DEPORTES
Pasó del campo a ser el nuevo campeón de salto ecuestre en Colombia
El joven de 20 años que montaba a pelo los caballos en la finca de sus abuelos, ahora es cadete de la Escuela Militar José María Córdova y ganó el más reciente certamen nacional en este deporte que históricamente ha sido catalogado como de élite.
El cadete Santiago Ortega es oriundo de Yopal, Casanare. Creció viendo la extensa sabana llanera. Desde los cinco años montaba los caballos de manera criolla, como él lo llama. En realidad lo hacía a pelo y con sombrero, según recuerda. Fue creciendo y los caballos lo siguieron en su vida.
La semana del 7 al 10 de octubre estuvo frente a una de las competencias más importantes de equitación en el país y quedó campeón en la prueba 80 y 90 del Gran Premio Autoniza, concurso nacional de salto cinco estrellas que citó a 500 competidores de todo el país. Ortega compitió en su categoría contra 67 deportistas, sus principales rivales de las delegaciones departamentales de Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca y la Liga de Bogotá.
En las competencias alcanzó a saltar todos los obstáculos que encontró en la pista sin tener un solo error, y luego logró cumplir la meta, con el mejor tiempo de toda la competencia, en menos de 32 segundos, sin tumbar ni una sola de las barras que forman los obstáculos de 80 y 90 metros de altura.
Ortega es de una familia humilde y con orgullo patrio. Su papá se hizo suboficial del Ejército Nacional y le correspondió vivir unos años en el batallón de la capital casanareña donde crían caballos para el servicio de las de las Fuerzas Militares. Allí tuvo su primer curso de equitación. Sin embargo, no dejaba de ser un gusto que solo podía demostrar regionalmente. Cuando Ortega creció y quiso también ser uniformado de la institución, se volvió a encontrar con el galopar en su vida.
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Durante el primer mes de instrucción de la Escuela Militar, todos los alumnos ven una clase de equitación básica, pero cuando Ortega montó el caballo que le correspondió, confiesa a SEMANA que sintió esa magia que se mueve en su ser y que se conecta de inmediato con el equino. “Es algo que recorre todo mi cuerpo y me hace sentir libre”, asemeja la conexión de ese binomio como una danza perfecta en el que los movimientos de los dos tienen que estar sincronizados.
Los espectadores de la clase vieron reflejado lo que él describe y desde ese momento sus superiores le propusieron formar parte del equipo de equitación, que tiene siete integrantes, pero tan solo tres están en competencias. Desde un principio le advirtieron que no sería una tarea fácil, pues todas las tardes al caer el sol debía entrenar mínimo dos horas y aprender del cuidado de los equinos, pero no podía dejar de lado sus obligaciones académicas. Y aceptó doblar sus obligaciones.
Todos los días llega a la remonta, entra a las caballerizas y allá lo espera Ballesta, una yegua alazana que tan pronto ve entrar a su compañero, que le habla con la complicidad y firmeza que lo caracteriza, ella levanta las orejas y las pone hacia adelante para demostrarle que le está prestando atención a cada una de las recomendaciones que tiene que seguir en las competencias.
El teniente Cristian Rojas, instructor de equitación del equipo de salto de la Escuela Militar, describe al cadete Ortega como un joven disciplinado, sensible, humilde generoso y muy receptor en los entrenamientos, lo que permitió que pese al receso que se tuvo en los entrenamientos se destacara en las competencias.
El jinete de 1,70 metros de estatura y 67 kilos compartió podio con el doctor Francisco José Posada, quien ocupó el segundo puesto, y con María José Rosales, los dos representantes a la Liga Ecuestre de Bogotá.
Cuando ganaron, lo primero que hizo Ortega fue buscar a su yegua, acariciarla, felicitarla, limpiarle el sudor, lavarle las patas y regalarle zanahorias y trozos de panela. Él sabe que son sus golosinas preferidas y de esa manera le demostró lo feliz que estaba por el triunfo que no solo llenó de orgullo a su familia, sino también del Ejército Nacional.