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Streaming musical: Paul McCartney y The Velvet Underground en emocionantes viajes musicales
El ex Beatle abre el baúl de los recuerdos en Star + con una entrañable exploración de pistas y anécdotas, mientras Apple TV+ estrena un documental que sigue los pasos y fases de la vanguardista banda neoyorquina, liderada por Lou Reed y John Cale e impulsada por Andy Warhol en sus inicios.
‘The Velvet Underground’ * Apple TV+
Sinopsis oficial: The Velvet Underground cambió el mundo de la música con su arte y se consagró como una de las bandas de rock ‘n’ roll más celebradas de todos los tiempos. Con la dirección del cineasta Todd Haynes, ‘The Velvet Underground’ nos cuenta cómo la banda se transformó en referente cultural sin por eso dejar de albergar muchas contradicciones: una banda propia de su tiempo y, a la vez, eterna; poética, pero realista; arraigada tanto en la alta cultura como en el arte callejero. La película ofrece entrevistas íntimas con los protagonistas de aquella época junto con presentaciones nunca antes vistas de inestimable valor, así como colecciones de grabaciones, películas de Warhol y más arte experimental que nos permiten zambullirnos en lo que el miembro fundador, John Cale, llama el ethos creativo de la banda: “cómo ser elegante y cómo ser brutal”. Se estrena el 15 de octubre.
Veredicto: No es un detalle menor que este documental sobre una banda que bordeó lo atmosférico, lo musical, lo artístico y lo narrativo, termina por ser una carta de admiración (antes que a Andy Warhol) a Jonas Mekas, al arte cinematográfico experimental y al documental expandido. Mekas falleció en 2019 y esa perdida seguro impactó la producción, pero no se trata solo de un homenaje coyuntural pues el cineasta acompañó los tiempos de The Velvet Underground y los protagonizó; conoció a la banda y supo sumar desde sus trabajos y desde su voz (una de las tantas que alimentan este trabajo). “Ya no éramos la contracultura”, asegura emocionado en un momento recordando los efervescentes tiempos, “Éramos la cultura”.
Es entonces un documental sobre una banda que define vanguardia, pero también una obra visual que hipnotiza y respeta la naturaleza de la agrupación y las circunstancias en las que desarrolló sus varias fases. La cinta se estrenó en la más reciente edición del Festival de cine de Cannes, un hecho que se explica completamente al verla.
Esa es la sorpresa, el aspecto visual alimentado por nada menos que horas de grabaciones de archivo de la banda, de cineastas como Mekas y de Andy Warhol e hilvanado con un trabajo de edición de enorme mérito, artesanal a su manera. En distintos momentos, la pantalla se divide en tercios, en doceavos, en ritmos entre animaciones y confesiones históricas. La pantalla es ojo y es superficie de proyección. Es improvisación incluso.
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Lo que se espera que explique, y sí explora a lo largo de sus 110 minutos de duración, es cómo un neoyorquino medio desadaptado, inseguro y amargoso con tempranos deseos de ser estrella de rock llamado Lou Reed, quien borró en su mente la línea entre escritos de libros y música y no dejó de escribir e improvisar letras, coincidió con ese particular músico galés llamado John Cale, quien parecía destinado a ser director de orquesta hasta cruzar caminos con Reed y crear esta entidad única y muy ligada a las acciones artísticas junto con la baterista Moe Tucker y el también guitarrista Sterling Morrison. Esto, y claro, cómo todo se fue transformando y terminando.
Puede que a los seguidores y fanáticos dedicados de la banda esta obra de Haynes no les ofrezca información nueva, pero para los seguidores ocasionales que no pueden evitar voltear la cabeza cuando suena ‘Venus in Furs’ o ‘Heroin’ les pinta una era de creación musical y artística particular desde las motivaciones, los cortes de personalidad y las inseguridades de sus protagonistas. Los espacios también admiten comentario histórico, y la observación y las voces sobre el tipo de mujer (nada menos que perfecta) que se aceptaba en The Factory de Andy Warhol suma un punto de discusión relevante.
‘McCartney 3,2,1′ * Star +
Sinopsis oficial: En una charla única y profunda, Paul McCartney se sienta junto con el productor Rick Rubin para hablar de su revolucionario trabajo con Los Beatles, el emblemático rock de los años setenta con su banda Wings y sus más de 50 años como solista. La serie, compuesta de 6 episodios de 30 minutos, explora la música y la creatividad con un estilo original y revelador, y reúne a Paul y Rick en una conversación íntima sobre la composición musical, las influencias y las relaciones personales que dieron lugar a canciones icónicas que se han convertido en la banda sonora de la vida de muchas personas.
Veredicto: No hay que ser fanático Beatle para disfrutar de esta elegantísima entrega de seis episodios de media hora; lo dice alguien que no es seguidor Beatle y que no pudo dejar de emocionarse hasta el final. Rubin, una absoluta bestia de la industria que ha trabajado con Adele, Shakira, Metallica, Slayer, entre muchos otros talentos de nivel mundial, sirve de mero contrapunto en la conversación para que el músico que vivió la historia la cuente con generosidad, alimente el viaje con anécdotas y lo asocie maravillosamente al sonido, a la música y a las pistas (en un estilo reminiscente del que ha hecho importante a Rick Beato en You Tube).
No dolió en mi caso que, precisamente en el primer episodio, entraran de lleno a hablar de la enorme canción que es ‘While My Guitar Gently Weeps’ y la abierta y talentosa naturaleza de George Harrison, que McCartney recuerda desde que se conocieron en la ruta del bus que los llevaba al colegio, en evocaciones que ponen la piel de gallina. También menciona Sir Paul cómo, en el solo de esa canción, Harrison le abrió la puerta a su amigo Eric Clapton y acertó... por generoso. Escuchar la fuerte línea de bajo de esa canción también me confirmó por qué subrepticiamente se volvió mi favorita. La pregunta es qué descubrirá usted.
Navegando de esta forma muchas de esas pistas clásicas que millones han escuchado a través de las décadas y apelando a ese elemento humano en la banda y el trabajo musical conjunto se revela verdadera magia. La serie (podría ser un podcast, pero se justifica en su elegancia en blanco y negro y en pequeños trayectos que llevan a los dos al piano o de vuelta a la consola) ilumina detalles musicales que suelen quedar sepultados en la mezcla final pero que, traídos al frente o aislados, ofrecen una nueva perspectiva sobre las canciones, sus capas, su hechura. El que McCartney confiese que solían abrazar los errores en estudio (”si el productor no sabe que es un error, no es un error”) y que jamás escribió música, cobijado bajo la influencia celta en Liverpool, pues los “celtas jamás escribían nada”, hace de la experiencia una más que valiosa.