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De estudiante de periodismo a campeón del Tour: El camino de Egan a la cima

Egan Bernal, con apenas 22 años, maravilla al mundo del ciclismo y va camino a convertirse en el mejor ciclista del planeta. Se va a coronar campeón del Tour de Francia. Esta es su historia.

28 de julio de 2019
A falta de una etapa para finalizar el Tour de Francia, Egan Bernal se vistió de amarillo y convirtió en realidad no solo un sueño personal, sino el de todo un país. | Foto: AP

Hace apenas cuatro años, Egan Arley Bernal Rojas estudiaba en el programa de Comunicación Social en la Universidad de la Sabana y no tenía claro su camino en la vida.

Todos los días recorría la vía que comunica a Zipaquirá con Chía, y pedaleaba entre la niebla sabanera para no llegar tarde a clases. Terminar la carrera profesional parecía la única alternativa para sacar a su familia adelante.

Hoy ese mismo chico espigado, de 1,75 metros, sorprende a la élite del ciclismo mundial. La participación de Egan en la reciente edición del Tour de Francia ha hecho que los expertos ratifiquen la forma como lo llaman: “El joven maravilla”. El corredor nacido en Bogotá el 13 de enero de 1997 es un superdotado, de los que aparecen una vez en cada generación.

En los primeros 20 días de la competencia, Egan batalló como un titán al lado de corredores mucho más experimentados que él. Sin embargo, fue el más fuerte en las exigentes montañas y dio los pasos para convertirse en el corredor más joven de los últimos 100 años en ganar la carrera más importante del mundo. 

Fue el más fuerte en la montaña del Tour del Francia. Ninguna de las figuras del lote pudo aguantar su paso por los Alpes.

El sueño frustrado del padre

Egan no ha recorrido un camino fácil. En 2002, cuando tenía 5 años, su papá, Germán Bernal, le compró la primera bicicleta. Él mismo no había logrado dar el salto al ciclismo profesional por falta de apoyo. Tuvo que conformarse con ser aficionado.

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Desde niño, el joven nacido en Bogotá y criado en Zipaquirá, a 45 kilómetros al norte de la capital, mostró condiciones, aunque su padre no le permitía participar en competencias. Esa situación terminó cuando Egan logró que un amigo lo inscribiera en una carrera de ciclomontañismo (MTB) .

Y efectivamente, ganó su primera carrera. Entonces, su padre no tuvo alternativa distinta que apoyarlo. Años después, Egan entendería que don Germán se negaba a dejarlo competir para protegerlo de las frustraciones que él mismo había sufrido en su carrera en el ciclismo.

Egan ganó en esa carrera un uniforme y una beca en una escuela de formación deportiva. El delgado pero fuerte ciclista se fue destacando y recaló en la Fundación Mezuena, donde conocería a su principal mentor.

En el Tour de Francia, Egan Bernal demostró su potencia, calidad y proyección, y se ganó el reconocimiento del ciclismo mundial.

Pablo Mazuera dirigía esa escuela que apoya a niños y jóvenes ciclomontañistas que no tienen los recursos para pagar un entrenador y participar en carreras. Con su ayuda, Egan corrió en las principales competencias a nivel nacional de ciclo montañismo. Y ganó casi todas.

Una fractura de clavícula le impidió participar este año en el Giro de Italia, pero el Tour le tenía reservada su recompensa.

El paso por la U

Pese a su talento, el deporte no parecía un proyecto de vida viable. El joven aprovechó una beca que le otorgó la Gobernación de Cundinamarca para estudiar en la Universidad de la Sabana. Veía en el periodismo deportivo una excusa para estar cerca de las bicicletas.

Comenzó a estudiar en el segundo semestre de 2013, a los 16 años. Tenía que dividir el tiempo entre duros entrenamientos, competencias y la universidad. En el primer día de clases conoció a Laura Vanessa Izquierdo, otra joven estudiante que quería ser periodista.

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Con el pasar de las primeras semanas de estudio, Laura se dio cuenta de que Egan en realidad era un deportista de alto rendimiento que iba a necesitar de su ayuda para poder cumplir sus obligaciones como estudiante. “Él se iba en cicla a Chía desde Zipaquirá a las siete de la mañana. Era como un preentrenamiento. Y, aunque llegaba cansado, mostraba su disciplina”, dice.

Egan se esforzaba y llegaba hasta la casa de su amiga en la calle 13 con avenida Boyacá, en Bogotá, atravesando la ciudad, para hacer los trabajos. No soltaba la bicicleta ni en TransMilenio.

Entonces tomó una decisión: dejar la universidad y jugársela por su carrera de ciclista. Y los triunfos empezaron a llegar: se coronó campeón panamericano en la Categoría Cadete de MTB y en 2014 logró la medalla de plata en el Mundial de la disciplina en Hafjell, Noruega.

Egan Bernal surgió como un avezado ciclomontañista y luego de diferentes triunfos en esta disciplina, dio el salto hacia el ciclismo de ruta donde se ha convertido en la gran revelación.

Tiquete directo a Europa

Estas excelentes actuaciones llamaron la atención de Gianni Savio, manager del equipo Androni Giaccattoli. El italiano lo ofreció un contrato a Egan para dar el salto al ciclismo de ruta en 2015.

Egan corrió en las principales competencias a nivel nacional de ciclomontañismo. Y casi todas las ganó.

Hizo rápidamente la transición. No tuvo problemas para andar en un pelotón con más de 150 corredores y adaptarse a los fuertes vientos que pocas veces afectan el ciclomontañismo.

Pablo Arbeláez, periodista especializado en ciclismo, explica las ventajas de haber comenzado de ese modo: “Brinda la oportunidad de contar con mucho fondo, muy buen manejo de la bicicleta y conocer los sufrimientos propios del ciclomontañismo como correr contra el reloj y de manera individual”.

En su primer año como profesional, el ciclista de 20 años se coronó campeón del Tour de Saboya, el Tour de Sibiu y el Tour del Porvenir –la carrera más importante del mundo para jóvenes–. El equipo Sky, el más poderoso del mundo, que luego cambió de patrocinador y se convirtió en el Team Ineos, puso sus ojos sobre él.

El equipo vio en Bernal al sucesor de Chris Froome –uno de los iconos del ciclismo en los últimos años– y no dudó en contratar al joven maravilla del ciclismo mundial. Egan no podía creerlo: solo dos años antes era un corredor de ciclomontañismo.

Desde su debut en 2018, Egan confirmó su condición de superdotado y logró títulos en la carrera Colombia Oro y Paz y el Tour de California. Pero dio su gran salto en el Tour de Francia el año pasado como el escudero de lujo de Chris Froome y Geraint Thomas.

Nacido para ganar

En 2019, el Team Ineos decidió darle el rol de líder al colombiano en varias carreras como la París-Niza y la Vuelta a Suiza, en las que se coronó campeón en épicas batallas.

El conjunto británico planeaba que Egan fuera su líder para el Giro de Italia pero una fractura de clavícula se lo impidió. Por eso se concentró en Tour de Francia al que llegó como colíder junto con Thomas, debido a la lesión de Chris Froome producto de una fuerte caída en un entrenamiento.

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Egan ha estado siempre sólido en la montaña y solo ha perdido tiempo en la contrarreloj individual, uno de sus pocos, pero superables, puntos débiles.

Antes del comienzo de la carrera en Bruselas, Bernal ya era el favorito de las casas de apuestas pese a ser uno de los más jóvenes del pelotón.

El poderoso Sky -hoy team ineos- vio en Bernal al sucesor de Chros Froome y no dudó en contratarlo.

Iván Casas, uno de los mejores amigos de Egan y exciclista que ahora ejerce el periodismo, explica que la grandeza de su amigo tiene dos componentes innatos, relacionados con su condición física y su fortaleza mental.

De acuerdo con el especialista, que acompaña a Egan en sus entrenamientos, Bernal tiene la capacidad para utilizar el oxígeno de forma mucho más eficiente que sus rivales. Esto le permite tener mucha más resistencia y más energía. “Es capaz de producir mucha potencia con poco peso, lo que facilita una mayor eficiencia en el uso de la energía”, dice Casas.

Otro factor importante es haber crecido sobre los 2.000 metros a nivel del mar. Varios estudios indican que los ciclistas que viven en altura producen más glóbulos rojos, por lo que se cansan menos en la alta montaña, donde hay poco aire disponible por la baja presión atmosférica.

Dice Casas que Bernal disfruta los momentos de grandes esfuerzos, no los sufre. “Al entrenamiento más duro le dice ‘apocalipsis’. Son trabajos de fondo con más de 6 horas y tienen más de 3.000 metros de desnivel por lo que se asemeja a una etapa reina de una gran vuelta. Mientras los otros ciclistas le tienen respeto porque pueden quedar vaciados, Egan no duda y siempre busca quedar primero sin miedo de llegar a su límite”.

Además, siguiendo el ejemplo del ciclista Mark Cavendish, el colombiano pasa horas construyendo vehículos de la línea de Lego Technic. Esas figuras que exigen horas de concentración le ayudan a desarrollar el pensamiento lógico.

Un trabajo que parece simple pero que resulta trascendental para un deporte como el ciclismo en el que la mente muchas veces debe ser más fuerte que el cuerpo. Y desde muy joven Egan sabe que su talento está en dominarlos ambos. El sueño se hizo realidad, y el de los colombianos también.