Stella Cante, líder comunitaria, cuenta la historia de José Manuel, su padre, quien hace 41 años decidió dejar los paisajes de Turmequé, la capital del tejo, en Boyacá, para instalarse con su familia en Bogotá. Cuando llegó al barrio El Consuelo, en la localidad de Santa Fe, lo único que encontró en el terreno fue piedras y como buen trabajador decidió usarlas para materializar su sueño de tener casa propia. En ese entonces, tomó la vocería para motivar a los demás vecinos y así, entre todos, edificaron algunas casas que hoy conforman el barrio.Ahora Stella sigue su legado. Hace cuatro meses ella y los demás residentes del barrio recibieron una invitación de la Alcaldía de Bogotá para participar en Habitarte, un proyecto comandado por la Secretaría de Hábitat y la Fundación Orbis, de Pintuco, que busca transformar y generar tejido social en barrios de origen informal a través del embellecimiento de las casas.Aunque al principio no quería ser parte de la iniciativa por los problemas de salud que tiene su hija mayor, a quien hace un año le diagnosticaron meningitis, decidió asistir a los talleres donde aprendió técnicas para trabajar con la comunidad y estrategias para sobrellevar la enfermedad de ‘Milagrito’, su hija, como la llama luego de que casi pierde la vida.El siguiente paso fue convencer a sus vecinos para que hicieran parte del proyecto y lo logró. Aun su papá, de 86 años, la acompaña a las reuniones y dice que “es gratificante que casi cuatro décadas después vuelvo a ver unión, participación y consenso entre los habitantes del barrio”.Un tarro de pintura es la excusa para lograr el objetivo de ‘Habitarte’, pues a través de este medio las casas del barrio de Stella y otros, como Los Puentes, en San Cristóbal; y Buenavista, en Usaquén, que fue inaugurado la semana pasada en el nororiente de Bogotá con un macromural conformado por 500 casas. Todas reflejan fachadas coloridas y diseños que visibilizan la identidad de cada localidad.Guillermo Herrera Castaño, secretario distrital de Hábitat, dice: “Queremos mejorar el entorno en los barrios más vulnerables de la ciudad. Ya son 34.000 las fachadas que esta administración ha intervenido y la tarea es hacerlo en más de 64.000 para mejorar la calidad de vida de los bogotanos”.Como la idea también es generar consensos entre la comunidad, fueron ellos quienes escogieron los colores que están plasmados en cada fachada. En El Consuelo los tonos mora cítrica, regadio, mandarina tropical y azul oceánico le dan vida al macromural: “Los colores en el viento”, como lo bautizaron los propios habitantes.Un nombre que hace alusión a los fuertes vientos que soplan en sus laderas. Allí, unas 600 casas fueron beneficiadas y ahora unas 600 familias, como la de Stella, tiene otra percepción de su alrededor, pues, como dice ella, “no solo transformaron las casas, sino también los corazones de cada habitante, la seguridad del barrio y la convivencia entre los vecinos.Además del color para generar trasformación comunitaria e inclusión, el proyecto dispuso de diferentes espacios de formación para que los habitantes aprendieran habilidades en estuco y pintura, alturas, liderazgo, emprendimiento, negocios, manipulación de alimentos, belleza y fomi, entre otros.Stella y toda la comunidad pintaron sus casas y algunos ayudaron a diseñar y a pintar los grandes macromurales, que resaltan en los cerros orientales: todo gracias a lo aprendido en los talleres. “Esto no solo unió a los adultos –dijo Cante- sino que además unió a jóvenes y a chicos. Yo les replico el liderazgo a los niños para que entiendan que con lo que se haga en el barrio todos saldremos adelante”.Andrés, de 17 años, y Jennifer, de 23, asistieron al curso de gastronomía y mientras sus familias pintaban ellos preparaban la comida para la comunidad. Con arequipe, sancocho, bombones rellenos, trufas de café y coco, tortas y yogur, celebraron los muros coloridos que ahora son un ícono de su barrio.Entre tanto, la estrategia también está causando incidencia en 34 territorios en Bosa, Ciudad Bolívar, Kennedy, Rafael Uribe Uribe, San Cristóbal, Santa Fe, Usaquén y Usme, lo que ha generado apropiación y resignificación de las comunidades.Ahora que los macromurales ya están terminados, Stella y los demás habitantes le están apuntando a volver sus barrios un lugar cultural, pues a través de una página web, habilidad que aprendieron en los talleres, están invitando a otras localidades para que hagan un recorrido en la feria del color, el diseño y la gastronomía del barrio El Consuelo.