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‘SuperJero’: el libro que detalla la lucha de Juliana Gutiérrez tras perder a su hijo de tres años, por cáncer de próstata
La hermana menor de Federico Gutiérrez contó cómo hizo para que la muerte de Jerónimo y la enfermedad degenerativa de su única hija se convirtieran en una razón para aprender de la vida. Esta es la historia.
“Porque lo importante no es lo que te pase, sino lo que tú hagas con lo que te pase”, se lee en el libro SuperJero: te prometo ser feliz, escrito por Juliana Gutiérrez y Andrés Alvear, una pareja de esposos que decidió plasmar sus vivencias y adversidades en palabras de aliento para las personas que pasan por situaciones similares. Sin embargo, ambos creen que la historia que cuentan es única.
Juliana viene de una familia reconocida en Medellín, ya que es hermana menor de Federico Gutiérrez, exconcejal, exalcalde de la capital de Antioquia y ahora precandidato presidencial. Se casó con Andrés y, en un muy buen momento económico de la pareja, nació Jerónimo el 9 de abril de 2008. Según narró, tenían almacenes de accesorios en los mejores centros comerciales de la ciudad y estaban ‘ad portas’ de ampliar sus ventas con franquicias. Todo iba bien.
“Luego de aproximadamente dos años de estar casados, nace Jero. Un hijo supremamente deseado. El primer nieto y sobrino del lado de mi familia”, contó Gutiérrez, en entrevista con SEMANA.
El niño nació sano, pero algo le dijo a Andrés que Jerónimo no iba a durar mucho tiempo en sus vidas. A finales de 2010, a los 2 años y 8 meses, Jerónimo presentó cólicos y estreñimiento que obligaron a llevarlo a urgencias. Después de varios exámenes, se le detectó un inusual cáncer de próstata en forma de un tumor maligno que obligó a practicarle una cirugía al niño.
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“En ese momento, obviamente, se viene el mundo encima. Uno no quiere una noticia de esas de ningún miembro de tu familia, menos si es de tu propio hijo. Un cáncer de próstata en un niño de 2 años y 8 meses. Algo supremamente raro. Pero así como fue una lotería, lo asumimos como si nos hubiéramos ganado en realidad una lotería. Porque cuando uno se gana la lotería, uno está feliz y llegó de esta manera”, detalló Juliana.
Desde ahí, la pareja tomó la determinación de que iban a disfrutar las cosas buenas y el tiempo que tenían con su hijo. Ambos tomaron la decisión de que el dolor no necesariamente significa sufrimiento.
Sin embargo, sabían que venían días duros y el de la cirugía fue uno de ellos. A pesar de que fue un éxito, el niño pasó a cuidados intensivos por tres días. Sus padres, por encima de todo, se mantuvieron al pie de la camilla de Jerónimo en todo el proceso.
Por esto, la pareja tomó la determinación de dejar el trabajo que tanto les gustaba para concentrarse al 100 % en la salud de Jerónimo. Ahí, a pesar de que enfrentaron una quiebra en su negocio, le dieron importancia a lo que verdaderamente importa.
La ayuda de ‘Fico’ y el apoyo familiar
En medio de la montaña rusa de días mejores que otros, la familia lo fue todo para Juliana, Andrés y Jerónimo. “La mejor herencia que mis padres me dejaron fueron mis hermanos”, contó la autora, hermana menor de Catalina y Federico Gutiérrez, el hermano del medio.
“Nos enseñaron a ser una familia muy unida. Mi mamá falleció hace seis años y mi papá hace dos. Sumamente unidos siempre y Federico, como tío, mejor dicho. Especial a más no poder, supremamente especial con mis hijos y con el hijo de mi hermana también. Un papá hermoso, le admiro mucho el rol de padre y de tío que ha tenido en la vida. Siempre muy especial”, añadió.
Incluso, en momentos en los que pasaban por dificultades económicas por invertirle todo su tiempo a Jerónimo, sus hermanos y sus padres les dieron la tranquilidad de poder hacerlo sin que les faltara nada.
“Mis hermanos y mis papás nos apoyaron infinitamente en el proceso. Cuando nos dieron la tranquilidad a Andrés y a mí de decirnos: ‘ustedes lo que tienen que hacer es dedicarse 100 % a Jerónimo y estar tranquilos. Entender que la paz que van a tener en un futuro va a ser el tiempo que le puedan entregar a Jero’. Nos apoyaron económicamente en el tiempo que estuvimos con Jero”, dijo la mujer, elogiando la unión y bondad de su familia.
La muerte de Jerónimo y el nacimiento de Alicia
Después de 10 meses de muchas sesiones de radioterapia y quimioterapia, a Jerónimo le detectaron otro tumor y se tuvo que retirar de su cuerpo con otra cirugía que fue más lenta y menos satisfactoria que la primera. El hallazgo fue mucho más agresivo que el primero y el 25 de enero de 2012 murió rodeado de su familia.
Sin embargo, dos años después nació Alicia, la segunda hija de Juliana y Andrés que llegó para hacer felices a sus padres. “Finalmente, cuando Alicia cumple un año de edad y empieza a caminar, nos damos cuenta que no tenía una marcha adecuada”, contó Juliana.
De nuevo, se enfrentaron a citas y tratamientos médicos para lograr entender cuál era el diagnóstico de la niña. A los cinco años de Alicia, se comprobó que tenía una enfermedad genética degenerativa que compromete su movilidad con el tiempo. Esto, con la experiencia de Jerónimo, es afrontado de la mejor manera posible.
“Nos volvimos a ganar la lotería. ¿Quién tiene el privilegio de ganarse dos loterías tan cercanas? Creo que pocas personas en el mundo”, expresó Juliana.
La madre acepta que tiene todas las razones de derrumbarse por la muerte de su hijo y la corta expectativa de vida de su hija. Sin embargo, ella, junto a su esposo, decidió verlo por el lado positivo y con la misión de llevar este mensaje a otras personas.
Sin embargo, el deterioro de Alicia es más lento y largo que el de Jerónimo. A pesar de las dificultades, su vida se basa en hacer de su hija muy feliz y permitir que viva una vida normal en sus posibilidades.
Una herramienta para quienes pasan por adversidades
El libro tiene la finalidad de ser una herramienta para las personas que pasan por adversidades y que no logran encontrar propósito en medio de la incertidumbre. Pero, en un gesto especial con familias de escasos recursos enfrentando el cáncer infantil, se donará una parte de las utilidades del libro al hospital Pablo Tobón Uribe de Medellín.
“Encontramos muchas familias que no pueden llevar a sus hijos a un tratamiento porque no tienen pasajes para llevarlos. O que no tienen una alimentación más allá de un desayuno o una comida al día que les otorga el hospital, pero no pueden comer el resto del día. Andrés y yo fuimos completamente afortunados de poderlo acompañar, de poder estar con él”, indicó.
Finalmente, para quienes están pasando situaciones adversas, Juliana recomienda prometer ser felices, tal como lo dice el título del libro.
“Todos podemos hacer esa declaratoria. Todos tenemos las herramientas y capacidades para poder ser felices, pase lo que pase. Es encontrar esa motivación en la vida, entender que nunca están solos”, indicó.
Y, con una frase que repite a las familias a las que ayudan con su testimonio, concluye que “el dolor siempre va a estar, pero, como lo he dicho, el sufrimiento es opcional”.