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La resurrección de James: la historia de cómo el ‘mago’ de la selección puso a soñar, reír y llorar a 50 millones de colombianos
El 10 de Colombia cambió las duras críticas sobre su actuación en diferentes clubes a los elogios por lucir como el mejor jugador de la Copa América en la selección. Néstor Lorenzo y sus compañeros evitaron su sepultura en el fútbol.
Trece años de pasión ha tenido James Rodríguez en la selección Colombia. Después de ser venerado como un dios en 2014 tras jugar cinco partidos en el Mundial de Brasil, anotar seis goles, dos asistencias, ser elegido el mejor jugador contra Costa de Marfil, Grecia y Uruguay, el más destacado de todo el certamen en la primera fase, marcar el mejor gol ante los charrúas, calzarse la Bota de Oro, ganarse un lugar en el equipo de las estrellas y llegar al Real Madrid por una cifra récord de 82,5 millones de dólares, el 10 cargó con una pesada cruz de críticas.
James cayó por primera vez en el mismo equipo merengue con Zinedine Zidane a la cabeza. Luego, por segunda oportunidad, en Alemania. Con el Bayern consiguió cinco títulos y fue dirigido por técnicos como Carlo Ancelotti, el denominado papá del cucuteño en Europa. Sin embargo, la tensa relación con entrenadores siguientes, como Niko Kovac, las lesiones y hasta la falta de adaptación a la cultura alemana lo terminaron despojando de las vestiduras del onceno bávaro.
“Hubo días que me iba a las nueve de la mañana al trabajo, prendía el carro y miraba la temperatura: -28 grados. Me preguntaba: ‘Qué estoy haciendo aquí con este frío’”, dijo en una entrevista hace unos años.
El impedimento del Real de dejarlo ir a equipos como el Atlético de Madrid lo obligaron a regresar a la casa blanca finalizada la cesión en Alemania. Allí se aplicó el dicho que asegura que las segundas partes no son buenas, hasta que llegó la posibilidad de ir a la Premier. Nuevamente, fue Carletto el que le tendió la mano al colombiano, pero nueve meses después los madridistas ficharon al italiano y James quedó bajo las órdenes de Rafa Benítez, un viejo conocido que de entrada le dijo que no contaría con él.
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El 22 de septiembre de 2021, el 10 firmó con Al-Rayyan, un equipo de Catar, pensando en lo que sería el Mundial del año siguiente. Pero, lejos de ser el que lo acercara a la copa del mundo, fue nuevamente su cruz: las falencias físicas reflejadas en constantes lesiones lo llevaron a rescindir su contrato. El inri de “bajo rendimiento” se selló con Reinaldo Rueda en la selección. El técnico vallecaucano lo dejó por fuera de la Copa América en la que Colombia fue tercero.
“Lo que quise fue proteger la selección y proteger a James. Como se lo dije a él: ‘Yo no quiero abusar de ti, yo no quiero a James para dos o tres partidos y que se lesione otra vez. Yo quiero un James para diez partidos, para que juegue cinco años más con altísimo nivel’”, declaró Rueda en ese momento.
Pasaron 361 días sin ponerse la camiseta que le da el superpoder de dejar de lado su peor versión: la amarilla, azul y rojo. “Con la selección siempre voy a querer estar. Yo aquí juego hasta cojo”, dijo en una entrevista en la edición centenaria de la Copa América, y sí que es cierto.
Sus pasos, sin ser los más firmes en el equipo nacional, dejaron huella. Para ese entonces, ya había regresado a Europa al Olympiacos. Allí no marcó un buen camino y, por el contrario, se desvió a tal punto que rescindió el contrato por tercera vez en cuatro años. Para ajustar, su presencia en la Tricolor no evitó la crucifixión de un equipo que no fue al tercer mundial consecutivo.
Para junio de 2022, la Federación Colombiana de Fútbol anunció a Néstor Lorenzo, entrenador argentino, que había formado parte del cuerpo técnico de José Pékerman. El argentino no dudó en declarar, desde el día uno, que James recibiría su bendición en el equipo. “Él no va a dejar de ser un buen jugador por estar uno o dos meses fuera de la cancha. Tiene una categoría impresionante y estará siempre en el ámbito de la selección mientras yo esté. Tiene todo nuestro apoyo”, respondió en rueda de prensa a la pregunta de SEMANA.
El entrenador finalizó su calvario, lo recibió entre sus brazos, le curó las heridas, aun cuando a James le lanzaban piedras por su rendimiento, sus lesiones o sus transmisiones en Twitch. Ese acto de fe del timonel, devoto de la Virgen de Chapi, dio para que James volviera a ponerse la banda de capitán. Desde entonces, James suma 19 partidos, cuatro goles, es el líder de asistencias y el tercer goleador detrás de Luis Díaz, con seis anotaciones, y Borré, que tiene cinco.
“A James Rodríguez lo conozco desde chico y siempre supe de su utilidad. Sé del amor que tiene por estos colores, por eso me dolió mucho cuando lo criticaron tanto, por eso confié en él porque su compromiso con la selección es supremo”, dijo el técnico argentino después de vencer a Costa Rica con una magistral actuación del jugador del São Paulo, la misma que se repitió contra Brasil y Panamá.
“Nada detiene a un talento motivado”, dijo Francisco Maturana hace algún tiempo y, sin duda alguna, el respaldo de Néstor Lorenzo al 10 lo ayudó a salir de la sepultura en la que lo dejó el señalamiento social.
James se limpió el polvo con números impresionantes y nada comparables con los de los clubes. En la actual Copa, se convirtió con seis en el máximo asistidor en una misma edición del torneo, al igual que Álex, campeón con Brasil en 2004, y superando a Lionel Messi y Denílson de Oliveira.
Según la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, en la victoria de Glendale, Arizona, James Rodríguez logró cinco marcas: gol y asistencia en los primeros 15 minutos, participación directa en tres goles en el primer tiempo, más participaciones en goles en Copa América, cuarto jugador con más de cinco asistencias y segundo máximo asistidor del siglo XXI, superado únicamente por Lionel Messi (18 asistencias).
Sin embargo, no fue con números o los cuatro trofeos de mejor jugador de la Copa América con los que se ganó el respeto de sus compañeros, que lo llaman ídolo. Terminado el partido con Uruguay, que dio el tiquete a la final, James corrió al terreno de juego, se arrodilló hasta caer tendido en el piso y lloró a la par de su hija, Salomé, en la tribuna. “Llevo casi 13 años aquí, queriendo mucho esto. Estamos felices”, mencionó el volante, entre lágrimas.
Juan Fernando Quintero, Rafael Santos Borré y Luis Díaz no lo dejaron solo, lo buscaron en la celebración del paso a la final, lo abrazaron hasta las lágrimas y lo levantaron. Esa es la imagen de la resurrección de un James que, desde la cancha, lidera una selección que no conoce la derrota hace 28 fechas. “James se lo merece, esta es la Copa de él”, declaró, llorando, Luis Díaz.