Mundial
Catar 2022: un Mundial en medio de varias polémicas
Del 20 de noviembre al 18 de diciembre se disputará una nueva versión del Mundial de Fútbol en una sede que fue elegida en medio de posibles escándalos de sobornos.
“Catar es un error. La elección fue mala”, reconoció Joseph Blatter, que en 2010 era el presidente de la Fifa cuando el país árabe recibió los derechos para organizar la Copa del Mundo de 2022.
El exdirigente, que está envuelto en el escándalo de corrupción más grande del fútbol y que se denominó Fifagate, dio una estocada más a un evento que está próximo a comenzar y que tiene su propio apelativo vergonzoso: el Catargate.
Fue France Football el medio que detonó la bomba que activó la corrupción de los cataríes, quienes habrían pagado sobornos para conseguir votos a favor de la candidatura. Reuniones clandestinas entre el expresidente francés Nicolas Sarkozy; el príncipe heredero de Catar, Tamin bin Hammad al-Thani; Michel Platini, entonces presidente de la Uefa, y Sébastien Bazin, propietario del París Saint-Germain.
Además, acusan y señalan a exdirectivos de clubes como Ángel María Villar, de la Real Federación de España (RFEF); Ricardo Teixeira, de la Confederación Brasileña (CBF), y Sandro Rosell, exdirigente de Barcelona.
Los pagos por favorecer a Catar ayudarían incluso a solventar la crisis económica sufrida por el PSG, además de la quiebra del Canal+ de Francia, opositor al régimen de Sarkozy. Catorce votos favorables contra ocho para Estados Unidos, que era el otro finalista, ratificó la decisión: Catar se convirtió en el primer país del Golfo Pérsico en organizar un Mundial.
La pelota rodará del 20 de noviembre al 18 de diciembre. Los rayos de sol, el calor y la humedad quemaron la tradicional fecha de mitad de año e iluminaron la deshumanización para la preparación del evento más importante del mundo.
Catar construyó nuevos escenarios deportivos, un aeropuerto, un sistema de transporte y mejoró sus carreteras. Para lograrlo, más de 30.000 extranjeros han trabajado en los proyectos. Sin embargo, el hacinamiento de los obreros y las pocas garantías laborales fueron puestas al descubierto en 2016 por Amnistía Internacional. Un año después, las condiciones mejoraron sin ser justas.
Human Rights Watch reveló que las deducciones salariales y los meses de salarios no pagados, tras largas horas de trabajo agotador, eran protagonistas.
Aunque la prensa internacional habla de miles de personas de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka que perdieron la vida en la labor de la infraestructura mundialista, el Gobierno catarí alega que las cifras están infladas. Sin embargo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) contabiliza muertes súbitas por infartos e insuficiencias respiratorias causadas por la insolación.
La homofobia ha sido otro tema de discusión. Khalid Salman, embajador del Mundial de Catar y exfutbolista, afirmó hace pocos días que la homosexualidad es un “daño en la mente” y que los visitantes que gustan de personas del mismo sexo deben someterse a las reglas cataríes. La coalición internacional de grupos que representan a los aficionados LGBTIQ+ se había quejado en el pasado, presentando una misiva de ocho puntos recordando a la Fifa los derechos que tienen como comunidad. El miedo de disfrutar del fútbol mundial es latente.
Otra polémica tiene que ver con las mujeres, que sufren de discriminación en la ley y en la práctica, según Amnistía Internacional. Ni hablar de las prohibiciones de demostrar afecto o gritar en público en un deporte que despierta la pasión en un abrazo o la emoción desbordada. El consumo de bebidas alcohólicas muy comunes en los populares FanFest; tomarse fotos o hacer videos en edificios gubernamentales o institucionales de este país, cuando un Mundial significa un intercambio y nuevo conocimiento cultural; la infidelidad o el libre culto también están prohibidos.
Se suma además la cantidad de jugadores lesionados en las diferentes selecciones, que por el apretado calendario y la responsabilidad con sus clubes sufrieron desde lo físico y se quedaron sin la posibilidad de enfrentar la Copa del Mundo más inusual de la historia.