PREMIOS DIÁSPORA
Tres colombianos marcando la diferencia en la arquitectura moderna
Arquitectos colombianos con trabajos reconocidos en el exterior fueron galardonados en los Premios Diáspora. Un centro para el cáncer, una universidad para latinos y una casa flotante, entre los destacados.
Cuando el arquitecto Daniel Saavedra acompañaba a su esposa al hospital para someterse a la sesión de quimioterapia para tratar el cáncer que padecía, le prometió que diseñaría un hospital en donde los pacientes “no tuvieran que pasar por lo que ella vivió”.
Y no se refería peyorativamente al tratamiento, sino al espacio en donde lo recibió. Un lugar que Saavedra describe como estéril e institucional.
“No había ni siquiera sillas cómodas para recibir el tratamiento, no era posible tener una interacción con otros pacientes. Todo fue sentarse en una silla con unas cortinas a cada lado. Ella no tuvo un lugar donde sentirse cómoda, donde pudiera tener una perspectiva que solo fuera una enfermedad y se pudiera recuperar”, recuerda el arquitecto.
El sueño de Saavedra se hizo realidad. Este año el proyecto Swedish American Regional Cancer Center, ubicado en Rockford, Illinois (Estados Unidos), fue uno de los galardonados en los Premios Diáspora de Arquitectura Colombiana MMXVI, que reconocen el trabajo de arquitectos colombianos que ejercen en el exterior y que están demostrando que la vanguardia de este arte en el mundo se encuentra en constante evolución.
“Les dije que quería diseñar un centro donde se pudiera tratar más humanamente y no en una forma como yo vi como trataron a mi esposa anteriormente. El cáncer es una enfermedad fuerte e impactante y es algo que realmente desconocemos y muchos no tienen idea de cómo es el tratamiento y cuál es la mejor forma de recibirlo”, cuenta el arquitecto.
La doble curvatura de la fachada da un aspecto de movimiento, “de que estamos en un transcurso de nuestra vida que nos va a dar ese movimiento, que va a haber momentos en que la situación va a ser difícil pero seguiremos moviéndonos como el viento, sin quedarnos estancados como lo haría una caja o un hospital de fachada plana. Queríamos darle una actividad y un movimiento armónico para que la gente se sintiera parte”, enfatiza el arquitecto.
Una de las partes del proyecto que más llama la atención es el jardín de meditación y sanación: un lugar en donde los pacientes tienen un momento de silencio e intimidad que ayuda a solventar la enfermedad que los aqueja.
Una universidad para latinos
“Lo interesante del proyecto es que a nivel universitario es una de las pocas veces en las que yo he visto una universidad de estudiantes latinos que pueden llegar al campus de una manera más fácil”. Dice Juan Gabriel Moreno, arquitecto que se encargó de diseñar la sede El Centro de la Northeastern Illinois University.
La historia de esta sede es interesante porque este programa es para latinos, a los que normalmente la generación anterior de sus familias no pisó nunca una universidad, entonces ayuda a romper muchas barreras para la población.
“Muchos están muy contentos ahí, están orgullosos, estudiantes de otros programas ya quieren tomar clases ahí, entonces ya estamos hablando de otro nivel: hablamos del nivel de integrar, hay latinos, gringos, hindús y eso es la vida real”, agregó Moreno.
Además el arquitecto recalcó que varios de los estudiantes de otras universidades llegan al campus, toman clases y regresan a sus casas. Muchos pierden la oportunidad de interactuar, “eso se llama aprendizaje afuera del aula”, recalca. Dentro del edificio el arquitecto ha buscado cualquier disculpa en los espacios para que los estudiantes quieran pasar más tiempo, “si es un pasillo aburrido donde solo se pasa del lado a otro yo puse una galería de arte o se siente como un auditorio donde se puede relajar o ir a otros lugares que tienen vistas hermosas de la ciudad”, recalca.
Una casa en el agua
Parte de la madera que se usó para construir esta casa flotante autosuficiente, diseñada por la arquitecta Gloria Andrade, se reutilizó de una casa que había sido consumida por el fuego. Gracias al agua, de la cual se soporta, esta construcción genera su propia energía.
La característica principal de la casa son islas flotantes creadas a partir de plásticos reciclables. Se trata de un diseño con sistemas bioclimáticos y sostenibles. Un lugar por donde entra la luz hasta por debajo del agua.
“Todos los desechos que produce la casa están conectados al puerto de Seattle, dado que la casa está localizada en Lake Union, ningún desecho contamina el lago, sino que va a parar con el resto de residuos que genera la ciudad”.
Gloria Andrade cuenta que para el diseño del cuarto que está sumergido tuvo que tener extremo cuidado para que no existiera ningún orificio por donde el agua pudiera entrar “solo supimos que funcionaba hasta que sumergimos la casa en el lago, ahí fue cuando uno de los obreros grito: All right!”.
Andrade obtuvo el PAD de oro por este proyecto que además le garantizó una certificación LEED platinum, que se le concede a las estructuras arquitectónicas que velan por el medio ambiente.
Ahora la casa flota por Lake Union con libertad, eso sí con los problemas sobre cómo acreditar que esta propiedad pertenece a alguien cuando no ocupa un territorio fijo.