OBITUARIO
Murío Efraín 'el Caimán' Sánchez, legendario arquero de la Selección Colombia
El futbolista y entrenador falleció a los 94 años. Fue el arquero titular de la Selección Colombia en el Mundial de Chile 1962.
Este jueves en Bogotá falleció uno de los personajes más importantes de la historia del fútbol colombiano, Efraín ‘el Caimán‘ Sánchez. El portero pasó a la historia por ser el arquero titular de la Selección en su debut en el Mundial en Chile 1962 y por haber dirigido a la tricolor en la Copa América de 1975 en la que se consiguió el subcampeonato.
A nivel de clubes, Sánchez también se convirtió en leyenda logrando títulos en 1955 y 1957 atajando para el Deportivo Independiente Medellín. Como entrenador también le dio una estrella a Millonarios en 1964.
Entre su palmarés como futbolista también estuvo haber integrado San Lorenzo de Almagro (Argentina), América, Cali, Junior, Santa Fe, Medellín y Atlas de México.
El Caimán era hijo de un inmigrante holandés que antes vivió en Brasil. Empezó a jugar fútbol en el Colegio Boston de su natal Barranquilla y allí se destacó por sus habilidades en el arco. En 1947 tuvo un papel muy destacado en el Campeonato Sudamericano de Guayaquil, siendo contratado por San Lorenzo.
Sánchez fue un pionero al convertirse en el primer jugador colombiano en jugar en Argentina. Allí recibió el apodo que lo acompañó hasta el final de sus días. Cuando un periodista le preguntó de dónde venía el respondió que desde Barranquilla por lo que el comunicador asoció la canción de "se va el caimán, se va para Barranquilla" y le dio este sobrenombre.
El portero estuvo dos años en Argentina antes de su regreso al país. Atajó en América, Deportivo Cali y Santa Fe pero su primer título en el fútbol colombiano lo levantó con el DIM en 1955, repitiendo la hazaña en 1957.
Estas grandes actuaciones lo llevaron a salir del país nuevamente en 1958 cuando empacó maletas para el Atlas de México, con el que estuvo por dos años.
Tras este paso volvió al Medellín, equipo con el que estuvo hasta el final de su carrera como futbolista y donde hizo su primera incursión como técnico.
Pero antes de su retiro definitivo, el Caimán escribió su nombre en letras doradas en los libros del fútbol colombiano al ser el arquero titular de la Selección Colombia en el Mundial de Chile 1962, el debut mundialista de la Tricolor.
El técnico Adolfo Pedernera sabía de la experiencia del Caimán, que fue clave en el proceso de la clasificación y en el certamen Mundial.
Tras el Mundial, una lesión de rodilla por poco obliga al retiro definitivo de Sánchez de las canchas pero logró ganar otro título en el rol de jugador-entrenador con Millonarios en 1964.
El conocimiento del Caimán a nivel técnico facilitó su llegada a la Selección Colombia, primero en categorías juveniles y luego en mayores.
En 1975, Sánchez dirigió a la Selección que logró el subtítulo de la Copa América, todo un hito para el fútbol colombiano en la época.
“Esa era la primera Copa que se iba a disputar por el sistema de eliminatorias y no en una sede única, como se venía haciendo” relató el Caimán a SEMANA en una nota recordando este legendario equipo.
“Nos tocó en el grupo 3, con Ecuador y Paraguay. Yo tenía un gran equipo, cuya fortaleza comenzaba con el arquerazo Pedro Zape. Por la derecha contaba con el eficiente marcador soledeño Arturo Segovia. Por la izquierda tuve a Jesús ‘Toto’ Rubio y después a Óscar Bolaño. En el centro jugaba José ‘Boricua’ Zárate, aparatoso pero hábil para los relevos. Y, a su lado, el elegante Miguel Escobar.
“Oswaldo ‘Pescaíto’ Calero, el cabeza de área, tenía la orden de relevar a cualquiera de los dos centrales. El primer deber de una defensa es evitar que el enemigo meta el centro. Los centros propician el mayor porcentaje de goles en el fútbol.
“A ese foso de los leones le sumé la infatigable reciedumbre de Eduardo Retat en el medio. Y, a partir de ahí, busqué música de alas con Arboleda. Y a veces también con Diego Umaña”.
“En el ataque tengo a Willington Ortiz y a Ernesto Díaz, para la misma posición. Le doy la titularidad al tumaqueño, por su habilidad para desbordar, y a Díaz lo reservo para emplearlo como centro delantero. Por la izquierda, incluyo al talentoso paisa Ponciano Castro”.
Este equipo llegó a la gran final frente a Perú en la que se ganó el primero partido 1 a 0 pero la vuelta se perdió por 2 a 0. De acuerdo al reglamento de la época se debía disputar un tercer encuentro. Este fue el relato del Caimán sobre esta confrontación.
“El primer partido de la final lo ganamos en Bogotá 1 a 0, con gol de tiro libre de Ponciano. Pero, como perdimos 2 a 0 en Lima el 22 de octubre, la norma obligaba a jugar 72 horas más tarde un tercer partido en cancha neutral. Los peruanos tenían entonces mucha influencia en la Confederación Suramericana, a través del doctor Teófilo Salinas. Lograron dilatar la disputa del partido de desempate en Caracas hasta el 28 de octubre, para permitir la inscripción del ‘Nene’ Cubillas y la llegada, desde Barcelona, del ‘Cholo’ Sotil, anotador del 1 a 0 definitivo”.
“Dolió mucho. ¿Y sabes por qué? Porque ese fue nuestro mejor partido. Pero la sensación fue que el fútbol colombiano, por fin, había salido del clóset.
“¿Y sabes qué fue lo más lindo? El ‘sombrero’ y el ‘túnel’ que Jairo Arboleda les hizo a Sotil y a Cubillas. Y la nobleza de los dos ídolos peruanos, que fueron a abrazarlo. Probablemente la última vez que eso ocurrió en un campo de fútbol”.
El Presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurun, se refirió al fallecimiento del Caimán en un comunicado: “fue mi ídolo cuando yo era joven. Tuve la fortuna de conocerlo y entablar una linda amistad con él. El fútbol me permitió ver su profesionalismo y su maravilloso don de gente. Para mí, y todos los que lo conocimos, su muerte nos representa un inmenso dolor. Le envió un mensaje de apoyo a todos sus familiares”.
El Caimán se mantuvo ligado al fútbol como desarrollador de técnico y siempre se mantuvo sagas, como era en la cancha y el banco, a pesar de los problemas físicos producto de su avanzada edad.
Una leyenda que abrió la puerta para mostrar que el fútbol colombiano podía trascender a nivel internacional y que deja una huella imborrable a pesar de su partida.