Aniversario
“Les exigí las escrituras de lo que compraron con los premios de la Copa América”: Francisco Maturana, el único técnico campeón con la selección Colombia
El director técnico que conquistó el único título de la selección absoluta y la clasificó a dos mundiales, relató a SEMANA aquella campaña de julio de 2001 que lo llevó a levantar el trofeo más importante de su carrera.
“Una familia que aún perdura”. Así definió Francisco Maturana a los 22 futbolistas que decidió convocar, en su regreso a la selección Colombia, con el principal objetivo de ganar un título. No había mejor oportunidad para hacerlo que aquel mes de julio de 2001, cuando por primera vez en la historia el país fue sede de la Copa América.
A comienzos de aquel año, parte de la crítica deportiva y la afición censuraba el estilo ultradefensivo que había impuesto el bogotano Chiqui García en la selección, y aunque consolidó la mejor defensa de de la historia, con Óscar Córdoba y los zagueros Jorge Bermúdez, Iván Ramiro Córdoba y Mario Alberto Yepes, los resultados en la eliminatoria advertían imposible la clasificación a la cita de Corea y Japón prevista para el 2002. Tras un empate a dos goles con la entonces cenicienta Venezuela, que fue asumido en el país como una auténtica vergüenza, y luego de que se le escapara un empate a cero, en el último minuto, en su visita a la selección de Brasil, García renunció a la selección.
Maturana se encontraba en Suiza donde recibió los contactos de los directivos de la Federación, y a un príncipe árabe que lo acompañaba le comentó la posibilidad que tenía de regresar a Colombia, aunque tenía muchas dudas para aceptar el ofrecimiento. Entonces, con cierto enojo, ese príncipe se declaró decepcionado con Maturana. “A un país nunca se le dice que no”. Pacho, tras un tiempo de reflexión, aceptó el reto y volvió a su tierra con el propósito de oír todas las opiniones, intentar unir al país, pero siempre responsable y autónomo por cada una de sus decisiones.
La primera, marginar a algunas de las ‘vacas sagradas’ de la selección y darle la oportunidad a nuevos valores del fútbol colombiano, sin importar que no tuvieran experiencia. Tanto así que tres de sus jugadores convocados, Mauricio Molina, Fabían Vargas e Iván López, tenían apenas 21 años cuando decidió convocarlos para el que sería el mayor reto de su carrera como entrenador.
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Aquella campaña tuvo su principal espaldarazo en Barranquilla. Maturana recuerda cómo la arenosa fue la primera en volcarse alrededor de la selección que padecía muchas críticas de aficionados y periodistas. Pacho guarda en su memoria las imágenes de la gente saliendo a saludar la caravana del bus del equipo, con imágenes del sagrado corazón de Jesús, la virgen del Carmen, y siempre al son de un vallenato. “La selección tenía cuestionamientos, y espiritualmente no teníamos esa fortaleza. Esa nos la dio Barranquilla”, dice Pacho en entrevista a SEMANA.
Tampoco olvida cómo en Manizales los obreros dejaban de trabajar, se quitaban sus cascos y se abrazaban felices al ver a los jugadores en el bus. Y mucho menos la forma como explotó el Campín, aquella noche del 29 de julio de 2001, cuando Colombia levantó la Copa América tras haber ganado los seis partidos que tuvo que disputar.
Hace 2️⃣0️⃣ nos coronábamos campeones de América tras vencer 1️⃣-0️⃣ a 🇲🇽 en la final de la CONMEBOL Copa América 2001 🏆
— Selección Colombia (@FCFSeleccionCol) July 29, 2021
⚽️ Iván Ramiro Córdoba#VamosColombia🇨🇴 pic.twitter.com/F1nDgl5rGM
“Les pedí que con esa plata, que no la tenían, compraran algo para toda la vida. Y en algunos casos les exigía que me mostraran la escritura pública de lo que habían comprado. Eso era lo que quería, que todos los de esta familia dijeran: esto lo gané con la Copa América”, dice Maturana.
El único entrenador colombiano con una Libertadores y una Copa América en su palmarés, recuerda, veintre años después, a dos de los pupilos que ontribueyeron en aquella conquista, pero que hoy no se encuentran para fundirse en un abrazo. Miguel Calero, a quien calificó como “el chévere de la familia”, y a Elson Becerra, quien en su recuerdo “también era alegría, un chico de una fantasía única, como para adornar la estructura. Esa persona impredecible, que con una de sus acciones podía cambiar la historia en un momento nublado. Una persona respetuosa, musical, de alegría por todos los lados”.
Maturana también lamenta que aquella generación de futbolistas no haya tenido un momento de celebración tras la conquista del título, pero asegura que la mejor forma de hacerlo fue en el abrazo con cada una de sus familias.
“Andre Agassi decía que las derrotas siempre están en la cabeza, y las victorias desaparecen al otro día. La mejor celebración fue en la calle, el ciudadano de a pie que te daba un saludo, una voz de aliento, de gratitud. Eso no tiene precio”, sostiene Maturana.
Veinte años después, y tras nuevas experiencias en el fútbol colombiano y boliviano, las cuales alternaba con sus labores de asesor e FIFA, ahora integra el equipo de dirigentes deportivos del Atlético Nacional, y respalda la idea de los campeones de américa de volverse a reunir para celebrar el título, pero le gustaría que fuera en un partido contra los jugadores de aquella selección Argentina que no quisieron respaldar la Copa y renunciaron a jugar en Colombia.