A primera vista, el trabajo de Claudia Hakim en la dirección del Mambo es envidiable: está al frente de una de las entidades culturales más prestigiosas del país, cuya historia se remonta, nada más y nada menos que a Martha Traba; todo lo que se programa es noticia y sus convocatorias reúnen en el mismo lugar artistas y empresarios con la intelectualidad; por la relevancia de su cargo su presencia es casi obligada en toda la movida cultural, nacional e internacional. Además, debe actuar como anfitriona de las celebridades que visitan la capital del país, porque el MAMBO es una especie de escala obligada para los visitantes. Y no puede ser pasada por alto la razón de ser de la institución: ser la responsable de catalizar mediante las artes plásticas, la realidad.

Envidiable. Seguramente así lo pensó en 2016 cuando aceptó ponerse al frente del museo. Porque reunía las condiciones para ello: como escultora tenía reconocimiento, como empresaria cultural venía de estar al frente de la galería, NC Arte, que ella fundó y como gestora contaba con la experiencia de haber formado parte de la junta de Amigos del Museo Nacional.

Sin embargo, cuando tomó las riendas vino a descubrir que la realidad era de otro talante. El museo que había aceptado dirigir acumulaba deudas con los bancos por 2.800 millones de pesos y algunos sectores del publicitado edificio, obra de Rogelio Salmona, parecían caerse a pedazos y los depósitos, donde se guarda la colección, amenazaban con arruinar su patrimonio.

A pesar de semejante situación, que ella desconocía por completo, resolvió no claudicar, sino ponerse al frente de la institución. No es un asunto fácil, pues como se sabe, las entidades culturales, que no forman parte del entramado burocrático –Ministerio de Cultura y la Secretaría de Cultura del Distrito– están condenadas, a buscar, simultáneamente, el apoyo de la empresa privada y el de las entidades citadas. El del empresariado es difícil, porque no existe una verdadera tradición en este sentido y la legislación de mecenazgo vigente es, para decir lo menos, un chiste. Con el Estado es aún peor, hay que hacer antesalas, cumplir con requerimientos burocráticos interminables, humillarse, rogar y, a la final, conformarse con lo que al funcionario de turno le dé la real gana aportar, como si se tratara de sus propios recursos.

Claudia Hakim, directora del Mambo. | Foto: Guillermo Torres Reina

Tres años le tomó sanear esas finanzas, en un proceso complejo de negociación con seis bancos. Para conseguirlo, es verdad, contó con el apoyo de algunos de los más importantes artistas del país y algunos empresarios. Pero, sanearlas no era, ni sigue siendo suficiente, puesto que el museo, como institución no puede permitirse el lujo de limitarse a pagar la nómina de los 40 funcionarios: un museo de arte moderno, por definición no puede, ni debe, limitarse a exhibir su colección, pues hay que renovarse, reinventarse y mirar paralelamente al interior y al exterior. Queda aún pendiente todo el proceso de recuperación del edificio, adecuación de los depósitos, de las salas de conservación para la colección y, para más adelante, pensar en la necesaria ampliación del edificio.

Una tarea aún pendiente: dotar el museo de las salas de conservación e investigación, insuficientes e inadecuadas en la actualidad.

UN ARRIENDO QUE TERMINÓ EN GALA

En 2017 la situación se hizo insostenible. Fue, entonces, cuando una agencia de publicidad planteó una campaña suicida. De las paredes del edificio se colgó una gigantesca pancarta que ofrecía en arriendo el edificio del MAMBO. El propósito no era arrendarlo, sino alertar a la ciudad sobre la situación, recuerda la directora.

Fue entonces que apareció Ángela Royo y sugirió la posibilidad de realizar una gala para allegar fondos. La iniciativa fue de ella, porque había organizado galas en Nueva York, le confesó Claudia Hakim a SEMANA.

Una gala, que para el caso es una convocatoria donde la belleza y el esplendor del vestuario y la decoración del lugar son el imán y la excusa para atraer a los asistentes, que participan mediante una donación de una noche extraordinaria: subastas, una cena de gala, una fiesta donde todo se confabula para ser espectadores y protagonistas con un propósito: mantener con vida al Mambo. Un evento único, sin precedentes y sin parangón en Colombia

Adicionalmente, cada Gala ha sido la oportunidad para exaltar protagonistas de la escena cultural. La primera, que se hizo dentro del museo, homenajeó a Lilly Scarpetta, mecenas y coleccionista. La segunda, para Andrés Uribe Crane, benefactor del MAMBO, se organizó bajo una monumental carpa en el parqueadero del museo. Para la tercera, en pospandemia, el lugar fue el edificio Atrio del arquitecto británico Richard Rogers, para esquivar los costos millonarios que implica realizarlas en el MAMBO, fue para reconocer la trayectoria cultural del empresario José Alejandro Cortés.

Los resultados están a la vista. Por ejemplo, con lo recaudado en la segunda se logró la adecuación de la sala que enmarcó la exposición a propósito del centenario de nacimiento de Eduardo Ramírez Villamizar con la donación del dramaturgo Germán Moure, sobrino del artista.

Como resultado de la Gala II, se anexó una nueva sala, que se inauguró con la exposición Centenario de Eduardo Ramírez Villamizar.

La del próximo sábado, primero de octubre, la cuarta; titulada Tu Fantasía, exalta a Elvira Cuervo de Jaramillo. Ocurrirá en una monumental bodega en la zona industrial de Bogotá, que permitirá acoger los 560 personas que ya confirmaron su asistencia mediante su donación; contará con la presencia de la Orquesta Filarmónica que trabajará con el DJ Julio Victoria, Banquetes Pierre, un montaje excepcional, subasta en vivo y subasta en plataforma. Toda una fiesta alrededor del arte.

HOMENAJE A ELVIRA CUERVO

El nombre de Elvira Cuervo parece cerrar el círculo de esta crónica. Porque como miembro de la Asociación de amigos del Museo Nacional, Claudia Hakim fue testigo del compromiso de esta bogotana con la cultura y dice: “Ella no solo ha hecho enormes aportes a la cultura, sino que se mantiene vigente, activa y creativa”.

La infancia de Elvira Cuervo transcurrió entre las paredes del Panóptico, sede del Museo Nacional, que dirigía su tía Teresa Cuervo, quien se encargó de su formación a la prematura muerte de sus padres. Entre 1992 y 2005 llegó a dirigirlo y fue la encargada de modernizarlo y convertirlo en el primer museo del país en su género.

Diputada de la Asamblea de Cundinamarca, representante a la Cámara, embajadora, viceministra primero y ministra de Cultura después, Legión de Honor de la República francesa, ha sido y sigue siendo una gran personalidad. Eduardo Serrano, decano de los curadores de arte de este país, uno de los artífices de lo que artísticamente es el MAMBO hoy, dice de ella: “Ha sido una mujer visionaria de la cultura en Colombia. Su elegante coraje ha servido de influencia inspiradora en la creación de múltiples entornos para convertir anhelos en realidades artísticas y sociales. Su calidez humana ha sido su mejor arma para el reconocimiento de dones y talentos que ha estimulado”. Finalmente añade Serrano: “Sin ella, otra menos digna y aguda hubiera sido la escena cultural nacional de las últimas décadas”.

Queda todo dicho: una gala, necesaria para el MAMBO y merecida para su protagonista.

Ha sido una mujer visionaria de la cultura en Colombia. Su elegante coraje ha servido de influencia inspiradora en la creación de múltiples entornos para convertir anhelos en realidades artísticas y sociales