BRASIL
Confederaciones: la Copa de las vergüenzas
Brasil ha sido sacudido por robos a jugadores, protestas en las calles y el desconcierto gubernamental.
Existe una horrible muletilla periodística que no debería usarse jamás pero que en este caso cobra absoluta vigencia: nadie se imaginó que iba a suceder. En efecto, nadie se imaginó que las peores cosas fueran a ocurrir en la tierra del fútbol durante un torneo oficial de Selecciones. Cuando Brasil ganó el derecho a organizar la Copa del Mundo el pronóstico general fue el de que se vería una fiesta de samba y futbol.
En efecto, en las últimas horas trascendió que a los futbolistas de la selección de España los robaron mientras estos disputaban un encuentro en el estadio. El diario Marca dice que por eso los internacionales no van a guardar un gran recuerdo de su estancia en el hotel Golden Tulip de Recife a pesar de los halagos que recibieron por su victoria ante Uruguay. “Soportaron la presencia de insectos en las habitaciones, unas comunicaciones deficientes... y la sustracción de dinero”, dice el rotativo.
De inmediato, le cayó Romario, otra gloria universal, quien le dijo cuando él guardaba silencio “era un poeta”. Es decir, “cállate”. Rivaldo, otra leyenda, exigió mostrar las cuentas del torneo porque le parece que el “despilfarro en el fútbol ha sido evidente”. Y en este escenario, surgió con una claridad y una contundencia sin igual Neymar, quien por su calidad está llamado a ser el sucesor de los tres anteriores: “Siempre tuve fe en que no sería necesario que llegáramos al punto de tirarnos a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, sanidad, educación y seguridad, sobre todo porque es una obligación del Gobierno”.
“Mis padres”, agregó Neymar, “trabajaron mucho para poder ofrecerme a mí y a mi hermano un mínimo de calidad de vida… Hoy, gracias al éxito que ustedes me proporcionan, podría parecer demagógico por mi parte —pero no lo es— levantar la bandera de las manifestaciones que recorren todo Brasil; pero soy brasileño y amo a mí país (…) Quiero un Brasil más justo, más seguro, más saludable y más honesto. En el partido contra México entro en el campo inspirado por esas movilizaciones, estamos juntos”. Es decir, la Copa de las vergüenzas.