock era sólo uno de ellos. A finales de los años 60, encontramos manifestaciones de ese movimiento en el jazz, en el folk, definitivamente en la música clásica. Fue un periodo de inmensos cambios, de mucha inventiva y experimentación. King Crimson era sólo uno de entre muchos grupos. Unos muy famosos, otros no tanto.

Creo que el problema con el término “rock progresivo” o “prog rock”, como se ha abreviado, es que para algunas personas se convierte en una limitación estilística. Y honestamente no tengo la menor idea… le pregunta a la persona equivocada. La verdad no sé lo que es “rock progresivo”. ¿Es Pink Floyd rock progresivo? ¿Henry Cow? ¿Genesis en la era de Peter Gabriel? ¿Genesis en la era de Phil Collins? No estoy seguro de que esas distinciones sean pertinentes. Creo que todo se reduce a individuos en entornos particulares que querían hacer algo diferente, expandir el campo de la técnica instrumental y de la composición. La canción de 3 minutos se convirtió en una canción de 8 minutos. Es poco probable que, cuando una banda comienza a ensayar, alguien diga “vamos a hacer una suite conceptual de 18 minutos”. Tal vez más adelante, mucho más adelante, eso comenzó a ocurrir. Pero no creo que haya comenzado de esa manera. Creo que fue una confluencia de ideas diferentes. En ese sentido muchas piezas parecen espontáneas y otras un poco forzadas. ¿Qué es más progresivo? ¿El lado A de Benefit de Jethro Tull o el lado A de Thick as a Brick, de la misma banda? ¿Cuál de los dos corresponde mejor al rock progresivo? Sinceramente, no lo sé. Pero, bueno, a grandes rasgos es una etiqueta. Es lo que hacemos. Hablamos de rock progresivo.

Sobre las objeciones de Robert Fripp (por cierto, no pretendo saber lo que piensa Robert Fripp sobre ningún tema, no soy su jefe de prensa), imagino que una de las cosas que le molestan es esa clasificación, o cualquier clasificación. Es como clavar una mariposa con un alfiler: a partir del momento en que la inmoviliza, se convierte en otra cosa, puede parecer una mariposa pero se ha convertido en una pieza de museo, no es lo mismo. Conserva un rastro de lo que solía ser y se usa como un ejemplo o como una ilustración. Muchas veces, la obsesión de los medios con etiquetarlo todo puede perjudicar la creatividad de un proyecto. No se si algún grupo, en todo caso ninguno de los 60 o 70, se puso como objetivo deliberado ser un grupo de rock progresivo. Tal vez más adelante, en los 80 o en los 90, cuando resurgió el interés por los formatos extendidos, cuando los músicos de una generación posterior hicieron un esfuerzo deliberado por retomar las fórmulas que se habían inaugurado en los 60 y los 70. Tal vez esas manifestaciones de los 80 sean rock progresivo. Todo esto, claro está, es muy polémico y se presta a discusiones interminables. Y los fans, siendo fans, es lo que hacemos, pasamos horas y horas discutiendo sobre este tipo de cosas, cuando tal vez deberíamos disfrutar del aire libre.

Esta es una pregunta obligatoria para un fan de King Crimson ¿Cuál es su álbum favorito?

Lark’s Tongues in Aspic. Si tuviera que escoger un álbum para llevar a la famosa isla desierta, escogería Lark’s Tongues in Aspic. Tal vez no es el mejor álbum de King Crimson, pero es mi favorito. Si quieren, les podría contar la razón...

Lark’s Tongues in Aspic - King Crimson
King Crimson lanzó "Lark’s Tongues in Aspic" en 1973 después de unos años de incertidumbre. | Foto: King Crimson

Por favor...

La razón es muy sencilla. otros ya existía en mi cabeza antes de existir en vinilo. Existía en mi cabeza porque en diciembre de 1972 vi esa alineación de King Crimson en la gira por el Reino Unido. Participaron David Cross, Jamie Muir, John Wetton, Bill Bruford y Robert Fripp. Fue la primera vez que vi a King Crimson en concierto porque no pude verlos el año anterior, y nunca había visto ninguna banda que tocara ese tipo de música. Era completamente desconcertante y no conocía las canciones porque en ese momento no las habían grabado, sólo existían en vivo, en los conciertos. La única canción que reconocí fue el encore, “21st Century Schizoid Man”. Pero durante el resto del concierto no tenía idea de lo que estaban tocando. El álbum de King Crimson que había comprado un par de meses antes del concierto era un álbum en vivo que se llamaba Earthbound y no se parecía en nada a lo que estaba oyendo esa noche. Fue muy extraño.

Para abreviar un poco la historia, cuando la banda regresó a mi ciudad, Newcastle, en marzo, fui a verlos y el álbum había salido esa semana. Durante esos meses, de diciembre a marzo, no dejé de repetirme en la cabeza las partes del concierto que podía recordar. No paraba de reproducirlo en mi cabeza, tratando de mantener vivo el sentimiento. Por eso, cuando el álbum salió a la venta, lo viví como una experiencia mágica. Sé que uno de los guitarristas actuales de King Crimson, Jakko Jakszyk, tuvo una experiencia similar, aunque las circunstancias fueron diferentes por muchos motivos con los que no los voy a aburrir. Lo compré en la tarde, lo llevé a casa y lo puse en el tornamesa. En aquel entonces vivía con mis padres y no tenía mi propio equipo de sonido, teníamos uno para toda la familia. Mi padre trabajaba en una fábrica, dormía durante el día y trabajaba de noche. Puse el álbum con el volumen muy bajo porque estaba muy emocionado y no podía esperar tres horas hasta que mi padre saliera a trabajar. El volumen estaba tan bajo que apenas se podía escuchar algo, subí el volumen y escuché estas campanitas y de repente ¡BAM!

Jakko Jakszyk me contó una historia muy similar: cuando escuchó por primera vez el álbum estaba recostado en su habitación, con la cabeza entre los dos parlantes, con esos sonidos delicados que llenaban el aire y de repente, ¡KABOOM! El álbum despegó. Tengo recuerdos muy intensos del álbum, incluso antes de que saliera al mercado. También tengo recuerdos muy intensos del álbum después de que saliera al mercado y el impacto que tuvo en mí ese concierto. He visto bandas como Pink Floyd, Led Zeppelin, Uriah Heep, casi todas las bandas que se presentaban en aquella época. Y la mayoría se basaba en el blues... como Deep Purple, que vi en varias ocasiones, como Free, que también me gustaba mucho.... pero la música que escuché aquella noche de diciembre del 72 no estaba basada en el blues, no tenía nada de blues. Me tomó mucho tiempo procesar lo que estaba oyendo.

Fue un momento increíble. Tenía 14 o 15 años y ese tipo de cosas causan un gran impacto a esa edad. Para mí, cada momento de ese álbum me conecta con ese mundo que experimenté en el concierto

Otra cosa que hay que añadir es que esa encarnación de King Crimson era muy visual. Jamie Muir tenía una gran presencia en el escenario, era una figura salvaje que se movía rápidamente entre sus instrumentos de percusión al lado de Bill Bruford que, aunque permanecía sentado, era muy activo y movía sus brazos a su alrededor. Jamie Muir se movía físicamente sobre un espacio rectangular en el escenario. El resto de la banda se mantenía más o menos inmóvil. Era asombroso. Dándole una mirada retrospectiva a mi vida, hubo un momento antes de King Crimson, antes de ese concierto, y un momento después de ese concierto. Ya no era la misma persona. De alguna manera, había cambiado. No lo sabía en aquel entonces y no habría podido expresarlo, y no estoy seguro de poder expresarlo claramente ahora. Fue un momento increíble. Tenía 14 o 15 años y ese tipo de cosas causan un gran impacto a esa edad. Para mí, cada momento de ese álbum me conecta con ese mundo que experimenté en el concierto.

Ahora, no es el álbum que mejor suena y de hecho los miembros de la banda estaban descontentos con el sonido del álbum y, desde un punto de vista profesional, puedo entenderlo. Pero para mí, siendo un niño, escuchar el álbum era lo más me acercaba a esa experiencia. Para terminar, debo mencionar que me gusta el contraste dinámico en el álbum, y bueno ese es un motivo recurrente de King Crimson: una introducción silenciosa seguida por un tremendo golpe. Ese aspecto no era particularmente original, pero creo que aportaba a la textura de la música, le daba espacio: el mellotron, el violín, la guitarra de Fripp que por un lado era más bien atmosférica y enseguida pasaba a una gran intensidad.

John Wetton era increíble, un bajista impresionante. Aunque más adelante hubiera tenido más éxito en su carrera del que tuvo con King Crimson, podría decirse que entre el 72 y 76 John estaba en la cúspide de sus habilidades. Podía tocar cualquier cosa. Era una banda descomunal. Otra persona que con frecuencia es subvalorada en esa quinteto, aunque siempre he admirado su trabajo, es David Cross. Creo que la sensibilidad de David Cross, que luego fue arrasada por la agresividad de la música, contribuyó con un hermoso balance que creo que se nota muy bien en el álbum, tal vez mejor que en el concierto. También es fantástico en las improvisaciones del álbum siguiente, Starless and Bible Black, en esa pista que abre el lado B, en la que toca en el mellotron. La pista no sería la misma sin ese fondo atmosférico que David crea en los teclados. No era un virtuoso del teclado, pero de cierta manera era mejor que no lo fuera, porque habría podido arruinar la pista. Se trataba de un álbum balanceado y muy imaginativo. Y hasta el día de hoy, lo quiero con todo mi corazón.

Su libro es un trabajo sobresaliente. A los seguidores de la banda les permite acceder a un nivel más profundo de la que ya es una increíble experiencia musical. ¿Cómo le ha ido a usted leyendo sobre una banda y escuchando su música, de vivir ese universo expandido?

Creo que cualquier libro que trate de un músico o de una banda y que no te obligue a escuchar la música habrá fracasado en su propósito. Cuando me dicen que escuchan el álbum al tiempo que leen la parte del libro que está relacionada, o que los lleva a querer entender en gran detalle la música, siento que he realizado mi trabajo. Hace poco leí un libro de Michelle Mercer, una biografía de Wayne Shorter, el saxofonista, conocido sobre todo por su trabajo en Weather Report. Soy un gran fan de Weather Report, en su momento fui a verlos en concierto y tengo todos los discos. Por eso pensaba que conocía a Wayne Shorter bastante bien. Pero el libro de Michelle Mercer me llevó a buscar álbumes a los que no les había prestado atención. No sólo eso, cuando terminé el libro me pareció increíble e inmediatamente lo abrí y lo volví a leer completo. Y esa segunda lectura me hizo comprar más álbumes, entonces terminó siendo bastante costoso. Pero creo que en general cualquier libro sobre música funciona como una ayuda, está ahí para ilustrar.

Hace poco leí un libro de Michelle Mercer, una biografía de Wayne Shorter, el saxofonista, conocido sobre todo por su trabajo en Weather Report. Cuando lo terminé, me pareció increíble e inmediatamente lo abrí y lo volví a leer completo

Mis interpretaciones de la música de King Crimson y la historia que la acompaña, son sólo eso, mis interpretaciones. No son la última palabra. Por ejemplo, el musicólogo Andrew Keeling ha escrito varios libros en los que presenta un análisis musicológico bastante profundo. Y aborda aspectos contextuales, la época y el contexto en que la música fue creada. Pero el foco de Andrew es sobre todo entender el funcionamiento de la música, qué parte es una diada o una triada o identificar los acordes más complejos. Yo no tengo esa habilidad, sólo puedo relacionarme a mi manera, es decir averiguar la historia. Esa es mi guía.

¿Cuál es la historia de esta banda y por qué ese álbum terminó cobrando esa forma? ¿Qué ocurrió? ¿Por qué este músico abandonó la banda y por qué llegó el siguiente? Se trata de una serie de preguntas más bien mundanas. Tal vez el libro de Andrew responda algunas de esas preguntas, pero su principal interés es la técnica musical. Para mí eso está bien. Pero no es algo que pueda hacer y tampoco tengo los conocimientos musicales necesarios. Tengo una percepción intuitiva de la música y puedo distinguir entre un acorde mayor y un acorde menor, por ejemplo. Pero me gusta pensar que puedo sumergirme en la música y en el mundo que la rodea y echar un vistazo para tratar de describir con palabras lo que veo y lo que oigo. Y como decía, no es la última palabra, y tampoco es necesariamente lo correcto, es sólo mi impresión. Afortunadamente, a algunos les gusta y seguro hay otros a los que no les gusta o que sienten que he pasado por alto aspectos fundamentales en la música de King Crimson. Pero hago lo mejor que puedo. A veces funciona y a veces no.

Red King Crimson
En 1974, la banda lanzó el arrollador "Red". | Foto: King Crimson

Al leer su libro queda claro que King Crimson no se reduce exactamente a Robert Fripp. La definición de King Crimson es un poco caprichosa e intangible. ¿Cómo abordó esto durante la escritura, las entrevistas y la investigación?

Creo que hay que tener en cuenta un par de cosas. Aunque reconozco que Robert es una figura central para el funcionamiento de la banda, siempre me han interesado las voces de los otros integrantes, que tienen mucho peso para mí. Lo que Ian Wallace, John Wetton, Bill Bruford o el que sea tengan para decir, su percepción sobre lo que ocurrió y sobre las razones para que todo se haya desarrollado de cierta manera tiene tanta validez como la perspectiva de Robert Fripp. Creo que hay que comprender que King Crimson no funciona de la misma manera que un grupo normal, en el que alguien llega al ensayo y dice “muchachos, tengo esta canción que va de esta manera”. En algunas ocasiones eso podría ocurrir en un ensayo de King Crimson, pero no con la frecuencia como uno podría imaginar. Generalmente, lo que ocurre es que alguien comienza con un motivo, otro añade algo más y luego todos van interviniendo. Es un proceso intenso que no siempre lleva a un resultado. En ocasiones, Trey Gunn o Pat Mastelotto o cualquier otro hacen una sugerencia. En otro momento, Robert Fripp sugiere algo, pero no suele hacerlo al comienzo, no es él quien dirige el proceso.

A Robert le gusta trabajar en un foro abierto de ideas. Y todo reposa en la persuasión y en el hecho de que una pieza tenga o no una necesidad de ser. ¿Es convincente lo que está ocurriendo? Y si es convincente para un grupo de personas, tal vez estén haciendo bien las cosas. No es la manera en la que funciona la mayoría de las bandas, aunque en toda banda hay un nivel de negociación, incluso cuando alguien llega al ensayo con una canción terminada. En ocasiones, el proceso de composición de King Crimson es inspirador, otras veces es exasperante. Por ejemplo, ¿por qué el doble trío que hizo THRAK no hizo un segundo álbum? La razón es que ninguna de las ideas que flotaron durante dos semanas en el aire del estudio de grabación logró aterrizar. A veces funciona y a veces puede fallar. En los 80, por ejemplo, después de la publicación de Beat, hubo tres intentos para hacer el álbum que luego se convertiría en Three of a Perfect Pair. Hubo problemas para encontrar material que fuera convincente. Al final hubo un compromiso colectivo. El álbum tuvo grandes momentos, pero también creo que hay mucho material que no estaba a la altura. Existe esa mezcla en King Crimson y creo que siempre fue de esa manera.

¿Cómo escribir un libro sobre King Crimson sin que se convierta en un libro sobre Robert Fripp?

¿Es King Crimson la banda de Robert Fripp? Sí y no. Como decía, el funcionamiento cotidiano de una banda, la organización de los ensayos, ubicar a 6, 7 ó 9 personas en un mismo lugar exige una logística enorme. No es nada fácil. Es necesario que alguien se haga cargo de eso. Alguien que diga: “este día vamos a estar en Bogotá”, que asuma esa responsabilidad. Con frecuencia es Robert quien lo hace. El resto de la banda acomoda su agenda alrededor de eso.

Hay algo más que debo añadir, y sobre lo cual tengo opiniones encontradas. Robert ve el proceso de la música como algo externo. Cree que los músicos no son responsables de la música que hacen, que la música existe en una forma externa, como una presencia, una entidad, y que la música escoge a los músicos como si fueran recipientes. No he encontrado a muchos integrantes de King Crimson que estén de acuerdo con esa visión, pero es algo de lo que Robert está convencido. Y a veces la música es tan increíble que uno se pregunta “¿cómo pudieron hacerlo?”. Es como si se hubiera materializado de repente. Es probable que eso sea lo que ocurre. Tal vez hay algo de verdad en ello, como una especie de fuerza sobrenatural. Tal vez no sean muchos los que compartan esa idea, pero ¿acaso importa? Lo que importa es que funciona. Venga de donde venga: de otro nivel de conciencia, de otra dimensión incluso, o de la química que se desarrolla entre ciertos individuos que se reúnen.

Al final, es una discusión algo estéril. No me preocupa mucho el lugar de donde viene la música, simplemente me alegro de que aparezca y de que tengamos la fortuna de oírla. Otras veces tienes la suerte de estar en el lugar donde ocurre. Creo que por eso, muchos de quienes ven a King Crimson en concierto lo viven como una experiencia religiosa, se sienten tocados por una presencia que trasciende una simple canción de rock and roll. Pero seguro un fan de Bruce Springsteen le diría lo mismo. Que estar en un concierto de Bruce Springsteen, o de Elton John o de quien sea, se acerca a una experiencia religiosa. Los fans entran en comunión con algo que va más allá del músico y que excede los tres u ocho minutos de una canción. Creo que sentir de cerca esa presencia, ya sea que piense que su origen es sobrenatural o que se trate de una química entre los músicos, es un acontecimiento increíble.

Tuve una experiencia similar en 1973 con la formación original de Mahavishnu Orchestra, eso fue algo especial. Tal vez, si hubiera visto Mahavishnu Orchestra primero, habría escrito un libro sobre ellos, tal vez me habrían obsesionado con ellos, aunque ahora que lo pienso, lo estoy.

Con respecto a esa visión esotérica de la música, algunos miembros consideraban que hacía parte de la política de Robert Fripp. ¿De qué manera enfrenta esa ambigüedad? Podemos experimentar la música como una presencia externa, pero también vemos en su libro como ese discurso de Robert Fripp podía servir a una mecánica de poderes dentro de la banda.

Creo que ese tipo de conflictos ocurre en cualquier tipo de banda, no creo que sea exclusivo de King Crimson. En el caso de King Crimson, creo que hay un cierto grado de compromiso, de resentimientos, de fuerzas políticas al interior de la banda, y a pesar de todas esas cosas negativas, también hay mucha alegría. Tal vez King Crimson no siempre se ha caracterizado por ser el lugar más feliz, pero si puede llegar a ser un lugar de inmensa felicidad y de logros y de la emoción que viene con esos logros. Es interesante, por ejemplo, que con frecuencia al hablar con los integrantes que han pasado por la banda, y que incluso han salido en circunstancias algo complicadas, e incluso pasados 30 años, dicen que, de todos los proyectos en los que han participado, King Crimson es su favorito.

Después de su partida de King Crimson, Greg Lake llegó a tener un éxito comercial muchísimo mayor que le permitió llevar un estilo de vida opulento, pero cuando hablé con él afirmó que una de las cosas de la que está más orgulloso es el primer álbum de King Crimson. Ian Mac Donald, que también tuvo una carrera por fuera de King Crimson, está profundamente orgulloso de ese primer álbum y lo considera como un gran logro en su vida. Y ocurre lo mismo con los otros músicos que hicieron parte de King Crimson. A lo que quiero llegar es que, si en algunas ocasiones no dejaron la banda en los mejores términos, con frecuencia recuerdan esa época en King Crimson como una de sus experiencias musicales más satisfactorias. Y tiene que haber una razón para ello.

In the Court of the Crimson King  - King Crimson
Con su portada icónica y su música única, "In the Court of the Crimson King" pateó el tablero en 1969. A todas luces, el debut de King Crimson es un clásico. | Foto: king

Por otra parte, si escuchamos la música que hacen después de dejar King Crimson, vemos que es algo completamente diferente. Y no tiene nada de malo. Pero eso sugiere que la música que suena como King Crimson ocurre en ciertas circunstancias. Eso me parece interesante. Y en el libro trato de ilustrar en varias ocasiones ese proceso. Hablé un par de veces con Boz Burrell por teléfono, no quería hacer una entrevista formal y desafortunadamente falleció, pero tenía la sensación de que estaba a punto de aceptar. Cuando hablábamos de manera informal dijo que se arrepentía de algunas de las cosas que había dicho sobre King Crimson en el momento de dejar la banda. No podría afirmar que en el fondo quería decir que King Crimson fuera importante en su carrera. Pero creo que tal vez ese era el caso, porque esa época de King Crimson ha sido reevaluada y rehabilitada. Hablé con Ian Wallace sobre esa banda y durante una época la idea de King Crimson le molestaba, al comienzo tenía recuerdos difíciles, pero terminó por aceptar sin ambigüedades que una de las cosas de las que estaba más orgulloso en su carrera fue esa banda.

Hablé con Ian Wallace sobre esa banda y durante una época la idea de King Crimson le molestaba, al comienzo tenía recuerdos difíciles, pero terminó por aceptar sin ambigüedades que una de las cosas de las que estaba más orgulloso en su carrera fue esa banda

Es algo que tiende a repetirse. No trato de sacar ninguna conclusión definitiva al respecto, pero todo sugiere que hay una especie de fuerza, de química, como quieran llamarlo, que lleva a que hacer esa música sea un reto y una satisfacción. A veces se necesita un poco de distancia, 20 o 30 años, para darse cuenta. Recuerdo que Mel Collins e Ian Wallace se preguntaban: “¿Cómo es posible que hayamos podido tocar esa música? Es increíblemente difícil y compleja, ¿cómo es posible que la hayamos tocado?”. Se escuchaban ellos mismos cuando eran jóvenes músicos y decían cosas como: “Tal vez pueda tocarlo ahora, pero cómo pude tocarlo en esa época, cuando mi técnica no era tan buena”. Una de las razones por las que pudieron tocarlo en aquel entonces es el impulso que a veces se puede generar en ciertas encarnaciones de King Crimson. Es un equilibrio difícil, nunca se sabe cuando se logra pero se puede considerar ambas caras de la moneda y a veces hay que dejar que el lector saque sus propias conclusiones. Porque a veces no tengo la respuesta, solo puedo presentar lo que he encontrado.

El aniversario 50 de King Crimson se dio en el contexto de la explosión del streaming. Cuéntenos sobre esta presencia “reciente” de King Crimson en internet y sobre ese lado extrovertido de Robert Fripp que no habíamos visto. Y, ¿hay algo que nos pueda contar sobre el futuro de la banda?

Voy a responder primero a la última pregunta. Creo que una de las cosas de las que estoy más orgulloso de haber participado es la curaduría de la gran caja recopilatoria. Es un objeto costoso, más de 100 libras en mi país, pero requirió mucho trabajo y es de gran calidad. Las cajas recopilatorias son mi formato favorito.

Pero la ventaja del internet es la velocidad con la que se puede compartir algo. Por ejemplo, Alex Mundy, el ingeniero de sonido de DGM, encontró una sesión inédita mientras oía unas cintas de las sesiones de grabación de THRAK. La grabación circuló por email y todos se preguntaban si la habían oído antes. Ahora, esta semana, contamos con un fragmento de música que no había sido publicado ni escuchado, de más o menos diez minutos. No digo que sea lo mejor de la banda, pero no está mal, es interesante y no cuesta nada, se puede descargar gratuitamente, también se puede comprar una copia, si se quiere, pero no es necesario. Ese aspecto ha sido muy positivo. Normalmente lo que habría ocurrido es que al encontrar ese fragmento de música se habría guardado para más adelante y tal vez se habría incluido en la caja recopilatoria si la hubiéramos encontrado a tiempo. Pero no fue así, apareció varios años después.

La pregunta fue: “¿qué hacemos con ella? Yo la escuché, algunos miembros de la banda pudieron escucharla. Pero eso era todo, nadie más iba a escucharla. La otra opción, que fue promovida por Robert, fue hacerlo disponible para todos. Eso quiere decir que los fans podrán acceder a algo que hace tres semanas no había sido escuchado jamás. Nadie sabía de su existencia. Un aspecto positivo de internet es la velocidad con la que podemos difundir algo, por ejemplo Music for Quiet Moments, de Robert Fripp. Creo que estamos en la semana 44 de un total de 50, y la mayoría no había sido publicado. No existe en ningún otro formato. Para un fan, eso es algo maravilloso. No a todos los fans de King Crimson le gustan los Soundscapes de Robert Fripp, pero para aquellos que les gusta, es maravilloso, cada viernes sale uno nuevo, eso es algo muy positivo de internet.

La página de DGM es como una enorme biblioteca y, como cualquier gran biblioteca, requiere trabajo para catalogarla. A veces puede llegar a ser desordenada, a veces hay que organizarla, pero en términos generales funciona muy bien. Y de nuevo, la idea de ofrecer conciertos, que de otra manera descansarían en algún disco duro, es bastante positiva. Estoy a favor de la idea de poner esa música a disposición del público, pero también defiendo la existencia del objeto físico, es allí donde para mi se le saca mayor partido a la música. Me gusta tenerlo en mi mano. Tal vez para los fans más jóvenes de King Crimson eso no sea tan importante.

Con respecto a los videos de Robert y de Toyah (Wilcox, su esposa), tal vez lo que puedo decir, basado en mi experiencia con Robert, en las charlas que hemos tenido, en los momentos que hemos compartido durante las giras a lo largo del tiempo, es que le gusta reír bastante. La gente tiene esta imagen inamovible de Robert, en parte creada por él mismo, de que es muy serio y muy austero. Pero él es como cualquier persona y tiene momentos de seriedad y otros en los que le gusta reír. Todo eso está muy bien.