Alemania 2006

'Concerto Grosso'

Los herederos de Vivalvi y Verdi sacaron del Mundial a los de Bach y Beethoven. Italia, sin jugar bien, supo cómo clavarle la estocada a una limitada Alemania que ya pensaba en los lanzamientos desde el punto penal. Hoy, Figo y Zidane, dos grandes capitanes, buscan la gloria para Portugal y Francia.

Eduardo Arias
4 de julio de 2006

Fabio Grosso no lo podía creer. Faltaban apenas dos minutos para que terminara el alargue del partido y un impecable remate suyo, con curva hacia adentro, imposible de detener para el arquero Lehman, ponía a Italia en la final y la salvaba del trance de los lanzamientos desde el punto penal. Su gol, casi que impensable en un lateral izquierdo voluntarioso pero con pocas habilidades para definir, le cambiaba la cara a un partido que terminó con un inesperado 2 a 0 luego de que, un minuto más tarde, Del Piero definiera con gran categoría un contragolpe. Inesperado porque desde hacía varios minutos los equipos parecían haberse conformado con el empate.
El partido no fue bueno. En líneas generales resultó muy aburrido, al menos para el público neutral. Pero el inesperado final y la hermosura de los dos goles italianos pagaron la espera.
El resultado le hizo justicia a una Italia que, cuando quiso jugar, fue mucho más que Alemania. Es decir, en el primer tiempo, en los primeros minutos del segundo tiempo y en el alargue.
Ahora Italia espera. El rival puede ser Portugal o Francia. Figo o Zidane. Mañana se sabrá en un partido que promete, de entrada, mucho más vértigo y emociones que el calculado choque de hoy.
A los dueños de casa, tristes por la derrota, les queda el consuelo de jugar por el tercer puesto. Eso mismo tuvo que sufrir Italia cuando fue local en el Mundial de 1990: ver por televisión la consagración de los alemanes en un Mundial que creían suyo. ¿Se repetirá la historia pero al revés?