Cuando Alejandra Borrero abrió Casa Ensamble, en agosto de 2008, el barrió La Soledad -ubicado cerca del centro de Bogotá- era muy distinto. Casi no tenía vida nocturna, el parque permanecía vacío e incluso unas vecinas preocupadas llegaron a preguntarle si su proyecto les iba a dañar la vida tranquila que llevaban.Aunque para esa época ya existían en los alrededores algunas sedes como Ditirambo, la Libélula Dorada y la Casa del Teatro Nacional, parecía una locura que una actriz reconocida tomara una de las casas más icónicas de la zona para montar una especie de sala de teatro.Puede leer: Los números de la cultura en BogotáDiez años después, las cosas son muy distintas. Hoy, cuando se acerca el fin de semana, estudiantes, artistas, músicos y personas interesadas en la cultura pasean por las calles, se sientan a leer en el parque y entran a charlar a los cafés, llenos al tope. La Soledad junto a sus barrios vecinos Teusaquillo, Palermo y La Magdalena se convirtieron en un polo cultural y bohemio protagonizado por el teatro.Alrededor de la zona (conocida como localidad de Teusaquillo) no solo están Casa Ensamble -que celebra sus diez años-, sino unas diez salas independientes de teatro (ver mapa), así como sedes de colectivos teatrales, talleres, academias y todo un mundo dedicado a las artes escénicas. En unas pocas cuadras abrieron sus sedes grupos como L’Explose, La Maldita Vanidad y HombreMono. Una dinámica que no se detiene: el año pasado nació La Sala, un centro cultural manejado por la Corporación de Teatro Producciones El Mimo, y apenas en marzo pasado el grupo Teatro Petra, de Marcela Valencia y Fabio Rubiano, inauguró su sede.Cada grupo llega con una oferta de clases, talleres (de actuación, danza, etcétera), espacios para la creación y lugares comerciales, como cafés y librerías, con los que ayudan a sostener los costos y complementan su oferta teatral. “El barrio despertó -explica Borrero-. Dan ganas de venir, de crear en él, de vivir en él”.La zona reúne características que lo hacen atractivo para los amantes de las artes escénicas: es un barrio bien ubicado (desde allí se puede llegar fácilmente a cualquier otro lugar de la ciudad) y que aún mantiene un aire tradicional, con casas de familia conservadas casi intactas que le dan un ambiente cálido que invita a caminarlo sin problema.A lo largo de la historia, además, ha tenido librerías, cafés, bares, restaurantes y sitios de reunión, lo que lo predispone para la cultura en general. “Acá vivían intelectuales como Eduardo Caballero Calderón -cuenta Julio Ferro, quien dirige La Sala-. En sus casas se hablaba de política, se hacían reuniones y eventos sociales, y en la zona siempre hubo flujos culturales porque no está lejos de universidades como la Nacional y la Javeriana”.Le sugerimos: Regresa ‘El idiota’ al Teatro LibreEstar cerca les ha dado a todos una gran ventaja: “Es como cuando uno quiere comprar zapatos y sabe que debe ir al barrio Restrepo. Es la misma idea”, explica Fabio Rubiano. Además, como cada sala y cada grupo tiene su particularidad, el público puede acceder a una variada oferta: teatro infantil, danza, comedia, drama, teatro clásico y teatro contemporáneo. Sin embargo, aún falta mucho trabajo coordinado, indispensable para formar un circuito teatral con todas las de la ley. Hasta ahora solo tres grupos (La Maldita Vanidad, L’Explose y la Casa del Teatro Nacional) están en una iniciativa germinal para conformar un distrito teatral. Los demás, aunque son amigos entre ellos, aún trabajan cada uno por su lado. La idea, que impulsan algunos, es unir esfuerzos. “Trabajar juntos nos permitiría ser más competitivos y más visibles -piensa Jorge Hugo Marín, director de La Maldita Vanidad-. Podríamos crear estrategias de difusión para atraer más público y para ser más relevantes”. Hay ideas y ejemplos para tener en cuenta: descuentos por tener boletas de otras salas, programación compartida o un festival en la zona.Por ahora, lo que está sucediendo demuestra que el teatro colombiano vive un momento prometedor. Hace cuatro años SEMANA hablaba de un auge en la escena nacional, con nuevos directores, dramaturgos, actores, escenógrafos, vestuaristas y creaciones arriesgadas y de calidad. Eso combinado con un sistema de formación académica formal e informal está dando resultados. Para muchos el gran desafío sigue siendo el público; que más colombianos aprovechen esa gran oferta cultural. Situaciones como esta demuestran que lograrlo no es imposible.

Vea el mapa interactivo del circuito de teatro: