MÚSICA
Inteligencia artificial revela con quién debería hacer dúo Shakira para explotar aún más su éxito
Juanes, Dua Lipa, DJ Snake, Calema y Eros Ramazzotti, entre los escenarios que fueron contemplados.
¿Qué factores condicionan el éxito de las colaboraciones musicales? ¿Qué efecto tienen estas colaboraciones en la carrera de los artistas? ¿Cómo medir factores y efecto para potenciarlos con un modelo basado en datos?
Esas son las preguntas que nos propusimos responder con nuestro estudio sobre el auge de los dúos en la industria musical. No obstante, el alcance de esta investigación puede ir más allá todavía: los factores que ayudan a elevar el perfil propio de cada artista en el espacio musical son aplicables a otras colaboraciones en el cine, el deporte e incluso la política.
Doble premio
Empezamos analizando las reproducciones semanales de una serie de canciones en emisoras de 25 países europeos entre 2011 y 2018, comparando a artistas similares que habían publicado en la misma semana: uno, un tema fruto de una colaboración y el otro, un tema en solitario.
Lo primero que descubrimos fue que las colaboraciones aumentaban en un 4,6 % las reproducciones de ese tema y de los siguientes que publicaba el artista.
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Pongamos por caso a Shakira. La artista colombiana cantaba casi siempre en solitario hasta que, en 2006, su dueto con el rapero Wyclef Jean en Hips Don’t Lie la catapultó a la fama global.
Desde entonces, sus colaboraciones han ayudado a escribir su ascenso al Olimpo de la música pop, con revolución en internet incluida: la que a principios de este año provocó la canción sobre su ruptura con Gerard Piqué, producida por Bizarrap.
Transferencias de capital
En su acepción más amplia, el capital es cualquier activo al que se le da un uso productivo. No solo existe el capital económico (dinero o propiedades), sino también el social (conexiones personales) y el cultural (conocimiento, habilidades, valores, gustos). Todos juntos impulsan el poder y la posición de una persona. Así pues, todos los artistas atesoran un capital económico, social y cultural que luego aprovechan en sus colaboraciones.
Pensemos ahora en Shakira y Rihanna: seguramente las mayores ganancias generadas por la colaboración entre ambas megaestrellas en 2014 no hayan sido las relativas al capital económico ni al capital social de ninguna de las dos, sino las del capital cultural. Es decir, que las credenciales de Shakira en el pop latino hayan servido a Rihanna para afianzarse en ese mercado y las de Rihanna a Shakira en el mercado pop angloparlante.
Curiosamente, estas ganancias también pasan a terceros colaboradores, e incluso a la discográfica. Aunque es evidente que un artista menos famoso que Shakira puede ganar capital económico colaborando directamente con ella, nuestro estudio sugiere que las reproducciones de ese artista también podrían aumentar por su conexión indirecta con Rihanna.
Creatividad e inteligencia artificial
En nuestro estudio también desarrollamos un modelo de inteligencia artificial que puede resultar útil a los artistas que buscan colaboradores potenciales.
Modelamos cómo sería la carrera de Shakira si publicara una canción en solitario frente a si lo hiciera con Juanes, Dua Lipa, DJ Snake, Calema o Eros Ramazzotti. Echamos cuentas con los datos de capital económico (reproducciones en las emisoras de la UE en un año), capital social (colaboraciones previas) y capital cultural (país de origen y características del sonido, según Spotify). Eros Ramazzotti se reveló entonces como la mejor opción de colaboración para Shakira al asegurarle la máxima repercusión en las emisoras europeas.
En el mundo cultural la IA es vista por muchos como una amenaza. Se teme que su capacidad para crear contenidos de forma autónoma acabe devaluando la creatividad humana hasta llegar a hacerla prescindible. Sin embargo, los artistas pueden tener en la IA un aliado tan eficiente como empoderador si puede ayudarles a elegir a los colaboradores idóneos para potenciar su creatividad y visibilidad artística.
Por: Victor Martínez de Albéniz
Profesor de IESE en operaciones, información y tecnología, IESE Business School (Universidad de Navarra)
Artículo publicado originalmente en The Conversation