RUSIA 2018
Colombianos que viajan a Rusia y no se quebraron en el intento
A partir de esta semana, miles de colombianos emprenden viaje a Rusia para acompañar a la Selección. Estas son las historias de algunos que echaron lápiz para hacer un viaje apasionante y, sobre todo, más económico de lo que en principio les ofrecían.
Hace cuatro años, la invasión colombiana a Brasil para el Mundial superó todos los cálculos. En calles y playas de Río de Janeiro aparecieron unos 31.000 de los nuestros, apenas superados entre los visitantes foráneos por argentinos y chilenos.
¿Cuántos colombianos van camino a Rusia, a casi una semana de comenzar el Mundial de Fútbol 2018? Las cifras son dispares. Un cálculo de la Cancillería los ha situado en alrededor de 20.000. Pero ese número podría crecer si uno se atiene a dos indicadores. El primero, las más de 87.000 solicitudes de entradas para partidos hechas ante la Fifa por nacionales.
El otro, la llegada de muchos más dispuestos a vivir, con o sin boleta, el ambiente mundialista (no es cierto que para entrar hoy a Rusia se exija tener tiquetes para partidos o la acreditación de hincha llamada Fan Id). Y eso sin contar miles de nacionales que residen en Europa a los que, como pasa aquí, en la capital española, no les falta la camiseta como prenda casi cotidiana y a quienes se les puede ocurrir a última hora emprender camino para llegar a Moscú.
El destino Rusia es, en consecuencia, una realidad hecha de una multitud vestida de amarillo que colmará buena parte de los estadios de Saransk, Kazán y Samara, sedes de los tres primeros partidos de la Selección. Buena parte de esa mancha se subió a un bus que en principio pareció imposible, por costos e, incluso, por temores.
“Yo estaba entre esos, los que creían que hacerlo era una utopía”, dice a SEMANA Ricardo Vargas, nacido en Bogotá e ingeniero automotriz. “Y cuando nos dijeron que eso valía 40 millones de pesos por persona, ni locos, les dije a mi mujer dora Stella y a mi hija Natalia. ¿120 millones?, olvídense”. Pero Natalia comenzó a hacer un trabajo de demolición. “Primero, a punta de Dostoievski, Tolstoi y la historia rusa desde Pedro El Grande hasta nuestros días. Luego, una pareja de amigos nos mostró que si uno se ponía a armar su propia ruta era más barato y se podía”.
Familia Vargas. Foto: Archivo particular
Enseguida se inscribieron ante la Fifa para buscar conseguir las boletas y tuvieron suerte, estuvieron entre los primeros adjudicatarios. A partir de ahí, armaron lo que se podría llamar Vargas Tour, una empresa destinada a satisfacer a tres personas: ellos mismos. Aplicaciones tipo Airbnb, aerolíneas low cost en Europa y trenes en Rusia permitieron -dice Vargas mientras termina de hacer maletas para volar este fin de semana a Barcelona, escala previa en el viaje a Moscú- una reducción del 60% de aquel presupuesto inalcanzable. “Ya está hecha la mitad del viaje, la otra corre por cuenta de Falcao, James, Ospina y los demás, creemos en ellos”.
Cosa de suerte
A Rafael Botero le costó mucho menos. Si, como dicen, la vida es mitad disciplina y mitad suerte, a Botero la última de ellas le sonrió. Gerente de sistemas al servicio de una entidad bancaria que, además, es patrocinadora de la Selección Colombia, Rafa, como le dicen sus amigos, terminó en el selecto grupo de doce empleados del cual, tras un concurso interno, dos de ellos irían al Mundial, invitados por la compañía.
Rafael Botero. Foto: Archivo particular
“No voy a olvidar ese desayuno del pasado 13 de abril. Ni más ni menos me gané la lotería, pensé cuando saqué la pelota con ese “¡ganó!”. Vamos ocho días y veremos dos partidos. Y aparte, si puedo, me pego una volada a San Petersburgo para verla y tocarla. Y para entrar, así sea a las carreras, al Hermitage. Ese lugar y la Plaza Roja solo estaban en mis ilusiones, y vea ahora”, cuenta con emoción desde Rionegro, Antioquia, donde vive.
Como Rafael, pese a las distancias entre ciudades en Rusia, más de un colombiano tiene en mente la antigua capital y ese museo, el Hermitage, considerado como uno de los más grandes y completos del mundo entero.
La fiebre amarilla es una de tantas que se tomará las ciudades sedes del campeonato, en lo que pareciera ser un continente aparte de 17 millones de kilómetros cuadrados con muchas cosas más por descubrir. Y es que al lado del interés de colombianos por hacer presencia allí, hay otros más grandes. De las cuatro millones de entradas solicitadas, son alemanes, argentinos, mexicanos, brasileños, polacos (rivales nuestros), españoles y peruanos quienes marchan en los primeros lugares de esta clasificación de entusiastas. Les sigue Colombia (87.786 peticiones de boletas), seguida muy de cerca con dos aficiones de países eliminados (Estados Unidos y Holanda) de esta ronda final.
En Rusia, a pesar de todo
Entre esos 87.786 que se apuntaron a conseguir entrada está Carlos Gómez. Vive en Bogotá y hace cuatro años fue a Brasil. En su momento, pidió vacaciones para ir a Rusia y se las concedieron. Solo que las cosas cambiaron en la empresa y se quedó sin trabajo. Igual, siguió adelante con su plan. Va con un amigo que, a su vez, forma parte de un grupo de casi 20 personas.
“Me encontré con un descuento increíble en millas para ponerme en Madrid. De ahí en adelante voy, como se dice, ‘en lechero’. Por haber hecho los trámites a tiempo, logré cupo con el fan id en los trenes gratuitos. Así, terminé ahorrando más. Eso sí, me tocó comprar boletas de las caras. ¿Unas por otras, no?”, dice. “Creo que vamos a llegar a cuartos de final. Y me gustaría ahí que nos encontremos con Alemania. Si nos sacan, que lo haga un grande”. ¿Y el trabajo?, le preguntamos “Bueno, ya llegará el momento de salir a buscar, ahora estoy en modo mundial”.
En cambio quienes sí van a estar en Rusia, pero atentos a sus obligaciones laborales en Colombia son Nancy y Vladimir, un par de profesores que andan en estos días en operación 7 x 24 para dejar al pelo los compromisos del jardín infantil que tienen en el occidente de Bogotá. Con ese mismo orden, hicieron paso a paso su viaje a Rusia. Y para que nadie lo dude, muestran una tabla excel en la que figuran todas las actividades y gastos presupuestados en las tres semanas que andarán en tierra rusa. El parcial habla ya de 12 millones y medio por cabeza, entre tiquetes aéreos, boletas, transportes entre las ciudades donde jugará la selección y una escapada a San Petersburgo (lo dicho, esa ciudad es la presa más codiciada de los turistas). ¿Qué les falta?: “Las comidas y algún antojo, pero no será mucho lo que suba”.
Vladimir y Nancy. Foto: Archivo particular
¿Dónde se les pueden descuadrar las cuentas? Aunque casi todo está previsto, hay claras señales de alerta en Moscú y San Petersburgo, mucho más caras que las demás ciudades en lista. Otro hueco negro es Saransk. Esa pequeña población, de poco más de 300.000 habitantes, no tiene infraestructura hotelera, o es mínima. Aparte, el rival de Colombia el 19, día del debut del equipo nacional es Japón y su poder adquisitivo, por lo que no resulta extraño que una habitación por una noche puede costar incluso 1.000 dólares. Por eso, los colombianos se han visto obligados a ver el partido y tomar rumbo después a poblaciones cercanas como Penza y Ulyanovsk , donde esa cifra puede reducirse a 50 ó 100 dólares, o su equivalente en rublos.
El transporte entre las sedes también ha puesto a los visitantes a encontrar diferentes soluciones a los trenes gratuitos, que no tienen una plaza libre desde hace meses. Los carros expresos y los alquilados se han convertido en opciones, no siempre económicas.
Viejos lazos
Aunque hay también quienes parten de relaciones familiares que les garantizan gastos menos. Robinson Rentería, caleño, tenía ganas desde hace tiempo de conocer a su cuñado bielorruso. Solo que esa intención “se me volvió de suma urgencia” en estos tiempos de Mundial, dice mientras ríe. Va con su esposa en un itinerario que incluye siete vuelos y que pasa por aeropuertos de Estados Unidos, España, Francia, Bélgica, Rusia y, claro está, Bielorrusia (el de Minsk). Conocerán París y Bruselas, y solo verán un partido: Colombia vs Japón. “Pero con eso nos basta, porque lo que queremos es ver gente y culturas diversas”.
Igual, para Luis Alberto Segura, jefe de producción de una compañía en Bogotá, su presencia en Rusia, y la de su familia, tiene que ver con la existencia de viejos lazos. Su hijo Óscar estudió en Moscú, en la Universidad de los Pueblos, a donde ya Luis había ido a visitarlo una vez. “Volvemos. Nos gusta ese país. De entrada, los rusos parecen de piedra, pero una vez se sueltan son muy buenas personas. Vamos a estar donde amigos. A cocinar y a compartir. Tenemos boletas para dos partidos de grupos. Pero si Colombia pasa a la otra ronda, de lo que no me cabe duda, ya tengo asegurada mi entrada para ese partido de octavos. ¿Costos? Vamos en 10 millones y medio de pesos por cabeza invertidos, lo que falta no costará mucho”.
Y en eso coinciden casi todos los consultados, en que lo más difícil de hacer ya está hecho y que a lo demás (imprevistos de última hora) se le hará frente cuidando de cada rublo. O como dice Carlos Gómez, “vamos con alma de mochileros, pero sin ser exactamente mochileros, porque cuesta, aunque sí mucho más barato de lo que nos quisieron vender algunos”. A partir de esta semana, para ellos, y para miles de colombianos más, Rusia 2018 deja de ser ese sueño lejano y se convierte en una realidad que alcanzaron, antes que paso a paso, peso a peso.
*Especial para Semana.com
Madrid, España.