Crónicas de rock
The Smashing Pumpkins en el Movistar de Bogotá: una arrolladora y sensible clase maestra de rock
Billy Corgan ratificó su estatus de virtuoso y su banda navegó entre lo sensiblemente sutil y la contundencia supersónica desatada por Jimmy Chamberlin en la batería. Y como los ingenieros dotaron a la noche del mejor sonido posible, se configuró una experiencia difícil de superar y de olvidar en el ya icónico escenario de la capital.
He visto varios conciertos en este escenario y este fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores. Los adjetivos se quedan cortos. Lo acepto, soy hijo de la música de los noventas y eso influye, pero esta valoración trasciende esa conexión: lo que entregó ayer en la capital esta banda noventera de génesis y presente de espíritu fue indiscutible.
The Smashing Pumpkins trajeron a Bogotá su gira The World is a Vampire y dejaron casi dos horas de concierto en el que entregaron todos sus matices: el viaje incluyó lo más sentido, con una versión emotiva de “Disarm” que provocó lagrimeos, y canciones como “Zero” (entre muchas más) que nos recordaron a los presentes lo maravillosamente pesada que puede llegar a ser esta agrupación que desde sus inicios ha creado música intemporal e irrepetible.
Uniendo pasado y presente, los Smashing dejaron versiones impecables de su música nueva y de sus canciones eternas. Erizó la piel vivir “Today”, sentir “Tonight, Tonight” (con esa batería galopante y emocional que la empuja a la inmortalidad) y librarse a “Mayonnaise”, a “1979” y a“Cherub Rock”. El viaje en el tiempo a su trayectoria saltó entre épocas con todo éxito, e hilvanaron así una absoluta clase maestra de rock.
En el centro, Billy Corgan, en las guitarras impactantes, que domina como un Dios del instrumento (sin exagerar, es pasado) y en ESA voz que nadie más tiene, para memorables efectos y versos. Lo secundan Jimmy Chamberlin, en la batería asombrosa, reminiscente de un gigante como Neil Peart solo porque es enorme en su propia ley, que hace de la banda una irresistible fuerza de contundencia; y James Iha, en las guitarras, en los planos sonoros supersónicos, en la personalidad afable e irreverente. Los tres hicieron valer su química histórica y su experiencia.
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Por su lado, su corte acompañante, compuesta por Katie Cole en los teclados, Jack Bates en el bajo (hijo de una leyenda de las cuatro cuerdas como Peter Hook, de Joy Division y New Order, que suena increíble, para la muestra “Beguiled”, donde fue casi protagonista), y Kiki Wong en la guitarra (llegó en 2024 tras una convocatoria y entregó su vena metalera), sumó todo de sí para entregar uno de los conciertos del año. Esta fue una lección de música y sentimiento, que con total fluidez pintó indie y pintó doom, que navegó lo pesado, lo rocanrolero, lo folk y lo heavy. No se podía pedir nada más.
Fue inolvidable. Corgan y sus Pumpkins tocaron 23 canciones, una más que en el resto de la gira, pues sumaron para esta capital que visitaban por tercera vez una notable versión de “Where Boys Fear to Tread”, que no tocaban desde 2013 y que sonó brutal. También alimentaron su lista de canciones con el material de siete de sus trabajos discográficos, y sumaron una dosis saludable de covers de naturaleza bien distinta: uno de “Zoo Station” de U2, uno de Fleetwood Mac, uno de Ruth Etting y uno hermoso de David Bowie para cerrar, en voz de Iha.
Este concierto estará por siempre marcado por los músicos, claro, pero también por el sonido impecable que presentó. No fui a sus conciertos anteriores en Bogotá, pero sé que esta noche sonaron mejor que nunca, porque es casi imposible sonar mejor que esto. El Movistar ayer fue el mejor Movistar posible. Y fue en ese marco que la banda desplegó sus décadas de éxitos.
Fue en ese marco que no solo nos dieron material reciente, nos volaron la cabeza con esos riffs menos escuchados por la masa, e hicieron mucho de lo nuevo parte de lo mejor del concierto. Los Smashing tienen canciones que activan memorias y emociones (para los nacidos en 1979, para todos), ¡y las repasó todas!, pero la experiencia no se redujo ni por un segundo a eso. Y así, desde esas decisiones, suenan increíble, más potentes que nunca. Billy Corgan y sus chiques entregan rock al más alto nivel, ese que se quiere repetir cuantas veces se pueda.
El éxtasis colectivo de la genialidad
Corgan, la punta de lanza, que con su brillante cabeza libre de cabello pareció salido de una película intergaláctica en muchos apartes de esta experiencia, entregó su presencia notable y su virtuoso talento. En sus composiciones adoradas y recordadas, pero sobre todo en su suprema ejecución, el músico ilustró que su reciente queja sobre no ser incluido en listas de ‘mejores guitarristas’ no es ni vana ni producto de la vanidad. Son hechos. Su estrella fue más rotunda de lo que imaginé y de lo que esperaban hasta los más optimistas.
La banda solo habló al público, por cuenta de James Iha, a los 22 minutos de su presentación. Y solo 22 minutos después de ese saludo inicial, Billy se dirigió a su rebaño. Emocionado, agradeció a la gente por acompañarlos. Entabló entonces diálogo teatral con Iha; le dijo que habían hecho sold out, y que claramente tenían más amigos en Bogotá de los que pensaban. Iha habló de lo “superawesome” que es este país. Y lanzaron entonces esa canción de 1992, que nos desarmó a todos con una sonrisa.
“Es una bandota, aún después de tanto tiempo, muestra poder en el escenario. La guitarrista y el bajista me encantaron, los tuve muy cerca todo el concierto. Billy, pues con esa onda entre vampiro y ser amoroso, es increíble, tan sencillo pero tan complejo... es alucinante”, compartió con nosotros Catalina Sandoval, otra hija de los noventas que no podía no ir al encuentro de esos solos de guitarra que se le metieron debajo de la piel hace años y anoche se reactivaron en sus entrañas. No los había visto jamás en vivo y pidió estas boletas como regalo en su cumpleaños 50.
Por su lado, Camila Hoyos, bogotana de 40 años confesó que “Me produjo de todo. Ese concierto fue una ensalada de emociones para mí. Estuvo divino. Sonó particularmente bien, mis experiencias anteriores en el Movistar siempre presentaron algún “chueco” en el sonido, pero anoche estuvo impecable. Estuvo perfecto, casi lloro”.
Así como ellas dos, casi diez mil personas nos sumamos a un éxtasis colectivo que vivirá en la memoria por tiempo considerable, porque unió la versión de la banda que merece su público 40 años después de engarcharlo por primera vez y la mejor versión del escenario que la acogió para mágicos efectos. ¡Que se repita!
El setlist de la noche
“The Everlasting Gaze”
“Doomsday Clock”
“Zoo Station“ (cover de U2, bien particular en su entrega y en su parte de solo de batería)
“Today”
James Iha saludó al público... “Hola, Bogotá, buenas noches, ¿qué tal”?, dijo en español. “We are the Smashing Pumpkins and we are so glad to be here”...
“That Which Animates the Spirit”
“Tonight, Tonight”
“Beguiled”
“Ava Adore”
“Disarm”
“Landslide” (cover de Fleetwood Mac)
“Shine On, Harvest Moon” (cover de Ruth Etting)
“Mayonaise”
“Bullet With Butterfly Wings”
“Where Boys Fear to Tread” (tocada en vivo por primera vez desde 2013, no había sonado en la gira, ¡gran regalo para Bogotá!)
“Empires”
“Perfect”
“Sighommi”
“1979″
“Jellybelly”
“Gossamer / The Spaniards”
“Cherub Rock”
“Zero”
Y, después de un par de minutos...
“Ziggy Stardust” (cover de David Bowie cantado por James Iha).
Noviembre Rock indetenible
Este impresionante mes para la historia que ya vio a Paul McCartney maravillar el Campín, a Slipknot homenajear su disco seminal en noches consecutivas en el Movistar, a Rock al Parque congregar a 300 mil personas en el Simón para ignorar las copiosas lluvias y celebrar la música y a Linkin Park versión 2024 llevar a sus seguidores al nirvana (a pesar de los líos de sonido del MedPlus), tiene en fila mucho por dar todavía. Vienen en noviembre conciertos de Toto (18), de Keane (23), ¡de Iron Maiden! (24), de ANIMAL (28). Antes, sin embargo, viene el turno para Franz Ferdinand y The Vaccines (este sábado 16). El mes, además de conciertos impresionantes también ha dejado anuncios impactantes para el próximo año, que les estaremos compartiendo muy pronto. Qué viva la música.