Música
Diez años sin Cheo Feliciano: salseros recuerdan al artista que pasó de cargamaletas a estrella de la Fania y superó las drogas
El legendario cantante puertorriqueño es recordado por sus seguidores este miércoles, en el décimo aniversario de su muerte.
El Jueves Santo 17 de abril de 2014 el mundo despertó con la noticia del repentino fallecimiento de una de las grandes voces de la salsa y el bolero: el puertorriqueño Cheo Feliciano, de 78 años.
La muerte lo sorprendió cuando conducía su lujoso Jaguar, de camino a su casa después de jugar casino en un hotel de San Juan, la capital de la isla. Un microsueño lo sacó la vía y se estrelló contra un poste. Hacía muy poco había sellado su legado con Salsa Giants, su último álbum, de la mano del productor y pianista Sergio George.
Su partida coincidió con la muerte de Gabriel García Márquez, que entristeció a los seguidores del mundo de Macondo ese mismo jueves. Por eso, salseros como Gilberto Santa Rosa creen que la noticia del Nobel colombiano eclipsó la pérdida que representaba para la música que se apagara la voz de grandes temas como A las seis es la cita, El Ratón y Amada mía.
Nacido en Ponce, Puerto Rico, el 3 de abril de 1935, la inclinación por la música y el canto de José Luis Feliciano Vega —nombre de pila del artista—, se dio con apenas 8 años, cuando organizó su primer grupo, ‘El combo de las latas’, hecho precisamente con latas de tarros de pinturas y láminas de zinc, entre otros curiosos materiales, mientras en su casa sonaban a placer boleros y guarachas.
En 1957, con 22 años, Cheo se trasladó a Nueva York por decisión de su familia buscando días mejores. Los Feliciano se ubicaron en el barrio Spanish Harlem, la capital cultural y política de la Nueva York negra, donde convergían en ese momento grandes tradiciones como la salsa, debido a que se asentaba la principal colonia de latinoamericanos en la ciudad.
Pero la vida en esos años no fue fácil. Para poder entrar a los conciertos de la época, Cheo se ofreció como carga maletas o utilero, lo que le permitió tener acceso a los directores y cantantes famosos de los años 60. Y en ese camino conoció a Tito Rodríguez, quien a su vez lo recomendó con Joe Cuba, quien por esos días buscando a un cantante para su sexteto.
Cheo amaba las congas, y bien pudo abrazar ese camino. Pero tenía una voz excepcional, una de las más bellas de la salsa y el bolero. Lo supo a tiempo Joe Cuba y ese fue el comienzo de todo, de una prolífica vida artística de casi seis décadas.
Es que con Joe cuba cantó por cerca de diez años. Pero Cheo era consiente de su talento inmenso y quiso ir por más. Le dijo adiós a Joe y decidió probar suerte con la orquesta de Eddie Palmieri, pianista y compositor, y uno de los pioneros de salsa. Su permanencia con este otro grande fue de unos tres años.
Pero en la cúspide de la fama, Cheo conoció las drogas: “Al comienzo, la usaba solo los sábados para las fiestas. Después pasó de viernes a sábado y después de sábado a domingo, hasta que te coge ventaja y ya la usaba toda la semana. Ya dependía de ella. Fueron quince años (...) Cada dólar que ganaba se fue por las venas. Todo lo que cobraba se lo echaba a mi cuerpo y jamás le envié un solo dólar a mi familia”, confesó Cheo sobre su adicción.
Y debido a las drogas tocó fondo. “Me devolví a Puerto Rico dos meses y estando allá llegué a lo más bajo de un ser humano. Anduve por la calles, sin bañarme, sin afeitarme, pidiendo monedas por la calle para conseguir la dosis de droga. la gente se cruzaba la calle al verme de lejos y me evitaban. Llegó al punto que al verme al espejo, vi mi propia realidad y ya lo que quedaba era morirme o echar pa’lante”.
Amigos de la vida y de la música, entre ellos el genial compositor Tite Curet Alonso, Eddie Palmieri y hasta Jerry Masucci, fundador de la Fania All Star —la mítica orquesta de salsa de la que Cheo ya era parte—, lo convencieron de recuperarse y regresar a los escenarios. Y Cheo lo hizo. Volver a la vida le tomó tres duros años.
Después de este trago amargo de las drogas, Cheo se daría un nuevo impulso y retomaría su carrera musical, esta vez en en solitario. Su primer gran éxito llegaría de la mano de la mano de Anacaona, que hace parte del cancionero de sus seguidores.
Santa Rosa describió a Feliciano como “el cantante de salsa que todos queremos ser”, por su dominio en la interpretación en los géneros de la salsa, la rumba y el bolero, ubicándose en una categoría única entre los demás cantantes.