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La final del US Open se le escapa al tenista español Carlos Alcaraz, que cierra su año de despegue con una dolorosa lección ¿Qué pasó?
Su presencia regular en las mayores alturas ha estado apuntalada por su espectacular rendimiento en el resto de torneos.
Rendido por Daniil Medvedev a las puertas de la final del Abierto de Estados Unidos, el español Carlos Alcaraz vivió un decepcionante epílogo a su primera gran temporada en los Grand Slams, en la que reluce la corona de Wimbledon.
En el último de los cuatro torneos grandes de 2023, el prodigio español aspiraba a revalidar el trofeo del US Open pugnando con Novak Djokovic, en una reedición de la final de Wimbledon.
En el resto de grandes escenarios en los que compitió alcanzó al menos las semifinales, mientras un año atrás solo había superado los cuartos de final de Nueva York, donde inauguró su vitrina de Grand Slams y se erigió en el número uno más joven de la ATP.
Su presencia regular en las mayores alturas ha estado apuntalada por su espectacular rendimiento en el resto de torneos.
Pero su inapelable derrota del viernes ante Medvedev, el único que se ha interpuesto este curso en la rivalidad Alcaraz-Djokovic, fue un duro recordatorio del camino que el español tiene por delante para dominar el circuito.
“Pensé que ahora era mejor jugador para encontrar soluciones cuando el partido no va por buen camino. Pero ahora voy a cambiar de opinión. No soy lo suficientemente maduro para manejar este tipo de partidos”, admitió un cabizbajo Alcaraz.
El español, que reconoció haber tenido momentos de desconexión clave, no pudo reponerse de la pérdida de los dos primeros sets ante un Medvedev desencadenado al servicio y retorno.
“Siempre quiero mejorar y siempre se puede aprender más de las derrotas que de las victorias”, subrayó.
“Vamos a intentar olvidar este partido lo antes posible. Debo tomar las lecciones que deja, pero no creo que este proceso dure más de un par de días o semanas”, apuntó.
La rivalidad con Djokovic
Desde su entrada en el circuito, su cuerpo ha ganado volumen y se ha forrado de músculos a una velocidad de vértigo. A la lesión muscular en la pierna derecha que le impidió jugar el Abierto de Australia, primer Grand Slam del año, le siguieron molestias en una muñeca y problemas dorsales que le apartaron también del Masters 1000 de Montecarlo.
El peaje físico lo acabó de pagar en la semifinal de Roland Garros, donde cayó ante Djokovic después de que le asaltaran calambres.
El triunfo fue interpretado por muchos como la definitiva cesión del testigo por parte de la vieja guardia.
Alcaraz “tiene lo mejor de los tres mundos” del ‘Big 3′ (Djokovic, Nadal y el retirado Roger Federer), dijo entonces ‘Nole’.
Menos de dos meses después, el relevo ha vuelto a quedar en un punto de espera. Alcaraz mostró su vulnerabilidad desde el principio de la gira norteamericana de pista dura, con una inesperada caída en cuartos del Masters 1000 de Toronto ante Tommy Paul.
El gigante serbio, de 36 años, no ha comenzado siquiera a pensar en la jubilación y con su triunfo en Cincinnati se puso en bandeja el retorno al número uno mundial, que el lunes tomará de las manos de Alcaraz.
La perspectiva con el ‘Big 3′
El recorrido de Alcaraz en Nueva York, donde su juego y sentido del espectáculo mejor conectan con la grada, ha seguido engordando las marcas de precocidad que siempre le acompañan.
Al ser el último Grand Slam del año, muchos jugadores llegan con las fuerzas justas al Abierto de Estados Unidos, cuyo palmarés es tan volátil que el último ganador en revalidar trofeo fue Federer en 2008.
*Con información de AFP