Cine
Sobre la notable ‘El Planeta de los simios: Nuevo reino’, hablamos con su maestro de movimientos, Alain Gauthier
La saga regresa a la pantalla grande con nueva vida, altísima factura visual y una fisicidad asombrosa en sus actuaciones, producto del trabajo de este acróbata de espíritu, actor de teatro físico por oficio y coreógrafo por recorrido. Compartimos nuestra reseña de la película y la imperdible charla con un talentoso que vive un momento único, pues también sumó a la próxima entrega de ‘Alien’.
El Planeta de los simios: Nuevo reino, estrenada en cines de Colombia esta semana, es la primera parte de la continuación de una saga aclamada por el público. Y si ha sido recibida con tanto entusiasmo ha sido por varias característica transversales: su factura visual impresionante, sus actuaciones físicas asombrosas y una historia que genera reflexiones y temores sobre el significado de la humanidad, en medio de grandes secuencias de acción e intriga.
En ese sentido, esta nueva película es valiosa. Lo que logran el director Wes Ball, su coreógrafo y coordinador de movimientos Alain Gauthier, y su equipo de actores liderado por Owen Teague (en el rol protagónico de Noa) sigue siendo impresionante. A su vez, las locaciones escogidas y recreadas nos entregan ese planeta que es ahora en contraste con el planeta que fue, es decir, ese elemento de desolación a la base de estas historias, que está presente desde la gran revelación de la Estatua de la Libertad de Charlton Heston, en la película original de 1968, y en las que le siguieron, una de ellas dirigida por Tim Burton en 2001.
La saga creada por Amanda Silver y Rick Jaffa, que es la que ahora se retoma, que entregó su primera trilogía en 2011, 2014 y 2017, marca siempre un contraste entre bosques, ciudades y lugares entre apocalípticos y reapropiados. Nuevo reino mantiene fielmente su capacidad de generar vacío y fascinación desde estos espacios y los nuevos que presenta, que son protagonistas a su manera (como un tremendo asilo).
Ahora, como primera parte de una nueva era, es inevitable no sentir el vacío de un personaje tan fuerte como lo fue César en esas tres películas previas, recomendadas, que en su primera parte se benefició además de narrar la historia de cómo los simios llegaron a ser lo que son. Pero no es tan grave. Solo hay que entender que se trata de eso, de comenzar de nuevo, de exponer nuevos personajes clave...
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En Nuevo reino, generaciones después de la muerte de César, se establece a Noa como el joven llamado a salvar a su pacífico grupo ante la amenaza de un líder tiránico, Proximus César (Kevin Durand), que se ha apropiado de la palabra de César para elevarse sobre el resto y que busca acceder a una tecnología humana para consolidarse en el poder. La cinta establece bien el conflicto, la dimensión de la amenaza. También nos presenta a una humana (Nova, interpretada por Freya Allan) que fluctúa entre aliada y sospechosa, pues también tiene su propia misión. Nuevo reino sufre solo levemente del ‘síndrome de primera parte’, que la obliga a establecer y a entretener, un balance no tan fácil de conseguir.
El curioso hecho viene entonces de que, aún si Nuevo reino se siente (a veces) como más de lo que hemos visto, se sigue probando cautivante. Y en recompensa ofrece un clímax y el ascenso de este nuevo líder joven. ¿Seguiré viendo la saga? Diría que sí.
Los que crean e impulsan....
La cinta es dirigida por Wes Ball (conocido por Maze Runner) y protagonizada por Owen Teague, Freya Allan, Peter Macon y el siempre reconocible William H. Macy. El guion es de Josh Friedman (La guerra de los mundos), de los creadores de esta saga, Rick Jaffa y Amanda Silver (quienes a su vez sumaron en Avatar: El camino del agua), y de Patrick Aison (de la recomendada Prey, parte del universo de Depredador).
Alain Gauthier: maestro del movimiento
Una parte esencial para el éxito de esta nueva saga radica en que la gente se crea el universo y se conmueva con sus nuevos personajes, y sin los movimientos creíbles y actuaciones asombrosas de sus particulares protagonistas, esto no sucede. Afortunadamente, cuenta con un experto gimnasta, acróbata, actor, coreógrafo, que trajo sus más de 25 años de variada experiencia a la mesa. En Alain Gauthier (Montreal, 1961) los actores depositaron su confianza, sus almas y sus cuerpos, y el maestro los recompensó dándoles lo que necesitaban para transformarse como lo lograron. Gauthier habló con nosotros con generosidad y franqueza sobre su recorrido y su trabajo. Esto dijo.
SEMANA: Ha tenido experiencia con Cirque du Soleil, con producciones que han llegado al la Met Opera, ¿cómo suma esa experiencia en este salto a Hollywood en dos enormes franquicias?
ALAIN GAUTHIER: Es interesante. Empecé como gimnasta y llegué a competir internacionalmente en el trampolín. Pero luego de de graduarme decidí, literalmente, huir con el circo (ríe). En vez de conseguir un trabajo, dije “No hay chance, esta es mi vida, tengo que ser un acróbata”.
Estar con Cirque du Soleil fue genial, porque llevó mi cuerpo a un escenario más teatral. Incluso desde el trampolín, esa experiencia me llevó a comenzar a intervenir la calle, a actuar, a hacer comedia (comedia física obviamente). Así que me sentí siempre unido a la idea de ganarme la vida con mi cuerpo, usando las cualidades de mi cuerpo, porque tenía un talento para hacerlo.
Luego del Cirque du Soleil incursioné más en el campo del teatro y la danza, del teatro físico. Y ese camino me llevó eventualmente a enseñar coreografía, a aprender a mover a la gente. Hice parte de producciones con Robert Lepage, y en este punto fue que trabajamos con la Met Opera. Montamos la ópera La Damnation de Faust en Matsumoto, Japón. Esta llegó luego a la Opera Bastille, en París, y luego fue adquirida por la Met de Nueva York.
Así que pasé unos 25 años siendo artista, actuando de diversas maneras en miles de espectáculos, y me fui convirtiendo también en diseñador de movimientos. Y fui el coreógrafo para el famoso show equino Cavalia, que por más de 18 años le dio la vuelta al mundo.
Me he pasado la vida siendo mi yo artista y mirando a intérpretes, enseñándoles, dándoles feedback, observando cuerpos en escena. Y, a fin de cuentas, cuando llegó la llamada y me preguntaron si me interesaba preparar a los actores para la nueva saga de El Planeta de los Simios, mi boca dijo sí antes de que mi cerebro lo procesara. Mi cuerpo sabía que este era el paso por dar.
SEMANA: Las escenas y secuencias que más lo enorgullecen de este trabajo, ¿fueron las más difíciles?
A.G.: Creo que mi mayor orgullo es la escena en la que entran al asilo, hacia el final, porque todo el reparto estuvo involucrado. Fue fenomenal. Y en esa secuencia se mezclan los miedos y las tensiones. Y todo en lo que habían trabajado tan fuerte para lograr como actores, para convertirse en interprete de simios, fue retado en ese momento de alta intensidad. En ese punto, además, algunos de los actores habían pasado varias transformaciones, pasando de la libertad al cautiverio y a la subyugación física.
Y quedé asombrado. Y miré en todas las direcciones, porque no dejé de fijarme en estos actores y en cómo, cada uno, entregó momentos increíbles. Vi cosas extraordinarias ese día, de parte de todos, de Kevin (Próximus César) e incluso de Freya, quien es la presencia humana.
SEMANA: El director Wes Ball dijo que, a manera de contenido extra, revelaría algunas imágenes de la película, si no toda, mostrando a los actores sin su caparazón simio, con sus disfraces de captura de movimientos. Eso hará que su trabajo y el de los actores sea más notorio. ¿Qué descubrirá el público?
A.G.: Trabajé con estos actores hasta el punto en el que se convirtieron en estos simios. Y cuando hablaban como sus personajes y lograban esta perfecta fusión entre el actor humano y el personaje, llegó un punto en el que yo ya no veía más los vestidos de captura de movimiento.
Y por eso puedo entender la motivación de Wes en mostrar este aspecto. Porque ver estas actuaciones, tan increíblemente logradas, tan compenetradas, derrumba muros de imaginación. Eso es fenomenal. Espero que Wes lo haga, así sea en parte. Sería un verdadero regalo.
SEMANA: La película integra una saga muy apreciada por la audiencia, que trae su propia presión, y me pregunto si partió de ceros en su trabajo o si retomó algo de aquellos que trabajaron en estos aspectos antes que usted...
A.G.: Llegué a esto con un recorrido muy distinto al de la mayoría de quienes trabajaron antes. Terry Notary fue mi predecesor, y es un tremendo coordinador de acrobacias que llevó la actuación física de sus actores a un muy alto nivel. Pero la manera en la que nosotros trabajamos con los actores implicó un recorrido muy distinto.
Como te conté, mi experiencia viene de la actuación en vivo, en miles de shows, de estar involucrado en ambos lados de esas actuaciones, haciéndolas y preparándolas como intérprete y coreógrafo. Así que cuando empecé a trabajar con mis actores, me aproximé a la misión como un actor físico preparándose para un espectáculo. Y eso implica apelar y enseñar un set de técnicas para preparar a tus actores, para preparar los cuerpos, para crear el “vehículo vacío”, para olvidar el ser humano, para matizar el simio y dejarlo entrar. Creo que ese trabajo nos separa fue muy distinto a lo que se hizo antes.
Y me enorgullece y agradezco que hayamos logrado algo tan bueno. Francamente, cuando los actores llegaron ese primer día a esa “escuela de simios” que les propusimos, y los saludé y les pedí seguirme en empezar a movernos, no estaba seguro de que los convencería a todos. Porque es trabajo muy duro. Yo exploto muy profundamente su fisicidad, los dreno. Además, tienen que abrir sus corazones, y mucho sale en ese proceso de recibir al humano, de llevarlo a vaciarse y de recibir al simio.
De cierta manera, lo comparo a ser un chef, tratando cada ingrediente de manera meticulosa, asegurándose de que la magia suceda. Las primeras dos semanas de trabajo estuve muy nervioso, pero cuando empecé a sentir la entrega con la que estos actores se lanzaron, se volvió una labor de amor. Nos unió mucho este proceso.