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Del Esmad a la Libertadores: la historia de Katherine Tapia, la arquera del América que tapó dos penales para llevar a su equipo a la final

Sus cinco años en el Esmad la llevaron a trabajar como escolta del equipo masculino de Atlético Nacional. Fue la primera portera en marcar un gol a nivel femenino y se hizo héroe en la Libertadores.

21 de octubre de 2020
Katherine Tapia
Katherine Tapia | Foto: Twitter @kate_tapia

Katherine Tapia decidió jugársela toda en cada penal ante Corinthians para darle la clasificación a su equipo, el América de Cali, a la final de la Copa Libertadores femenina. Fue ella quien atajó dos penales para dejar a su equipo a solo un partido de la meta. Sin embargo, su decisión de “jugársela toda” comenzó mucho antes de ese partido.

Tapia llegó hace muy poco al América. Firmar con las escarlatas y reforzar a uno de los rivales históricos del Atlético Nacional, el equipo del que es hincha y donde jugó hasta el año pasado, la llevó a poder tapar en canchas internacionales. Sin embargo, aún le faltaba camino: a Argentina donde se juega la Libertadores llegó con la firme convicción de pelearle a Natalia Giraldo la titularidad en el arco y adueñarse de él en los juegos decisivos. Andrés Usme apostó por ella en la semifinal y la arquera –que trabajó en la Policía– no lo defraudó: atajó dos penales y clasificó al club de la Sultana del Valle a la final.

América de Cali se enfrentará al ganador de la llave entre Ferroviária de Brasil y Universidad de Chile.

La historia de Katherine Tapia debajo de un arco de fútbol, sin embargo, comenzó hace tiempo. Cuando se iba disputar la final entre Tolima y Nacional en 2018, Katherine Tapia tenía su boleta lista para animar a su verde del alma. Sin embargo, sus superiores le dijeron horas antes del partido que tenía que trabajar esa noche en su cargo como miembro del Esmad. Pese a que Katherine insistió y se ofreció para hacer doble turno otro día, no se lo aceptaron. Y, además, como castigo, la obligaron a escoltar a los hinchas del Tolima que salieron celebrando del estadio Atanasio Girardot por lograr el título esa noche.

Por eso, cuando Katherine logró convertirse en la arquera titular de Atlético Nacional femenino, se sacó una espina: no solo cumplió el sueño de ser jugadora profesional de fútbol, sino que también lo hizo con el equipo de sus amores.

René Higuita fue uno de los primeros en escribirle cuando hizo su debut. El Loco la felicitó porque gracias a uno de sus goles y su contundencia en el arco verdolaga, el equipo derrotó a Bucaramanga 3 a 0 en el estadio Bernardo Nando Álvarez, de Guarne, en el inicio de la Liga de las mujeres. Las otras dos anotaciones las puso la nueva contratación del cuadro paisa, Paula Botero.

“René es como mi papá, él lo dice porque soy crespa y cuando estoy en el arco, me considera su hija”, dice. "Cuando se enteró de que además marqué gol, me habló diciéndome que ya había quedado en la historia, que estaba para grandes cosas y siempre me iba a apoyar. Esa seguridad me la imprimió desde el día antes del partido. Me invitó a darlo todo, a sacar el arco en cero porque cree que soy una gigante en el arco”.

Podría decirse que Katherine es una de las herederas del Loco, pues René le regaló sus guantes, marcados y autografiados, lo que es gratificante para ella; además, la anima a seguir trabajando y a honrar ese elemento de trabajo con el que René le dio tantas alegrías a Nacional.

La primera arquera que marcó un gol en la Liga femenina

Tapia, que nació el 7 de diciembre de 1992 en Lorica, Córdoba, quedó en el registro de la Liga femenina como la primera arquera en marcar gol en el torneo femenino de nuestro país. Para lograr esa marca se preparó y visualizó el momento: “Nosotras en entrenamiento hacemos apuestas y yo había comentando con mis compañeras que quería hacer un gol de profesional porque sabía que ninguna arquera había marcado”.

“Nuestro técnico (Diego Bedoya) me escuchó y me dijo: Tapia, tú vas de primera a cobrar un penal si se da. Cuando se dio la oportunidad ante Bucaramanga, pensé que era mi momento de marcar historia y darle convicción al equipo como capitana”, reveló la jugadora.

Katherine es la capitana de Atlético Nacional Femenino
La arquera de Nacional trabajó cinco años en la fuerza antimotines de la Policía Nacional. | Foto: Fútbol femenino

Ni si quiera la larga experiencia de haber pasado por la Selección Córdoba, la de Bogotá, la de estar en el club deportivo Gol Star y estar desde 2018 en Atlético Nacional le quitó a Katherine los nervios cuando se cambiaron los papeles. Pasar de evitar el gol a cobrarlo no fue tan fácil: “Se siente una gran adrenalina; ahora entiendo a los que se ponen al frente de nosotros. Pero luego logré sentirme tranquila y segura. Días antes había subido un video a mis redes cobrando un penal en entrenamiento y pensé que las rivales lo habían analizado; por eso cambié el cobro y lo hice fuerte y seco”.

Ese cambio de roles ya lo había vivido con el mismo profesionalismo y seriedad que la caracterizan fuera de la cancha. Katherine es una hincha declarada de Atlético Nacional y tuvo que poner a prueba de fuego su amor cuando vistió el verde, pero el de la Policía Nacional.

“Siempre he declarado mi amor al club, soy hincha desde pequeña y peleo con mi papá porque él es del Junior. El amor por estos colores me hace feliz y vestirlos es una responsabilidad y un orgullo gigante”. Pero sus cinco años en el Esmad la obligaron a controlar la pasión en momentos de locura para cualquier seguidor del onceno dos veces campeón de la Copa Libertadores de América: “Me pasaba mucho en los clásicos, cuando estaba en el estadio y Nacional le anotaba al DIM. En ese momento sentía que me ahogaba porque quería gritar a todo pulmón el gol. Obviamente, es una responsabilidad y respeto hacia los demás ciudadanos y, por supuesto, me contenía muchísimo”.

Katherine aguantó su amor por el verde de Antioquia mientras trabajaba en el escuadrón antimotines, pero también recogió miles de anécdotas que la ayudaron a fortalecer su responsabilidad y que hoy recuerda con gracia y agradecimiento: “Cuando Nacional perdió la final con el Deportes Tolima en el Atanasio yo estaba lista para irme a disfrutarla al estadio y me llamaron porque necesitaban personal. No pude ir a ver el juego, sino que fui a trabajar como policía. Le ofrecí a mi mayor hacer doble turno y no aceptó. Entonces me castigaron poniéndome a escoltar a los hinchas del "Pijao”, explica. “A los seguidores del rival los sacan 10 minutos antes. El Tolima marcó gol y mientras todos celebraban yo estaba furiosa y les dije: ‘Súbanse rápido’, estaba descargando la rabia con ellos. Todos mis compañeros se burlaron de mí”.

Cambiar el traje especial de protección, el bastón tonfa, el escudo antimotines –a veces de policarbonato y otras veces metálico–, y las bombas aturdidoras por el uniforme de Nacional, los guantes y los guayos no fue una decisión tan fácil. Tapia dice que pese a su inagotable amor al fútbol “fue muy difícil y no la consulté con casi nadie. Era el sueño de mi familia que fuera de la Policía, para ellos era un orgullo verme en el Esmad". También dice que cuando entró a Nacional recibió el apoyo de sus superiores y compañeros en el Escuadrón, pero después cambiaron el mando: "Me pusieron la situación más difícil, al punto de que me iban a poner presa si no me presentaba a la institución o si me iba sin permiso. Me complicaron tanto las cosas que me llevaron al extremo de retirarme. El amor por el fútbol y por Nacional me ayudó a tomar esa decisión”.

En 2017 se encontró con Diego Bedoya, actual DT de Nacional, quien sabía que jugaba en los equipos de la Policía y la invitó a las convocatorias el 1, 2 y 3 de diciembre de ese año para pelear por un cupo de inscripción. Por esas fechas en Medellín se realizan las famosas y controversiales alboradas y la misión de Katherine Tapia era hacer cumplir el orden en la madrugada: "El 30 de noviembre no dormí por trabajar y a las 7 a. m. del primer día de diciembre me dejaron salir. Tenía que estar en Guarne a las 8.30 a. m. y un compañero me llevó en una moto. Así me tocó los tres días. El último día le tuve que decir la verdad al profe porque no me sentía en condiciones”.

De esa experiencia lo más lindo que le quedó fue ser seleccionada por el mismo Raúl Navarro, arquero desde 1971 hasta 1979 en el verde de Antioquia y campeón dos veces con esa escuadra. Al elegirla le recordó que tenía grandes condiciones: “Me dijo que si me seguían trabajando sería una gran arquera. Para mí fue un gran orgullo porque además estaba ahí con René Higuita y Fabio Calle, que es mi actual entrenador. A él le debo en parte lo que soy porque es un gigante para sacar arqueros”.

Katherine dice que es precisamente ‘la Gallina’ Calle su polo a tierra, porque él es todo lo contrario a esta mujer conocida por su alegría que contagia el camerino. “Soy ‘recochuda’, pongo la música, pero cuando hay que trabajar con Fabio lo hago de la mejor manera. Él me corrige y me ayuda cuando tengo una debilidad. Por ejemplo, el año pasado tuve una equivocación con América en los cuartos de final y por mi culpa no avanzamos más. Me dio muy duro y él fue quien me ayudó a levantarme”.

La decisión en el arco

Su personalidad siempre ha sido determinante en todos los escenarios en los que ha sido protagonista. Tenía claro lo que le gustaba y hacía lo que fuera por lograr sus sueños. “En el Esmad nos dividían por escuadras y yo me colaba en la fila que acompañaba a Nacional, que iba al hotel, los escoltaba, los cuidaba en el paso de los jugadores de un lugar a otro y me animaba a pedirles foto sin dejar de hacer mi labor o irrespetarlos. Recuerdo que vi a Armani y me pareció tan grande que, obvio, le pedí la foto. También hice lo mismo con René y los referentes que ganaron la Copa Libertadores. Les decía a mis compañeros en esos momentos: ‘Algún día yo estaré ahí y ustedes me van a escoltar, me van a cuidar’. Ellos se reían y me decían que no me creían. Hoy no me caben los mensajes en el cel, de ellos felicitándome”.

Los mismos colegas de la Policía que antes se burlaban cariñosamente de ella, hoy, con orgullo, se la encuentran y hablan de los momentos compartidos: "Es muy lindo, me escriben, me dicen que cuándo jugamos un ‘picadito’, me acompañan al estadio y, como además me deben escoltar, no ocultan su orgullo contándoles a mis compañeras de fútbol que jugaron y trabajaron conmigo. Es gratificante porque siempre sé de donde vengo y lo que fui y, por su puesto, me pongo en la posición de ellos”.

Katherine recuerda que en la Policía puso a prueba sus 1,78 de estatura. Al lado de los hombres con quienes no estaba de guardia en el terreno laboral, también se medía en el terreno de juego: “Me tocaba jugar con y contra los compañeros hombres, yo era la única mujer y siempre era arquera. Me tocó medirme en las canchas de Envigado en un partido del Tránsito vs. Esmad y todos los rivales estaban muy confiados en ganar porque, según decían, ‘una mujer no tapa bien’. Terminaron pidiéndome fotos, pues ese día ganamos. Crecí y me fortalecí porque recibí disparos de balón de hombres y le perdí el miedo a estar bajo el arco”.

Incluso eran tan competitivos estos encuentros que estuvo lesionada ocho meses por un daño en el ligamento cruzado del que hoy no quedan secuelas.

Lo que pocos saben es que antes de ser guardameta Katherine fue defensa central: “Era una defensa central muy buena. Estuve en la Selección Colombia sub-20 con Ricardo Rozo y ocupaba esa posición. Lo que pasó fue que cuando estuve en Gol Star, en Bogotá, se quedaron sin arquera y Diego Toro –actual entrenador de Fortaleza– se ofreció a entrenarme de arquera, por mi estatura”, recuerda. “Se sintió chévere volar, sentirse en el aire y decidí quedarme. Lo malo fue que jamás me había lesionado de central y apenas pasé al arco tuve luxación de clavícula; ahí dudé”.

Katherine es futbolista y ciudadana, por eso no desconoce lo que ha pasado en Colombia en los últimos meses y envía un mensaje de paz a la Policía Nacional y a los ciudadanos: “Creo que no hay que juzgar de primera mano el actuar de los uniformados. A veces hay que ponerse en ambas posiciones, pues como existen policías que se sobrepasan, también hay ciudadanos que tienen comportamientos inadecuados. Colombia se merece una paz equitativa en todos los ámbitos. Lo que vivimos ahora en el país y a veces lo que se ve con la violencia en el fútbol debe cambiar y depende de todos. En todo tiene que existir una solución diferente a la violencia”.