ANTETITULO
¿Cómo puede conocer el trofeo del Mundial en Colombia?
El país sueña con el día en que se juegue la Copa del Mundo en casa. Sería la mejor vitrina global, pero el autor de este texto lo dice con sinceridad: “Dejen de soñar, ilusos”.
Realizar un Mundial de fútbol en Colombia parecía más que posible en 1974, cuando Colombia logró la sede del campeonato de 1986 (que finalmente se realizaría en México). Sin embargo, en 1982 ese sueño quedó truncado. Y tal vez para siempre. Pero, ¿por qué algo que parecía viable en la década de los setenta se hizo imposible apenas diez años después?
En ese entonces, cuando se eligió a Colombia como sede del Mundial, el torneo lo disputaban 16 equipos. A un país le bastaba con tener cuatro o cinco estadios en buenas condiciones. Chile 62, se jugó en cuatro estadios. Inglaterra 66, en ocho estadios. México 70, en cinco. Alemania 74, en nueve. Argentina 78, en seis.
Pero en 1982 el cupo de equipos se amplió de 16 a 24. Y como a partir de 1974 la Fifa muy rápidamente se convirtió en una especie de supraestado con intereses en todo el planeta, las condiciones cambiaron por completo. En 1982 España celebró el primer Mundial con 24 equipos, que se jugó en 17 estadios. Para recibir el visto bueno del máximo ente del fútbol global, el país ibérico no solo tuvo que acondicionarlos, sino también invertir grandes sumas de dinero en obras de infraestructura.
Las peticiones que en aquel entonces le hizo la Fifa a Colombia eran tan absurdas (exigían cientos de kilómetros de autopista, miles de kilómetros de red férrea) que el presidente Belisario Betancur prefirió renunciar a que nuestro país fuera la sede del certamen. Y si era difícil en esos años, ahora resultaría imposible.
Para 2026 o 2030, Colombia necesitaría contar con al menos 12 grandes estadios para albergar ya no a 32, sino a 48 equipos. Y eso requiere de una inversión descomunal. Rusia invirtió en la construcción o adecuación de los 12 estadios en los que se jugará el Mundial de 2018 más de 4.000 millones de dólares.
Doce es la cifra mínima de estadios que le exigiría la Fifa a nuestro país. Y no se trata de cualquier Palogrande o Murillo Toro (con el respeto que estas nobles canchas se merecen). Nada de adustos estadios en concreto. Deben ser de alta tecnología y ojalá diseñados por algunas de las megaestrellas de la arquitectura contemporánea. De esos que cuestan un ojo de la cara mantener y que, además, una vez terminados los eventos, muchas veces se transforman en elefantes blancos, como ha ocurrido con varios de los escenarios donde se jugaron los mundiales de Sudáfrica y Brasil, así como los Juegos Olímpicos de Pekín.
A este esfuerzo habría que agregarle una enorme inversión en aeropuertos e infraestructura en las ciudades sede, alojamientos para los equipos y los periodistas, hoteles para los visitantes. Así que, aunque lo soñemos, es casi imposible imaginar un Mundial en Colombia, país donde se inaugura un túnel que 12 años después sigue sin funcionar.