GRUPO RÍO BOGOTÁ
Así será el libro para ponerle color a las aves bogotanas
Dos biólogos de la Universidad Nacional le rindieron un homenaje a los alados de la capital con un libro para colorear. Esta obra se suma al proyecto de educación ambiental que lideran y que incluye un libro de mamíferos, así como una colección de peluches.
*Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.
Bogotá, al igual que el país entero, alberga una enorme diversidad de alados que adornan los cielos, muchas veces nublados, con sus coloridos plumajes, alas y picos.
El cachaquito montañero, con vientre amarillo y alas con tintes azules; el copetón, de cantos melodiosos; la mirla, de color oscuro y alas anchas, y el cucarachero común, de pequeño tamaño y muy curioso, son algunas de estas magníficas criaturas.
De acuerdo con la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO), la capital cuenta con cerca de 250 especies de aves, de las cuales más de 19.000 pertenecen a 150 especies. Muchas de estas pueden apreciarse en los 15 ecosistemas declarados como humedales en Bogotá.
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Armados con programas de diseño y diagramación, los biólogos Sara Acosta y Rodrigo Mutis, quienes cruzaron caminos en su primer semestre de carrera cuando cursaban la clase de ecología en la Universidad Nacional, se propusieron retratar esta avifauna en un libro para colorear.
Sara es ilustradora y Rodrigo tiene habilidades en el diseño digital. Foto: Nicolás Acevedo.
La investigación de las especies que iban a hacer parte de este libro se inició en octubre. “Compramos varios libros de aves, también revisamos las listas que ya se han hecho de estos animales y una guía de aviturismo de la Alcaldía. Fue de gran ayuda la página web de la Fundación Humedales de Bogotá”, cuenta Acosta.
Además de estas herramientas, los biólogos también dialogaron con amigos y conocidos que son ornitólogos de la ABO.
“El libro tendrá unas 60 páginas que exhibirán varias especies. No lo hemos terminado todavía porque cada vez que sentimos que estamos cerca del final, le ponemos más y más aves”, afirma Acosta.
Este es uno de los bocetos que Acosta realizó para el libro de aves que está próximo a salir. En la imagen el Cachaquito Montañero (Dubusia Taeniata). Foto: cortesía Sara Acosta.
Además de las ilustraciones, serán añadidas breves explicaciones pedagógicas sobre la biología de las aves, así como su nombre científico, dónde encontrarlas y qué alimentos hacen parte de su dieta.
“En la ciudad hay muchas aves y estas son importantes por distintas razones. Por ejemplo, tenemos las que habitan y llegan a los humedales, también tenemos otras que están en peligro", dice Acosta.
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La tingua azul, la tingua moteada, el pato turrio, el cóndor andino, la mirla, el copetón y el chulo, son algunas de las las aves que pasaron por el arte de los biólogos para llegar, próximamente, a los hogares de los bogotanos interesados. Sobre la última especie, Mutis comentó que también quisieron incluirla pues no es del afecto de muchas personas, pero es muy importante para el equilibrio ecosistémico.
“Incluimos al también llamado gallinazo porque cumple un rol fundamental, aunque a mucha gente no le guste, ya que limpia los desperdicios de otras especies”, dijo.
Este libro quedará listo para que los bogotanos puedan comprarlo a finales de este mes, si todo sale bien, y tendrá una versión digital que será gratuita. “Allí las personas podrán descargar el PDF”, comenta Mutis.
Además de las ilustraciones, serán añadidas breves explicaciones pedagógicas sobre la biología de las aves, así como su nombre científico, dónde encontrarlas y qué alimentos hacen parte de su dieta. Foto: cortesía Zarigüeya Lectora.
Acosta espera que esta obra sea de agrado para las personas. “Esperamos que muchos se sientan atraídos por este trabajo. Las aves son muy divertidas de colorear y los más pequeños pueden abrir toda su imaginación a la hora de pintarlas”.
Esta labor, sin embargo, va más allá de homenaje a los alados, pues estos biólogos han emprendido toda una iniciativa de educación ambiental.
“Zarigüeya lectora”, es el nombre de su marca, una tienda y editorial. “Nosotros no solamente vendemos, sino que intentamos compartir un mensaje de conservación”, explica Acosta.
Dentro de este proyecto, cuyo principal objetivo es el de impartir un mensaje de conservación, realizaron y ofrecieron al público un libro sobre los mamíferos de la ciudad.
Venados, nutrias, osos, zarigüeyas y muchas especies más fueron retratados en páginas que poco a poco formaron una pila que resultó en el libro “Mamíferos de Bogotá”, con 40 páginas y 20 ilustraciones.
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Dentro de este proyecto, cuyo principal objetivo es el de impartir un mensaje de conservación, realizaron y ofrecieron al público un libro sobre los mamíferos de la ciudad. Foto: cortesía Sara Acosta.
De esta obra, los biólogos imprimieron 2.000 copias y, hoy en día, ya les quedan pocos ejemplares pues les ha ido muy bien en las ventas. “Nosotros nos encargamos de la logística, de entregarlos a quienes lo compran por toda la ciudad en bicicleta”, describe Mutis.
Los biólogos, dispuestos a enamorar los corazones hasta de los más pequeños, también ofrecen peluches de búhos, puercoespines, armadillos, murciélagos, venados, ardillas, conejos, osos perezosos, zorrillos y nutrias.
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De estos, varias especies ya están agotadas, pues han sido muy bien recibidos por las personas. “Ya casi no tenemos nutrias de río, armadillos, osos perezosos y conejos de páramo”, dice Mutis.
Junto con la publicación de su libro, esperan ofrecer una nueva colección de estos, la cual incluirá halcones peregrinos, buitres, gavilanes, lechuzas y búhos.
Para los biólogos la finalidad máxima de su marca es que “quienes tendrán en el futuro la tarea de proteger el medioambiente, se aproximen a esta biodiversidad”, pues, según afirma, “ellos naturalmente tienen ese aprecio por la vida, pero a medida que crecen lo van perdiendo. Queremos que mantengan este interés”.