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Vimos los dos episodios iniciales de ‘Rings of Power’, esta muy grata impresión nos dejó la serie de Prime Video
Un arranque contundente deja muy bien parada a ‘El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder’, la serie más costosa de la historia de la televisión y el streaming. Establece personajes fuertes, secuencias asombrosas, y cuenta con una banda sonora que eleva sus grandiosa factura visual y una inocencia que su competencia no concibe siquiera tocar.
A la expectativa desbordada pero natural, asociada al archifamoso material fuente de J.R.R Tolkien y a las impresionantes sumas en ella invertida, la serie Lord of the Rings: Rings of Power ha logrado responder. Lo hace con atmósferas grandiosas, tan luminosas como opresivas; con seres admirables y orcos asquerosamente creíbles; con personajes fuertes e interesantes, algunos tiernos e inocentes; con drama, magia, valentía, algo de ligereza y profunda oscuridad (Sauron, en lo suyo).
En últimas, juzgando por dos episodios que pudimos ver en adelanto antes de su estreno el 2 de septiembre, Rings of Power ha logrado transportar a este televidente (algo escéptico) a ese universo de elfos, enanos, pelosos (los hobbits vieja escuela), de montañas, picos helados, geografías mágicas y muy vastas, pero cargado de tantos matices, luces y sombras como el nuestro. Todo es una metáfora, en el fondo, si así se le permite ver. Hay paz aparente, pero el mal sabe esperar su momento y se reagrupa mientras llega. Y si bien algunos se regodean en lo que parece la tranquilidad, otras seguirán hasta estar completamente seguras de que esa tranquilidad está bien fundamentada.
Que yo recuerde, y lo revisé, ese primer episodio lanza la presentación a los 17 minutos porque antes, muy acertadamente, va directo al corazón del asunto. En principio muestra la luz predominante en la infancia de quizá su personaje esencial, Galadriel, simbolizada en un barquito de papel que ella construye y que “no solo flotará, navegará” (e igual es saboteado por otros niños); y luego, tras explicar la llegada de Morgoth, la amenaza que todo lo cambió, la que cambió el tinte de esa luz al extinguirla, se nos sumerge en una brutal batalla en la Tierra Media contra las fuerzas de dicho enemigo. Y qué batalla.
Y es al final de esta cruenta contienda de siglos es que conocemos a la comandante Galadriel, ya adulta (interpretada por Morfydd Clark, quien rápidamente prueba acertada su elección). Esta elfa batalladora, por impulso y por lealtad a la causa del hermano que la guio en su infancia, busca sin parar a Sauron y a sus orcos, con resultados mixtos que de los cuales el televidente pronto será testigo.
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Los dos primeros episodios, a estrenarse en Prime Video, se guardan una entendible porción de establecer universos y personajes, y tipos de personajes. Es El señor de los Anillos y esa es misión básica. Pero jamás se siente sobrecargado porque los alterna con narración intensa y unas cuantas secuencias nada menos que asombrosas.
En este universo inspirado en Tolkien se reconocen varias dinámicas entre personajes. Está la amistad y camaradería fraternal entre las jóvenes pelosas Nori y Poppy; se nos presenta la rivalidad entre el príncipe enano Durin III y Elrond el elfo, que es amistad en el fondo. Están también las voces de los mayores, que ven más al cuadro general antes que a la particularidad. Y, seguramente, partiendo de ahí, mutarán hacia otros lugares. Los personajes convencen, atrapan, y en la mayoría de casos sus acentos son fascinantes.
Y si todos estos lazos se hacen fuertes, si todos los paisajes resultan más vastos de lo que visualmente se presentan (cinematográficos, como mínimo), si todos los terrores resultan más profundos, es gracias a la banda sonora de Howard Shore y de Bear McCreary. El célebre Shore, compositor ya se había encargado de la trilogía de películas de Peter Jackson, y si bien le da su propia personalidad a su música en esta épica serie, es inevitable sentir el efecto de conexión musical con las veneradas cintas del neozelandés. El universo cinematográfico de Tolkien conecta por muchos puntos, también desde lo intangible y poderoso que ofrece la música.
Se nos presentan impresionantes ciudades de elfos como Lindon; el barro crudo de las Tierra de Sur (tierras de humanos); un universo increíble en el corazón de la montaña forjado por los enanos. Todo a su buen momento. Y se sigue la desafiante cruzada de Galadriel quien se rehúsa a abandonar a su causa de saber qué se trae Sauron porque está segura de que algo se trae. El televidente también lo va percibiendo. Su huella persigue la rubia guerrera. Su temible misión se va revelando de a pocos en acciones, que antes que nadie perciben los personajes de Arondir, el soldado elfo, y Bronwyn, la curandera humana, y los otros humanos de las Tierras del Sur, tan dados a la tentación del poder y recelosos de los elfos y su mirada vigilante mirada.
Y en ese orden de ideas, no es exagerado decir que valdrá la pena seguir estos desarrollos y tantos otros más establecidos que seguramente estallarán a lo largo de cinco temporadas en total.
¿‘House of the Dragon’ vs. ‘Rings of Power’?
Para este sábado ya se habrán emitido, en HBO Max y en Prime Video respectivamente, dos episodios de ambas series. Y si bien son producciones de ficción y fantasía, da la impresión de que no se pisan en sus universos. Y habiendo visto lo visto, parecen posibles las palabras de George R.R. Martin, cuando aseguró que, más que una competencia, este momento en la televisión marcaba un gozo para los amantes del género. Las superproducciones tienen tonos propios, están bien hechas y ambas se dejan seguir porque crean irresistible intriga.
Y sucede porque, en el tono y en el corazón de sus relatos, las series se separan. House of the Dragon mira a pujas familiares en ese universo cruento y calculador de adultos y dragones. Rings of Power tiene de eso y un sinnúmero de bestias tremendas, pero suma el factor de la magia oscura mientras ilumina ciertas inocencias por las que vale la pena luchar. Visualmente se separan, y es innegable que Rings of Power presenta algo suficientemente fuerte como para trascender. Sus creadores dijeron que esto no era propiamente televisión y no parecen haber exagerado.
Queda mucha fantasía por ver. Lo bueno es que es de muy alta factura. Ojalá mantengan el ritmo.