Mundial Qatar 2022
En vos confío: argentinos le rezan a Maradona para ser campeones en Qatar 2022
El próximo 25 de noviembre, en pleno Mundial de Fútbol, se cumplen dos años de la muerte del ídolo argentino. La devoción del país crece para pedirle un tercer título.
A mediados del año pasado, con la muerte de Diego Maradona aún calando profundo, una cervecera argentina lanzó una publicidad emotiva sobre la Copa América que se disputaría en Brasil. En tono oscuro, con tango de fondo musical (más melancólico no se consigue), se veía una final entre Argentina y Brasil. Iban 92 minutos y empataban 2 a 2. Tiro libre para Brasil. La imagen se alternaba con expectantes hinchas de uno y otro frente a los televisores. Patea un brasileño y la pelota, con destino de gol, rebota en la nada y empieza su carrera rumbo al arco contrario. La pelota gambetea a los rivales y salta al pecho de un jugador argentino, que saca un derechazo. El disparo se estrella en el palo. En el rebote cruza toda la línea de gol y se frena. Increíblemente la pelota no entra. Un brasileño corre para sacarla y se lee, sobre fondo negro: “Es la primera Copa con Dios en el cielo”.
La historia sigue así: el brasileño está por sacarla y en una milésima de segundo la pelota, sola (¿sola?), se mete en el arco. Es gol argentino. 3 a 2. Argentina, campeón de América. Hay llantos, papelitos, banderas, gente que se tira a una pileta para celebrar. Y aparece otra leyenda que alude a la sensiblería maradoniana: “Si hizo lo que hizo en la cancha, imaginate desde el cielo”. Un par de semanas después, Argentina será campeón de la Copa América nada menos que en el Maracaná tras ganarle a Brasil 1 a 0. ¿Milagro maradoniano?
El fútbol en Argentina se vive de una manera desaforada. Especialmente en los mundiales. Religión que desde hace casi cuarenta años tiene a Diego Maradona como su dios. Lionel Messi, tal vez el mejor jugador de la historia, jamás podrá ocupar el lugar de Diego, fallecido el 25 de noviembre de 2020, en plena cuarentena por covid-19 que no impidió la salida de una multitud a las calles para despedirlo.
Maradona es el símbolo que va más allá de la cancha. Desde que se convirtió en héroe nacional en 1986, cuando Argentina ganó el Mundial de México, cada uno de sus pasos se identificó con la Selección. Sus goles a Inglaterra –uno con trampa y otro el mejor de los mundiales– lo elevaron a lo máximo. No se puede ser más Maradona que Maradona. Él mismo era consciente de lo que significaba para los argentinos, sobre todo en un Mundial, cuando una jugada o una palabra suya bastaba para ilusionarnos.
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Si en 2018, en Rusia, nos fue tan mal, ahí estaba Diego –dormido, pasado, eufórico ante las cámaras y desde un palco– para distraernos del desastre en la cancha. Incluso se rumoreó sobre su muerte en plena competencia. Pero vayamos más atrás en el tiempo. En 1990, un Diego alejado del de 1986, llevó a un equipo sin fútbol pero con alma a la final del Mundial de Italia. Perder con Alemania hizo de Maradona –golpeado, insultado por los italianos– una divinidad humana; una divinidad que, como cualquiera de nosotros, también cae derrotada.
En Estados Unidos 94 un doping positivo lo sacó de carrera y vio cada partido desde afuera, como hincha o comentarista. Así hasta 2010, en Sudáfrica, cuando viajó como entrenador argentino. Ahí estaba, para hacerse cargo en las buenas y en las malas. Para recibir las críticas y hasta devolver frases ingeniosas. Cuando el equipo clasificó a ese Mundial por lo mínimo, le devolvió una ironía de tintes sexuales a un periodista que lo había criticado: “Vos también la tenés adentro”. A pesar de Messi, Argentina se despidió vapuleada 4 a 0 por su fantasma, Alemania. Y Diego, una vez más, sacó pecho.
En Qatar 2022 Argentina debutará el 22 de noviembre ante Arabia Saudita y el 26 jugará su segundo partido, contra México, con lo que significa ese país para el fútbol argentino. Un día antes, el 25, se cumplirán dos años de la muerte de Maradona. Es literalmente imposible que esa fecha de dolor ante su ausencia física no se sienta, sobre todo en pleno Mundial. La nostalgia en estado puro (y comercial).
En Argentina Diego es una religión en sí misma. Se dice que Messi es el mesías (o messías, juego de palabras con su apellido) y Maradona el dios. Un dios imperfecto. Suficiente para creer e implorar que nos dé otra vez una mano. Y el tercer Mundial de nuestra historia.
*Periodista argentino. Autor de los libros ‘Mi Diego’ (crónica sentimental de una gambeta que desafió al mundo) y ‘La palabra hecha pelota’.