Crónicas de rock
Tras su concierto de despedida en Bogotá y 40 años de metal, quedó claro que Sepultura jamás tendrá sepultura
Luego de décadas de thrash, death y groove, Andreas Kisser, Paulo Jr., Derrick Green y Greyson Nekrutman despiden la icónica banda de los escenarios en una gira que pasó anoche por la capital. En su arrollador concierto en el Bar Calle 13, la banda dejó en claro por qué está entre las más grandes de la historia del rock pesado.
Belo Horizonte, años ochenta. Tras ensayos y errores, cuatro jóvenes dejan de hacer covers de Iron Maiden, Black Sabbath y Metallica, y deciden imponer sus canciones y su estilo propios para el mundo, que se dio cuenta de que en Suramérica hay fuerza, potencia y gritos que piden ser escuchados a través de la música pesada. En Suramérica hay un inconformismo y una ira que se canalizan y salen en forma de heavy metal. La historia dice que, en medio de diferencias y separaciones posteriores, surgió una banda indeleble en la región, que ha influenciado no solo a jóvenes de países vecinos, sino de todo el mundo: Sepultura.
Bogotá, 2024. Tras una carrera de 40 años, mucho thrash, death y groove, Sepultura (Andreas Kisser, Paulo Jr., Derrick Green y Greyson Nekrutman) dice adiós (en la que ojalá sea una de esas despedidas no definitivas) a los escenarios y deja claro que está a la altura de las bandas más grandes del rock pesado.
Cerca de las siete de la noche se abrieron las puertas en el Bar Calle 13, en la zona industrial de Bogotá, para dar comienzo a la despedida de la banda brasileña. De manera organizada, el lugar se fue colmando de fieles; incluso una colonia brasileña apareció para saludar a sus coterráneos. A las 7:20 apareció Solar Storm con su propuesta de groove, death, metalcore e industrial y calentó los ánimos, en el mejor sentido de la palabra; uno de sus recientes sencillos, “Impact”, retumbó, entre otros, y dejó claro por qué fueron teloneros de los suecos Pain en su reciente visita al país.
Luego de 45 minutos aproximadamente, los paisas Absolution Denied continuaron aplastando el escenario, death metal y metalcore sonaron para continuar dándole forma al ritual de despedida. Quince años de carrera al servicio de los oídos más exigentes, contrabajos como Red Harvest y Failure. Es más que necesario prestarles atención a este par de bandas que proponen una renovación de los sonidos extremos en el país.
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Bogotá, 9:30 p. m. Unos segundos de oscuridad y silencio, los samples de “Polícia” y luego los de “Refuse/Resist” empezaron a sonar. Comandados por Andreas Kisser, Paulo Jr. Derrick Green y Greyson Nekrutman (estos dos últimos estadounidenses) saltaron al escenario a devorar las almas presentes. No importa quién la interprete... “Refuse/Resist” es un himno del metal latinoamericano, una identidad en el mundo. El mosh pit comenzó a girar y no se detuvo.
La voz de Green y los coros del público fueron una constante... Metal es metal, sobre todo el de Sepultura. “Territory”, otra oda cantada por generaciones, continuó con el tránsito de este “hasta luego”; “Slave New World” continuó esa senda clásica. Por supuesto, también se escucharon los gritos de guerra de la era Green: “Kairos”, “Mind War”, “False”, “Sepulnation”. Los saltos, el pogo, el ritmo... No hubo cabida para purismos o inclinaciones por ciertas épocas y años específicos de la banda. Metal es metal.
Y continuó confirmándose... “Escape to the Void” (del trabajo Schizophrenia, de 1987) “Biotech is Godzilla” (del famoso Chaos A. D.), “Inner Self” y “Arise” (de los álbumes Beneath the Remains y el homónimo Arise) invitaron a la evocación, a la nostalgia, a la histeria colectiva de tener en frente a unas leyendas que le dieron la voz una parte de América que jamás se callará. “Ratamahatta” (famosa por la colaboración de Carlinhos Brown) y “Roots Bloody Roots” cerraron una época que brilló desde finales de los ochenta, ascendió en los noventa y se confirmó en los años 2000 como una de las voces más importantes del metal en el mundo. Puede haberse despedido en esta gira de su público, pero algo quedó claro: Sepultura jamás tendrá sepultura.
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