GABRIEL OCHOA OTRA VEZ
Como arquero y luego como técnico ha logrado lo que ningún extranjero: doce campeonatos.
La historia del fútbol colombiano y de Gabriel Ochoa Uribe se han confundido a lo largo de tres décadas. Desde los lejanos tiempos anteriores al fútbol profesional, este antioqueño, capaz de hundir con su disciplina mitos y leyendas de victorias imposibles, ha sido figura de primera plena en ese deporte. Primero como arquero y luego como técnico, pero sobre todo como fiscal implacable ha sido incapaz de callar a la hora de señalar los errores o de denunciar las irregularidades. Muchos árbitros y muchos dirigentes han sido blanco de sus críticas. Más de una polémica se ha desatado por su culpa y luego de tantos años de historia, los aficionados añoran los tiempos que se fueron de cualquier manera cuando los equipos fracasaban, porque Ochoa no aceptó nunca improvisar. Mientras los jugadores del América almorzaban, Ochoa, quien no come antes de los partidos, aprovechó la pausa para recordar esa parte de su vida que tiene que ver con el fútbol, casi toda su vida.
Eran los años cuarenta. En aquellos tiempos aún no existía el campeonato rentado de fútbol. Aquel invento británico que los marineros ingleses difundieron por el mundo ya estaba en Colombia y las ciudades ya tenían equipos, como el Tinogol de Medellín, el primer equipo de Ochoa. Fue arquero desde siempre. De la octava división del Unión Indulana pasó directamente a la primera división y cuando se jugó el primer campeonato profesional colombiano defendió los colores del América de Cali. La fiebre de Eldorado comenzó de pronto. Una huelga de futbolistas en la Argentina terminó en un éxodo de grandes jugadores, quienes llegaron a Colombia atraídos por los dólares que ofrecían los equipos. Millonarios le compró al América por 500 pesos el pase de Ochoa y, en 1949, comenzó la serie de doce campeonatos que completó con América la semana anterior.
Millonarios era en aquel entonces un equipo excepcional. Uno de los mejores de todos los tiempos, según las encuestas en las que aparece al lado del Real Madrid de los años cincuenta, del Santos de Pelé y de la selección húngara que hizo inmortal a Puskas, a Czibor y a Kocsis. El fútbol de aquel equipo convirtió a Millonarios en el "ballet azul" . Para un colombiano era casi una hazaña poder jugar al lado de Pedernera, Di Stefano, Bini y Cozzi.
Sobraba la plata, los equipos no tenían que respetar ningún límite en el número de jugadores extranjeros y la calidad del espectáculo que traían los de afuera no permitía que cualquier advenedizo criollo alternara con ellos.
Fue campeón con Millonarios también en 1951, 52 y 53, siempre como arquero.
Cuando terminó la época dorada del fútbol en Colombia, Ochoa se fue al Brasil. En Río de Janeiro jugó para el América y fue subcampeón en 1955 y 56 del campeonato de aquella ciudad.
Pero Millonarios estaba demasiado presente en su memoria y regresó otra vez a Bogotá. Algo trajo del Brasil, porque con él volvieron los buenos tiempos de Millonarios. Como arquero fue subcampeón en 1958, fue técnico y arquero del campeón del año 59 y campeón como técnico entre el 61 y el 63. Se retiró a mediados del 64, cuando Millonarios se consagró campeón.
Paralelamente a su carrera de futbolista, Ochoa Uribe estudió medicina. Se graduó en Brasil y, desde entonces, comenzó a ejercer sus dos profesiones. Instaló un consultorio en Bogotá que está en manos de su hijo Gabriel desde que Ochoa se vino a Cali en 1979. En 1965 regresó el fútbol. Entre 1965 y 1967 dirigió el Santa Fe, el equipo campeón del 66, cuando Alfonso Cañón, que tanto tuvo que ver con la primera estrella del América trece años después, era un muchachito recién llegado al fútbol profesional.
Ochoa se alejó del fútbol luego del fracaso santafereño de 1967. Se dedicó de lleno a la medicina, pero dos años más tarde regresó a "la institución", como él llama al Millonarios que lo vio volverse grande. Fue campeón otra vez en 1972, cuando la buscada décima estrella de Millonarios se hizo una realidad, luego de un extenuante torneo lleno de desempates que finalizó en enero del 73.
En 1975 abandonó el club. Trató de regresar en el 77, pero los dirigentes de Millonarios comenzaron a ponerle problemas, a imponerle otras verdades que él no estaba dispuesto a aceptar.
Predijo la crisis que por poco acaba con Millonarios y que obligo a sus dirigentes a replantearlo a fondo. El campeonato logrado en 1978 por el equipo azul fue la única estrella que no tuvo nada que ver con Ochoa. Pero llegó cuando el equipo aceptó tácitamente con sus cambios que Ochoa una vez más, tenía la razón. Aunque había jurado no volver al fútbol, la muerte trágica de su hijo Fernando, que coincidió con la propuesta del América, le dió la oportunidad de meterse de nuevo a un trabajo sin tregua, capaz de coparle la vida.
Lo del América es otra historia, la que han repetido los diarios sin cesar la de los cuatro años que le han traído dos estrellas al equipo rojo de Cali.
LA MANO FUERTE
Gabriel Ochoa Uribe y la disciplina siempre han ido tomados de la mano. Es un estratega que planea minuciosamente cada partido y los jugadores deben responder con sacrificio y dedicación la confianza que el técnico les da. Muchos jugadores han sido incapaces de aceptar sus reglas y han terminado mal. La historia de Alfonso Cañón es un ejemplo clásico del "estilo Ochoa". Cuando Alfonso Cañón parecía condenado a terminar sus días de futbolista en el campeonato del Barrio Olaya, el medico Ochoa lo llamó al América.
Cañón fué uno de los artifices de la primera estrella, anotó el primer gol ante el Magdalena el día que América se proclamó campeón y se dijo que Ochoa resucitaba jugadores. Al año siguiente, Cañón y el arquero campeón Carlos Gay fueron marginados del equipo por recomendación de Ochoa. Se dijo entónces que Ochoa enterraba jugadores a su antojo. "Yo no entierro ni resucito a los futbolistas. Gay tuvo que salir por problemas anímicos. No quería ser el suplente de Silvio quintero y él mismo se retiró. Alfonso Cañón no quizo seguir cuidando su estado físico y eso es inadmisible en una persona de 34 años de edad".
Otro tema que lo hizo famoso fué el de los arbitros, a quienes calificaba después de los partidos independientemente del resultado. Cuando era técnico de Millonarios, muchas veces ocurrió que a pesar del triunfo de su equipo atacaba no sólo al árbitro por su mal trabajo sino al Colegio de Arbitros por su incapacidad para preparar jueces de categoría. Pero su mayor victoria la logró hace pocas semanas, ya en plena era del video. Pereira le ganó tres a dos al América y los comentaristas de todo el país calificaron de "excelente" el trabajo del árbitro.
Ochoa lo calificó de localista y fué criticado por "no saber perder".
Ocho días despues, el programa "Teledeportes" mostró las jugadas señaladas por Ochoa y se vió muy claramente que al América le habían anulado injustamente un gol, que el segundo gol del Pereira nació de una jugada en fuera de lugar y que el árbitro había pasado por alto un pénal que le cometieron al América.
Pero a la hora de hablar de sus jugadores es generoso. "Gracias a Dios... y al arquero salimos campeones" dijo Ochoa al terminar el partido ante Millonarios. Y a propósito de Millonarios, le rindió un homenaje al no permitirle a sus muchachos que dieran la vuelta olímpica en el Campín. "No fué, como muchos pudieron pensar, que deseáramos dar esta vuelta en nuestra propia casa. Fué una muestra de gran respeto que le tengo a esa institución".
Algún día, y eso es lo que esperan los hinchas de bien, Ochoa podrá encontrar condiciones favorables para ser el técnico de la Selección Colombia.