TOUR DE FRANCIA
¿Cómo competir en medio de la pandemia?
Por segunda vez en la historia, la carrera ciclística más importante del mundo se disputa en medio de una crisis sanitaria. Ya había ocurrido en 1919, en medio de la gripe española. 101 años después, estas son las medidas que tomó el Tour para intentar blindarse de la covid.
Este año, el Tour de Francia es distinto: en las etapas ya no se ven cientos de personas agolpadas al costado de la ruta para observar de cerca a los ciclistas y tampoco hay aglomeraciones en el punto de meta a la espera de que pase el ganador de un embalaje final. Todo forma parte de las restricciones que el Tour impuso para hacerle frente a la pandemia del coronavirus. Sin embargo, esta situación no es nueva: en sus 107 años de historia, el Tour de Francia ya se había competido durante una pandemia. Ocurrió en 1919, justo después de la Primera Guerra Mundial, durante la crisis sanitaria que en todo el mundo impuso la gripe española.
Ese verano, 69 ciclistas se citaron en París para retomar el ciclismo tras los horrores de la guerra. En la partida hubo homenajes a participantes de otras ediciones que perdieron la vida o que terminaron desaparecidos durante el conflicto. A diferencia de lo que ocurre hoy, las fotos de la época no muestran a los participantes con tapabocas, aunque el país era uno de los epicentros de la gripe española, que –según se calcula– dejó 360.000 muertos en Francia entre 1918 y 1919.
Fueron 15 jornadas en las que los ciclistas empezaban "antes del amanecer y terminaban cuando podían", como dice el reportaje de un medio español. Aquel Tour tuvo el promedio de velocidad más bajo de la historia: 24 kilómetros por hora. Y también fue el que ha registrado más retiros: de los 69 ciclistas que empezaron, solo 11 lograron terminar la prueba. Pero no se puede culpar solo a la antigua pandemia por esta situación catastrófica: en cada etapa de la competencia de 1919, en la que se recorrían en promedio 300 kilómetros, los ciclistas encontraban las huellas de la guerra: puentes destruidos, trincheras, escombros y automóviles militares destrozados.
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JULIAN ALAPHILIPPE, DURANTE LA SEGUNDA ETAPA DEL TOUR DE FRANCIA 2020. FOTO: AP.
En estos momentos, la incertidumbre reina. Aunque nadie espera que la situación actual sea tan grave como la de hace 100 años, el primer ministro francés, Jean Castex, reconoció la semana pasada que Francia está frente a la reaparición del virus y dijo que está haciendo todo lo posible para evitar un nuevo confinamiento generalizado en un país que suma más de 260.000 casos confirmados de coronavirus.
Mientras tanto, el Tour ha avanzado sin contratiempos. La organización del Tour es optimista, apuesta a que la mayoría de los 176 ciclistas participantes lleguen el próximo 20 de septiembre a los Campos Elíseos de París y que ninguno de los retiros tenga nada que ver con la covid-19. Para lograrlo, tomaron como ejemplo competiciones como la NBA, que creó una ‘burbuja‘ para aislar a los equipos y al cuerpo técnico con el fin de continuar la competencia sin riesgo.
Sin embargo, no es comparable un deporte que se juega a cancha cerrada con un pelotón con cientos de ciclistas que recorre 3.400 kilómetros de carreteras públicas en medio de la pandemia. A.S.O., la organización responsable del Tour, estableció un límite de 5.000 aficionados para el inicio y el final de cada etapa –el máximo permitido por el gobierno francés– y declaró que sería obligatorio el uso del tapabocas para todas las personas, incluidos los ciclistas, en las zonas clave del evento. De hecho, solo hay dos momentos en que los ciclistas no los tienen que usar: cuando están compitiendo o cuando se encuentran en su habitación de hotel.
La seguridad del Tour es la encargada de tener tolerancia cero frente al incumplimiento de las normas y las vallas que protegen los puntos de llegada están más alejadas de lo habitual. Por eso, ya no hay imágenes de aficionados animando a centímetros de los ciclistas y tampoco hay autógrafos ni ‘selfies‘. Sin embargo, no deja de ser extraño ver los tradicionales disfraces y los habitantes de las zonas rurales viendo pasar la caravana desde el borde de la carretera, muchas veces con el tapabocas puesto en el cuello.
Para el Tour, la prioridad son las pruebas. Hay una unidad móvil capaz de hacer 50 pruebas PCR diarias y de dar resultados en menos de dos horas. Todos los participantes de la burbuja –es decir los ciclistas y el entorno cercano del equipo, como los directores de carrera y mecánicos– tuvieron que presentar una prueba negativa una semana antes del inicio del Tour de Francia. Según la UCI, si dos miembros del equipo daban positivo, todo el equipo debería retirarse de la competencia. Esta norma causó tensión entre los equipos, sobre todo después de que dos miembros del equipo Lotto-Soudal, que no eran ciclistas, dieron resultados "no negativos" en una prueba previa a iniciar la competencia.
Finalmente, el Tour aclaró que solo se retiraría el equipo completo de la competencia si había dos resultados adversos entre los ciclistas, así que los miembros del equipo Lotto fueron retirados del evento junto con sus compañeros de habitación.
Pero, la tensión continúa. Después del evento del equipo Lotto no se ha presentado ningún caso adicional. Pero el fantasma de la pandemia permanece y la pregunta sobre si sería justo retirar, por ejemplo, al equipo del líder de la competencia si sus compañeros salen positivos es un factor de tensión adicional para cualquier ciclista. Incluso si cumple las normas y se baja de la bicicleta, siempre, con el tapabocas.