Entrevista
“Una orquesta debe buscar la excelencia artística y ser agente de transformación social”: Ana Cristina Abad
Esta semana la Corporación Orquesta Filarmónica de Medellín anunció que luego de cinco años en la dirección ejecutiva, Ana Cristina Abad dejaba el cargo. SEMANA habló con ella sobre lo que considera que debe ser el papel de una orquesta en la sociedad de hoy, y sobre su trabajo con la Filarmed.
Cuando asume la dirección de la Corporación Orquesta Filarmónica de Medellín, ¿cómo se imaginaba el futuro de la orquesta?
Hace cinco años nos trazamos varias acciones: un plan artístico que permitiera visibilizar el talento de cada uno de los músicos de la planta orquestal en diversos campos de acción más allá de los conciertos de temporada en un teatro; una orquesta de y para la ciudad y el mundo; una relación de pares con aliados y amigos del sector cultural de Medellín y Colombia para desarrollar proyectos conjuntos en pro del fortalecimiento del sector, que nos permitiera visibilizar la relevancia de estos bienes simbólicos.
Ese plan concibe el trabajo de la orquesta en varios ejes: circulación que es lo más parecido a lo tradicional de una orquesta: hacer conciertos, con la diferencia de que no son solo para el estereotipo del público de la música clásica, sino que la música puede ser para todos, por eso pusimos a circular la orquesta en muchos lugares: espacios públicos, calles, municipios; con repertorio académico pero también popular, acercando la gente a este patrimonio universal.
También trabajamos en la apropiación de la música, en que sea un tema de conversación, y creamos un modelo de formación que va desde el primer contacto de los niños con la música en la escuela, pasando por la iniciación musical hasta la práctica instrumental basada en lo colectivo, entendiendo la capacidad de las artes de desarrollar habilidades cognitivas y sociales.
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Todo esto, además, requería de una estructura administrativa más sólida para asumir los retos del momento y de un plan financiero y de consecución de recursos que lograra la sostenibilidad financiera de la orquesta.
Hoy, luego de hacer una revisión minuciosa de estas acciones, considero que vamos por buen camino.
Luego de haber trabajado con la Filarmed, ¿cuál diría que es el papel de una orquesta?
Entiendo que una orquesta tiene per se un compromiso con la calidad artística. Una organización que se dedica a interpretar no puede renunciar a la búsqueda de la excelencia.
Pero también debe entenderse como un agente de transformación social. Es por eso hicimos música por fuera de los teatros, y permitimos que las personas tuvieran acceso a ella de múltiples maneras.
Esa doble condición de la búsqueda de la excelencia artística y de su comprensión como agente de transformación social son las dos caras de una misma moneda que representan a la orquesta Filarmónica de Medellín.
Como dice Marconie, una orquesta no tiene rival como medio de expresión musical. Y, a mi juicio, yo me atrevería a decir que su potencia expresiva e instrumental también debería trascender la estética misma del ritual de un concierto, sin demeritar su relevancia y la necesidad de cuidarlo y preservarlo como un acervo del patrimonio universal.
En nuestro contexto latinoamericano, el papel de la orquesta debería tener un desarrollo en lo social, lo comunitario y lo educativo para incidir y contribuir a dicha situación, así sea de manera tangencial.
Nuestra realidad nos exige superar la idea de ver las orquestas como “dinosaurios” complejos de sostener, para convertirlas en un microcosmos social que se inserte en las dinámicas culturales y logre darle a la música sinfónica más realce, relevancia y significado para el ciudadano de a pie.
¿Cuáles considera sus dos o tres logros más importantes con la orquesta?
En lo artístico, nos queda a todos la alegría de la primera gira internacional de la orquesta, representando nuestro país en Italia. Además vinieron como invitados, directores y solistas que circulan por los grandes escenarios del mundo a tocar con la orquesta. Que el maestro Andrés Orozco Estrada volviera a dirigir la orquesta de su ciudad, y estuviera siempre atento y dispuesto a recomendar, a sugerirnos, a aportar desde su experiencia y conocimiento, es una inmensa satisfacción.
También es importante haber fortalecido el trabajo con otros. Entendernos como ecosistema musical y como sector cultural que necesita trabajar de la mano.
La sostenibilidad de la orquesta será siempre una cuestión central. La organización requiere de la suma de voluntades del sector público y privado, la comprensión de que se requieren compromisos de largo plazo, y en eso hemos avanzado. Hoy la ciudadanía y quienes toman las decisiones sienten que la orquesta tiene un aporte que hacer a la ciudad.
Llevamos a cabo un par de programas en los que hicimos patente que la música puede transformar vidas, uno con población neurodiversa, llamado Soy músico, en el que los jóvenes trabajan con musicoterapeutas y luego hacen un concierto con sus instrumentos al lado de los músicos sinfónicos profesionales. Y el Coro Reconciliación en el que víctimas y participantes del conflicto suman sus voces y nos dan ejemplo de construcción de armonía. Esas son algunas de las muchas cosas que me llevo en el corazón.
¿Qué les enseñó el 2020 y cómo se imagina ahora el futuro de orquestas como la Filarmed?
La pandemia fue exigente en todos los sentidos. Nos obligó a adaptar formatos, a preparar nuevos repertorios para fortalecer los grupos de cámara. Nos llevó a desarrollar destrezas de las que carecíamos, como grabarnos de manera independiente, transmitir nuestros conciertos, hacer presencia y acercarnos al público poniendo la música en conversación con otros temas.
Después de un comienzo sin claridades, logramos desarrollar una programación que se conectó con el público.
Además, el 2020 nos enseñó que hoy, más que nunca, no somos una orquesta de Medellín sino del mundo, pues la apertura de los canales digitales nos ha permitido expandir y visibilizar nuestra música sin fronteras. Además, nos reafirmó el valor de la música para sanar y animar el espíritu de la gente.
En el futuro, espero que muy pronto vuelva la presencialidad, pero no podemos dejar de lado los aprendizajes de lo virtual y la capacidad que nos brinda de llegar a un público universal, que se conecta con el contenido de calidad.
Y adicionalmente, aspiro que las orquestas profesionales del país logren consolidar acciones reales de una asociación donde los derechos de los músicos, la formación de los cargos técnicos profesionales, la sostenibilidad financiera en el largo plazo, los procesos artísticos y de formación musical de largo alcance, las giras del talento nacional e internacional puedan ser de una vez por todas, una realidad.
De lo que aprendió ejerciendo este cargo, ¿qué destacaría?
Qué las artes no son un lujo, sino una necesidad si queremos efectivamente lograr una transformación de nuestras sociedades.
Que tienen mucho por decirnos y enseñarnos.
Y que una orquesta es la más perfecta representación de todo lo que podemos alcanzar como sociedad.
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