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Mundial de Qatar 2022 | No todo está listo en la sede, a 16 días siguen los trabajos
El panorama de las diferentes sedes aún genera alerta para los aficionados que visitaran el país anfitrión.
16 días antes del inicio del Mundial de fútbol de Catar-2022: una decena de trabajadores retiran escombros frente a una torre que está a punto de quedar terminada, después de semanas de trabajo tanto de día como de noche.
Detrás de unas ventanas todavía inexistentes a principios de abril, cuando tuvo lugar el sorteo de los grupos del torneo, la luz artificial deja hoy entrever apartamentos amueblados. La grúa que durante mucho tiempo sobrevoló esta torre de una treintena de pisos ha desaparecido, como muchas otras que se veían hasta hace no mucho en el barrio central de West Bay.
En doce años, desde que recibió el encargo de organizar el Mundial de fútbol, Catar ha realizado importantes obras: se han construido siete estadios y se ha renovado otro, se ha construido un metro, carreteras, hoteles e incluso una ciudad nueva, Lusail, al norte de la capital.
“Todas las obras ligadas al Mundial se han terminado o se terminarán a tiempo y según las previsiones”, asegura Khalid Al Mawlawi, responsable de marketing del Comité de Organización del Mundial-2022, preguntado por la AFP este jueves en una conferencia de prensa.
En la última recta antes del arranque de la competición el 20 de noviembre, miles de trabajadores se activan todavía hasta tarde por la noche para la puesta a punto de algunos hoteles y de las ‘fans zones’.
En las afueras del lujoso “pueblo cultural” de Katara, en la capital, se encuentra un gigantesco edificio blanco que recuerda al Taj Mahal y que tiene todavía algunas partes rodeadas por andamios.
Delante de ese hotel de 59 habitaciones y 32 villas, cuya apertura fue anunciada para noviembre, la carretera está bloqueada para permitir a los trabajadores ultimar los preparativos frente al mar.
Sobre una de las carreteras del “pueblo” flota una tela con los colores de los 32 países clasificados para el Mundial, el primero que se celebrará en Oriente Medio.
Las banderas y las imágenes de la mascota La’eeb se multiplican a través de Doha desde septiembre, marcando la cercanía del mayor evento que ha acogido en su historia este pequeño emirato del Golfo.
En uno de los dos parques que rodean Katara también se han construido quince enormes villas con vistas al mar.
Dos grúas sobrevuelan el lugar, cuya fecha de apertura no se conoce. Unas decenas de trabajadores se mueven por el interior de algunas villas, mientras que en el parque hay habitantes que aprovechan la temperatura clemente para correr, jugar al pádel o hacer un pícnic.
A unos kilómetros al norte, al otro lado de una laguna, las chispas iluminan esporádicamente el Club de Golf de Doha, donde se está montando uno de los escenarios para acoger los numerosos conciertos previstos durante el Mundial.
En Lusail, las grúas son más numerosas, pero el trabajo parece más discreto. A la entrada del puerto deportivo, una fan zone está sumida en la oscuridad. El sonido de los taladros se escucha desde las inconfundibles Katara Towers, dos torres de hoteles cuya forma evoca el emblema de Catar, dos espadas unidas en sus bases.
A sus pies, cabras y pollos esperan pacientemente a los turistas, en una instalación que imita a un campamento tradicional del desierto.
Frente a ello, las atracciones de la isla de Al Maha, concebida para el millón de visitantes esperados en el país en las próximas semanas, están listas.
Su apertura es inminente, pero la entrada de la isla, bloqueada por agentes de seguridad, está todavía en obras, como demuestran los montones de tierra junto a los cuales una veintena de trabajadores se toman una pausa hacia las 22h30 locales.
Yendo más lejos en Lusail, hacia el estadio de 80.000 espectadores que acogerá la final del Mundial el 18 de diciembre, se ven cuatro inmensas torres plateadas.
En las aceras en obras, unos doscientos trabajadores que acaban de bajar del autocar avanzan. Son las 22h45. Su noche de trabajo acaba de comenzar.
*Con información de la AFP.