Premios Óscar 2021
Una sorpresa y ratings desastrosos: repaso de virtudes y pecados en los 93 Premios Óscar
Arranque bonito, discursos largos, cortes abruptos, más inclusión, mismas quejas y muchos menos televidentes.
El arranque de la transmisión fue promisorio.
Vimos a Regina King, figura de televisión, ganadora del premio Óscar a Mejor actriz de reparto en 2019 por “If Beale Street Could Talk”, directora de “One Night in Miami”, dar inicio al ritual anual que se tomó más tiempo del acostumbrado por la “situaciones pandémica” (usualmente se da a finales de febrero).
La seguimos, a Regina, hasta el fin del mundo si es necesario, pero en esta ocasión, la vimos entrar en la sala de ceremonias “estilo burbuja” que fue la Union Station de Los Ángeles. Su caminar nos cautivó con su gracia y elegancia, y su manejo de una potencial caída nos hizo sonreír con ella. Se abrió paso mientras el ‘look’ de la transmisión replicaba el inicio de una película: los créditos aparecieron en pantalla con una estética neo setentera y se nos hizo sentir que Steven Soderbergh estaba en esto.
Es decir, la transmisión arrancó bien pero, horas después, terminó de manera truncada, tragicómica y nerviosamente repentina. ¿Hubiera importado un cierre triunfal y genial? Quizá no. Muy poca gente vio la transmisión en Estados Unidos. En 2018 26,5 millones prendieron el televisor, esta no llegó a los 10 millones. A este ritmo, en dos años solo verá esta transmisión la prensa que la tiene que cubrir.
Los grandes premios: predecibles, menos uno
El cierre anticlimático desnudó la más grande de las apuestas que no le salieron a los productores del show, y la más evitable. Cambiaron el orden de los premios para dejar de último el correspondiente a Mejor actor. Jugaron a la ruleta y apostaron por un desenlace emotivo con la esposa del fallecido Chadwick Boseman rindiendo su homenaje póstumo. Pero ignoraron que Anthony Hopkins dejó una interpretación de repercusión generacional en “The Father”. Garrafal error.
Ese final trunco, con un ganador justo pero ausente (Hopkins no viajó a ninguna de las sedes donde se entregaría el premio y no fue parte de la transmisión pues no se aceptaron videos) vino después de otras tres confirmaciones justas pero no sorprendentes: la de Frances McDormand como Mejor actriz, la de Chloe Zhao como Mejor directora y la de “Nomadland” como Mejor película. Vale anotar que esta última le valió a la casa Searchlight un impresionante registro, con cinco películas ganadoras de trece nominadas en esa categoría.
McDormand recibió el tercer Óscar de su carrera. Esta no es una competencia, pero con este triunfo se ubica a uno del tope histórico de Katharine Hepburny deja atrás a Meryl Streep y a otros grandes apellidos como Davis, Taylor, de Havilland, Fonda, Jackson, Field, Foster, Swank, Rainer, Leigh, y Bergman...
Su discurso no fue el más extenso, exaltó que el espadachín habla con la espada, que su arma es su trabajo, que su trabajo habla. Par muchos fue un discurso frío, para mí fue un discurso puntual, porque en el caso de McDormand su trabajo sí habla por ella. Frances no se anda con jodas, además, en el discurso en el que “Nomadland” fue declarada la mejor película, también había tomado el micrófono y había soltado un aullido de unión con esos nómadas que inspiraron la película de la noche y participaron en ella de corazón abierto. Ya había tenido su momento de despeluque, ¿para qué repetirlo?
Por su parte, Chloe Zhao, que en China recibe un tratamiento de espía cultural, recibió su Óscar con bellas palabras sobre una expresión en chino que la guiaba y le recordaba que el ser humano era bueno por naturaleza. Fue un discurso corto y muy sentido. Zhao, la primera mujer asiática en ganar un premio Óscar a Mejor dirección, recibió el anuncio de parte de Bong Joon-ho, el primer coreano en ganar la distinción (se había llevado los máximos honores por “Parasite”).
Rápido es mejor, pero...
Fue una ceremonia veloz. A las 10:20 de la noche terminó todo. Esto es positivo especialmente para quienes madrugan y para quienes prefieren saber quién ganó y punto. Esta velocidad vino de la mano de decisiones algo absurdas:
1) la velocidad supersónica del segmento “In Memoriam” provocó alta indignación en la fanaticada que fiel sintonizó. Había tanto talento en esa lista que no tener ni medio segundo para rendirles homenajes leyendo su nombre completo se sintió mal ejecutado (la música de Questlove tampoco pareció encajar muy bien). Entre los nombres más destacados, y los hubo muchos, Olivia de Havilland, Sean Connery, Christopher Plummer y Ennio Morricone.
2) Casi no se mostraron clips de las películas nominadas. Faltó clips de cine. Si la conexión ya de por sí es débil en Colombia, porque las cintas de perfil más independiente se estrenan después de los premios para tratar de generarles más taquilla, sin clips se pierde la sensación de afinidad, se pierde una razón para ver.
Aparte de Regina King, maravillosa, quien ha debido oficiar toda la ceremonia, el resto de presentadores, que incluyeron a Laura Dern, Riz Ahmed, Halle Berry y más, nunca lograron conjugar solemnidad con naturalidad. La transmisión no lo hizo más fácil. Se sintió extraño. En su intento de parecerse más a una premiación clásica, los Óscar lucieron como los Globos de Oro pero sin el trago.
En lo que respecta a los discursos, los premios no se sintieron tan afanados como de costumbre. Los ganadores tuvieron el tiempo de extenderse en sus agradecimientos y mensajes sin que la música orquestal los apagara. Esto dio pie a palabras profundas, divertidas y vibrantes.
Thomas Vinterberg, quien ganó el premio a Mejor película en lengua extranjera por “Druk”, dedicó el premio a su hija fallecida. Youn Yuh-Jung, Óscar a Mejor actriz de reparto por “Minari”, solo se consideró un poco más afortunada que sus otras colegas de categoría, con quienes jamás tendrá competencia (y aprovechó para coquetear con Brad Pitt y hablar de cómo adora quedarse en casa viendo televisión sin pensar en nada). Por último, Daniel Kaluuya, en un momento de celebración de la vida, destacó el hecho de que sus padres hayan tenido sexo, para vergüenza de su madre que lo escuchaba sonriente y cuya expresión cambió a: “¿A este qué le dio?”.
Here's Daniel Kaluuya's mom and sister reacting to him saying "My mom and my dad...they had sex. It's amazing! I'm here!" at the end of his Oscar speech pic.twitter.com/4nLZxY0Jwc
— Spencer Althouse (@SpencerAlthouse) April 26, 2021
La ceremonia vio a Glenn Close perder por octava vez, pero llevarse la atención de las cámaras por un extraño ejercicio de twerking al ritmo de una canción popular. Close, quien definitivamente no tiene nada que probarle a nadie, quiso aportar algo a la dinámica..
Aciertos y decepciones
Arrancó la noche con los premios de Guion y Guion adaptado. Estos fueron para Emerald Fennell por “Promising Young Woman” (único de la noche para esta cinta) y para Florian Zeller y traductor al inglés Christopher Hampton por la magistral “The Father”.
“The Sound of Metal” se llevó un par de premios, el de sonido era obligado, pero el de Mejor edición, a mi parecer, correspondía al griegos Yorgos Lamprinos, por su trabajo en “The Father”. “Mank” se llevó dos premios también, uno de estos el correspondiente a Mejor cinematografía, muy merecido.
La decepción chilena fue dura. El triunfo en la categoría a Mejor documental de “My Octopus Teacher”, una cinta de un neozelandés, desinfló al continente, que le hacía fuerza a Maite Alberdi y a Sergio Chamy, el protagonista de su película sensible y necesaria: “El agente topo”. Italia y los seguidores de Laura Pausini también se quedaron con las ganas, desinflados por el triunfo de H.E.R en Mejor canción original.
Muchos medios estadounidenses consideraron que la categoría a Mejor actor fue un robo. A mi parecer, Hopkins fue el justo el ganador. Boseman lo hizo genial como Levee en “Ma Rainey’s Black Bottom”, Riz Ahmed lo merecía también por su Ruben en “Sound of Metal”, pero el actor galés se ratifica gigante y deja una joya a la altura de doctor Lecter. Y esa es mucha altura.