BÉISBOL

Dos noches en el nuevo diamante de Julio Teherán

Semana.com visitó el nuevo estadio de los Bravos de Atlanta, donde fanáticos y prensa local coinciden: a pesar del momento difícil, el colombiano Julio Teherán es rey.

Alejandro Pérez
7 de mayo de 2017
| Foto: Cortesía: Pouya Dianat/Atlanta Braves

Sábado en la noche. Más de 43.000 personas se congregaron en el diamante del condado de Cobb, en el flamante SunTrust Stadium de Atlanta, para pasar su sábado primaveral viendo pelota caliente. Curiosamente, las noches de viernes y sábado parecen bogotanas, por lo frías y potencialmente lluviosas, pero esto no escarmentó a nadie.

La mayoría de asistentes gozaron el principio de la llamada ‘Noche de Star Wars’, en la que la enorme pantalla proclamó al #49, Julio Teherán, como ‘Maestro Jedi’ y a los rivales miembros del imperio a derrotar… Pero esta noche ganó el antagonista, Darth Vader, los Cardenales de San Luis que ayer también les habían propinado un humillante diez a cero.

A pesar de los buenos esfuerzos del colombiano por cumplir, de su electricidad al comienzo del juego con una recta entre 90 y 94 millas por hora y un slider que rompía bien, cometió errores costosos y no pudo evitarle a su equipo caer por tercer juego consecutivo. Tampoco logró romper su propia racha negativa.

Pero el béisbol es un deporte de largo aliento y oportunidades,  en el que los bateadores triunfan a pesar de fallar 7 de cada 10 turnos y en un abrir y cerrar de ojos los lanzadores pasan de héroes a villanos, y viceversa. Queda mucho por contar, se juega hasta septiembre.

Semana.com le siguió los pasos al colombiano en dos partidos de los 162 que componen la larga y exigente temporada de Grandes Ligas. Habló con él, con compañeros, técnicos y rivales sobre su momento, su importancia y su legado.

Grandes Ligas y Selección

Julio reflexiona sobre cómo volver su mejor forma, una que lo llevó al Juego de las Estrellas el año pasado, la que lo hace el lanzador abridor número uno de los Bravos y la que exhibió junto a José Quintana -y el resto de peloteros colombianos- en el Clásico Mundial de Béisbol en marzo pasado. El evento hasta ahora había sido ajeno para los colombianos pero gracias a la clasificación histórica, y luego de una gran actuación grupal, Colombia ya aseguró un lugar en la próxima edición. Es el fruto de un esfuerzo y de un proceso, y un aliciente de que las cosas se vienen haciendo bien, con corazón.

Al respecto, Teherán aseguró a Semana: “Fue una gran experiencia representar a mi país, para mi carrera fue algo grandioso, las emociones que viví ahí en ese torneo fueron totalmente diferentes. Fue un gran momento para nuestro país, para nuestro beisbol. Sé que los niños van a estar motivados, y esa es la idea de todos los beisbolistas colombianos. Que se valore lo que hacemos. Ojalá sirva de motivación para el futuro de nuestro país”.

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Lo dice porque, a su vez, de niño, otros colombianos lo inspiraron a él y a toda una generación de colombianos: “Creci viendo a Edgar Rentería, a Orlando Cabrera, grandes jugadores de posición. En esta generación se ve más ‘pitcheo’, pero también tenemos buen talento en las posiciones, eso se vio en el Clásico Mundial de Béisbol. Ojalá llegue a las mayores pronto para todos juntos ir por más”.

Esa memoria, sin embargo, poco le sirve ahora. Por eso la deja en la nevera. Pero ni él entra en pánico, ni los rivales creen que sus mejores días están atrás. “Sé que está pasando un momento duro pero volverá por sus fueros”, dijo a Semana el lanzador ‘Cardinal’ Mike Leake, líder de la liga Nacional en promedio de carreras permitidas. Leake, el villano de la noche,  dominó a los bates locales y venció al colombiano en un duelo de estelares.

Su calidad como beisbolista y líder de su equipo le acarrean una misión difícil: enfrentar a los lanzadores más duros de la liga: los Scherzer, los Kershaw, los Bumgarner (esos que salida a salida parecen intocables), y quien sea que asome la cabeza como mejor de la semana o el mes. La tarea es honrosa pero le exige bordear la perfección. Y ante todo, triunfe o falle, no le permite llorar sobre la leche derramada. Perdió, pero y mira al frente. En cuatro días volverá a la lomita a lanzar, contra otro pitcher estelar, frente a un pelotón que literalmente apuntará a ‘molerlo a bate’. Como dijo el cubano Aledmys Díaz a Semana, uno de sus verdugos con el bate estas dos jornadas, “contra el As del equipo rival debes aprovechar esa pequeña ventana en la que se pierde o desconcentra”. Hasta Luke Skywalker perdió un brazo...


Dentro y fuera del estadio, una imagen prevalece sobre las demás, la del colombiano. El abridor #1 de Atlanta que necesita regresar regresar a su mejor forma. (Fotos: Alejandro Pérez).

El parque nuevo hasta ahora es una bendición cuestionada. Abrió sus puertas el 14 de abril de 2017, y parece favorecer a los bateadores sobre los lanzadores, aunque nadie le dijo eso a los bates locales que en dos partidos solo anotaron tres carreras, mientras el rival anotó quince.

El colombiano, como suele hacerlo, habló con franqueza luego de la derrota: “Me sentí mejor que mi salida anterior. Pero un par de errores me costaron. Traté de adelantarme en la cuenta con strikes y darle un chance al equipo, pero esto hace parte del juego. No estoy contento pero tomo esto como un paso hacia adelante”.

Julio ha sido tan bueno para nosotros que nos acostumbró a no permitir carreras, pero sabemos que no puede ser perfecto. Necesitamos que haga sus ajustes, lo necesitamos y sabemos lo bueno que es”, sentenció Ender Inciarte, el jardinero central de los Bravos que en un par de ocasiones salvó hits con su defensa estelar.

Ciudad de lanzadores

Durante los años noventa, los Bravos de Atlanta tuvieron tres de los mejores de la historia jugando al mismo tiempo: Tom Glavine, John Smoltz y Greg Maddux. Los tres llegaron al Hall de la Fama de las Grandes Ligas pues, con sus estilos distintos y genialidad, ganaron 14 años seguidos la División Este de la Liga Nacional. A pesar de un dominio tan marcado, los Bravos de Atlanta solo ganaron el título en 1995, contra los Indios de Cleveland, pero nadie duda que el mayor talento de ese equipo legendario era su triada de excepcionales lanzadores .

En 2017, los Bravos de Atlanta tienen mucho por mejorar. Pero lo que no les hace falta es un estadio. Por tercera vez, desde que llegaron a la ciudad en 1966, provenientes de Milwaukee, mejoraron de casa. Después de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 cambiaron el Fulton County Stadium por el Turner Field, y hace menos de un mes abrieron las puertas de su acogedor SunTrust Stadium.

Cuando se camina hacia el escenario dos jugadores adornan los cientos de banderines que cuelgan de los postes: Julio Teherán, el lanzador cartagenero, y Freddie Freeman, el bateador canadiense. Las dos caras visibles de la pelota caliente, su lanzador estelar y su bate de poder. Antes de ingresar al espectáculo, dos hinchas rubios, en sus veintes, opinaron sobre el colombiano. “Es nuestra estrella, ha abierto cuatro veces la temporada y confiamos ciegamente en él. Eso sí, nos hace falta más bateo”.

Un pasatiempo

A pesar de la amenaza de aguaceros que podían arruinar el juego y del intenso -y atípico- frío digno de Monserrate a las 6 de la mañana, más de 34 mil personas llegaron a la cita el viernes y 43 mil el sábado.

Los Bravos son últimos en su división, pero la temporada recién empieza. Además, la experiencia de ver pelota caliente en su país de origen incluye el juego, la familia, juegos, comida, canto, baile, distracción y el clásico órgano: es un literal pasatiempo. Para sumar, los fanáticos del equipo visitante, los Cardenales de San Luis, considerados de los mejores del juego, también se hacen presentes. No temen usar sus colores, ni animar a su equipo. Cuánto por aprender, si se considera la situación en Latinoamérica de las hinchadas visitantes en el balompié.

Así el equipo pierda, los fanáticos llegan al estadio. Con sus novias o familias disfrutan del juego, comen, y participan de los distintos juegos que la organización propone. (Foto: Alejandro Pérez)

Coda

Es un líder callado. No te avasalla con actitud, te habla con acciones”, dice el periodista Mark Owens. “Lo hemos visto crecer, y tiene ese liderazgo que los Bravos necesitan. Ha abierto cuatro veces la temporada, los fans lo aman, es tranquilo y es un orgullo que haga parte de tu equipo pues nunca saca excusas ni culpa a compañeros a los Umpires”.

Su manager Brian Snitker añade: “Siempre tenemos un chance cuando él lanza”. Éste confía en que su equipo volteará su suerte con la ayuda del colombiano, a pesar de dos salidas seguidas sin fortuna.

Adoro como ataca, como siempre parece a la ofensiva, no camina a muchos y tiene una bola rápida mañosa, un buen slider y un buen cambio de velocidad. Tiene buen arsenal”, sentencia a Semana el dos veces campeón Adam Wainwright, un pitcher que surgió en Atlanta, en San Luis se hizo estrella, y ahora es ese veterano que desde su ética de trabajo le señala el camino a los más jóvenes. Este es un rol que pronto podría estar desempeñando Julio, al menos eso cree Charles Odum, de la Associated Press. “En un par de años, cuando se consoliden los jóvenes lanzadores de los Bravos, Julio será el experimentado, no el As, que los guiará a reclamar la gloria del pasado. Tiene la fortaleza mental y las condiciones para hacerlo”, concluye

Y para Colombia, ¿qué mejor que un veterano de mis batallas para liderar una generación de jóvenes inspirados?

Escuche: entrevista y saludo de Julio Teherán: