PERFILES COPA AMÉRICA
Falcao: el niño que aprendió a patear el balón en la cuna antes que caminar
Radamel Falcao García practicó béisbol con la misma pasión con que le pegaba a la pelota. Siempre fue un adelantado de su generación. Era el chico maravilla de las canchas aficionadas.
Radamel García regresaba a casa con su esposa Carmenza después de haber jugado un partido de fútbol profesional, cuando el pequeño Falcao, de un añito y medio, empezó a patear un balón emocionado. Estaba eufórico por lo que había acabado de ver en el estadio. La madre, sorprendida, dijo que parecía un “profesional”. Y fue entonces cuando Radamel padre, de manera profética, lanzó una sentencia: “nuestro hijo va a ser futbolista y va a jugar en Argentina”.
Radamel Falcao García nació en Santa Marta el 10 de Febrero de 1986 cuando su padre jugaba en el Unión Magdalena. Archivo particular.
Una osada predicción teniendo en cuenta que en esa época eran pocos los colombianos que emigraban al fútbol del exterior y mucho menos al argentino, que siempre se caracterizó por ser uno de los mejores del continente.
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19 años después, el 2 de octubre de 2005, Falcao hizo su debut como titular de River Plate. Marcó dos goles, en una actuación que se robó todos los titulares de medios argentinos y colombianos. Un estreno soñado que hizo realidad el presentimiento de un padre y que escribió las primeras letras en la enorme leyenda del Tigre.
Falcao tuvo una fascinación por las pelotas desde que era un bebé en su natal Santa Marta, ciudad en la que solo pasó los tres primeros años de vida. Doña Carmenza, a quien conocen como ‘Juana’, recuerda que Falcao antes de caminar ya estaba pensando en patear.
“Era un bebé y yo lo agarraba de sus deditos. Le cogía sus manitos a través de mis dedos y él seguía una bolita de papel que yo le hacía e intentaba patearla”, cuenta la mujer que durante muchos momentos de la vida ejerció el rol de madre y de padre, debido a la ausencia de Radamel por sus constantes viajes. García se ganó la vida gracias al fútbol, militó en seis clubes del campeonato colombiano.
Esta fascinación por los balones también se evidenció desde la cuna. El pequeño Falcao tenía un carrusel arriba de su lecho con una bola y dos estrellas: siempre prefirió jugar con la redonda. No le importaba lo demás.
Todo parecía estar predestinado. A Radamel Falcao García lo bautizaron Falcao en honor al legendario mediocampista Paulo Roberto Falcão, que llegó a ser llamado el mejor volante brasileño de todos los tiempos.
Falcao se llama así en honor a Paulo Roberto Falcão, jugador legendario de la Selección de Brasil. Archivo particular.
El Falcão de Brasil integró la recordada Selección de 1982 que tenía a Zico, Sócrates, Junior y Toninho Cerezo, dirigida por Tele Santana. Para los entendidos del fútbol este equipo que cayó en la final de España 1982 con Italia tenía una expresión futbolística mucho mejor que la de 1970 de Pelé.
Los primeros pasos
Cuando ya empezó a caminar, era común ver a Falcao en los camerinos. Tomaba a su padre de la mano y lo acompaña durante los actos protocolarios de sus partidos siempre que podía, rodeado por ese entorno futbolístico de emociones extremas, allí donde se puede pasar de la intensa alegría a la profunda tristeza en una abrir y cerrar de ojos.
Ser testigo de cómo su papá y sus compañeros de equipo podían pasar del cielo al infierno en instantes le ayudaría a Falcao más adelante a superar las múltiples complicaciones que afrontó en su carrera.
Los compañeros de Radamel padre recuerdan cómo el pequeño siempre estaba ahí, al lado de los profesionales y con una pelota en los pies. El balón se convirtió en su mejor amigo. Así como en la historia de Oliver Atom, el protagonista de Supercampeones, una de las series favoritas de Falcao cuando era niño. Con un papá futbolista nunca hubo una ciudad fija para vivir. Y como siempre perdía a sus amigos, lo único que siempre quedaba era el balón.
Falcao vivió varios años en Venezuela mientras su padre jugaba y dirigía en ese país. Archivo particular.
Los años en Venezuela
Para Juana la única manera de apaciguar a “terremoto” -así le decían a Falcao por su exceso de energía- era entreteniéndolo con el balón. “Yo era su contrincante en los partidos que jugaba en el parque”, rememora Juana cuando se le pregunta sobre el tiempo en que vivieron en San Cristóbal, Puerto Ordaz y Mérida, las ciudades adonde la familia se mudó cuando Radamel padre estaba en el ocaso de su carrera.
Sin embargo, Falcao no se demoraba mucho en conseguir nuevos compañeros para divertirse gracias a que era el que armaba los partidos con sus vecinos, esos mismos a quienes les daba pan y agua al final de cada jornada de intenso juego.
Durante esos años, Falcao no solo pateaba la pelota. Muy pocos saben que también cargaba un bate y un guante de béisbol, el deporte más popular en ese país. En ese momento, Venezuela tenía a varios de sus más importantes jugadores en las grandes ligas. Omar Vizquel, Ozzie Guillén y Andrés Galarraga eran más ídolos que los futbolistas. Y eso desató toda una fiebre por la pelota caliente que alcanzó a contagiar Falcao. Aunque nunca dejó a un lado el fútbol por petición de su padre.
En su condición de atleta natural, Falcao se destacó en el béisbol, una disciplina que le ayudó a mejorar su coordinación. La gran velocidad con la que viaja la pelota tras un lanzamiento contribuye a tener mejores reflejos y reacción. A lo largo de su carrera, el Tigre siempre se ha caracterizado por anticipar a sus defensores gracias a su intuición superior a la hora de ir a buscar el balón, una de las habilidades que le dejó su corto pero intenso paso en el deporte de los home runs, ponches y outs.
Esta época en Venezuela no fue fácil para el niño y su mamá pues debían correr de uno lado a otro entre el colegio, los entrenamientos de béisbol y los de fútbol, que siempre fueron supervisados por el ojo atento de su padre que le reclamaba al pequeño con la misma exigencia con la que lo hacía a los jugadores profesionales que dirigía y el respondía de buena manera a los requerimientos de su padre.
La autoridad que le confiere a Juana el haber estado siempre cerca de una cancha fútbol le permite decir que el talento de Falcao siempre fluyó de manera natural. Nadie tenía que enseñarle. La fluidez de los movimientos del niño era innata, como cuando alguien está destinado a la grandeza
Según sus padres, este fue uno de sus mejores momentos. La producción goleadora de Falcao en Venezuela se asemejó a la que tuvo con el Atlético de Madrid, en lo que puede considerarse como el momento más fulgurante de su carrera.
Todos los seguidores del fútbol recuerdan el brillante paso del delantero por el equipo colchonero cuando llegó a ser considerado el mejor 9 del mundo. Una de sus actuaciones inolvidables fue frente al Chelsea por la Supercopa de Europa 2012. Los de Madrid habían llegado a esa instancia gracias a su título de la Europa League frente al Athletic de Bilbao, partido en el que Falcao marcó un doblete. Uno de aquellos dos goles, de zurda, está entre los mejores de la historia de las competencias europeas según la UEFA.
Pero si lo hecho contra el Athletic en Bucarest había sido histórico, su presentación frente al Chelsea superó cualquier expectativa. Falcao marcó tres. Estaba sencillamente inspirado. El primer gol de esa noche vino cuando transcurrían 6 minutos. Falcao quedó en un mano a mano frente al arquero Petr Cech, que en ese momento era uno de los mejores del mundo. Con frialdad, el colombiano picó la pelota por encima del cancerbero de dos metros, que poco pudo hacer ante la soberbia definición.
En el segundo, el Tigre volvió a enganchar y de zurda envió la pelota al fondo de la red acomodándola en todo el ángulo. La jugada parecía calcada a la de la final de la Europa League, torneo del Falcao es goleador histórico con 30 tantos.
Para la tercera anotación, el colombiano de pelo largo en esa época, sacó a relucir su instinto goleador con un remate de izquierda desde un costado. La única manera de vencer a la muralla Cech en esta ocasión fue ubicar balón entre sus piernas con un túnel que le dio ventaja de 2 a 0 al equipo colchonero. Así llaman al Athletic porque la funda de los colchones en la época de postguerra coincidía con las rayas rojas y blancas que tiene el uniforme del equipo.
El Tigre, que se retiró en el minuto 89, fue ovacionado por un coro que estremeció el estadio: “Radamel Falcao, Radamel Falcao”, gritaban desde las graderías. Fue nada menos que una de sus mejores actuaciones en el fútbol del viejo continente.
En la celebración, el Tigre sacó una bandera de Colombia. Con el amarillo, azul y rojo sobre los hombros estaba demostrando que cada vez que entra a una cancha no se representa a sí mismo, sino a todo un país.
El mejor niño de la historia del fútbol bogotano
En 1993, Radamel García King decidió volver al país con su familia. En Bogotá encontró el lugar ideal para continuar su carrera de entrenador. También era el espacio perfecto para que su hijo hiciera su propio camino.
Desde esos primeros pasos, el niño siempre acató las directrices de su padre, preparaba sus implementos con rigurosidad. Llegaba puntual, tanto en la escuela como a los estadios. Parecía que desde niño ya era un profesional.
Desde muy niño, el Tigre cumplía jornadas extenuantes. A las 6:45 a.m entraba al Colegio Nuevo Gimnasio Cristiano, en una jornada que se extendía a las 3:00 p.m. En la tarde, a las 6:00 p.m. iba a entrenar y solo regresaba a casa aproximadamente a las 9:00 p.m. para completar sus deberes escolares.
“Nosotros lo apoyamos mucho en las tareas y los trabajos, haciéndole resúmenes y demás. Fue arduo el proceso de terminar el bachillerato a los 15 años y simultáneamente empezar una carrera como futbolista profesional”, cuenta Juana.
En un comienzo, Falcao no era un estudiante brillante. No era el peor, pero tampoco el mejor. Más bien era el típico equipo de media tabla. Sin embargo, con el nacimiento de sus hermanas Melanie y Michelle, él asumió que debía dar ejemplo y a partir de ahí se convirtió en uno de los mejores de su clase. Las mujeres terminarían siendo una constante en la vida de Falcao. Primero fueron sus hermanas, pues con tiempo entra las canchas y la crianza de las tres hijas que tuvo con su esposa Lorelei Tarón: Dominique, Desiree y Anette.
El club Fairplay fue el lugar elegido por su padre para que continuara su proceso de formación. Este era un club humilde ubicado al norte de Bogotá en el barrio Alhambra, en el que no había muchos recursos, comparado con otras escuelas de formación de la ciudad, pero sí mucho amor por el deporte de parte de los niños y sus padres.
El director de la escuelita era Silvano Espíndola, un exjugador argentino que gozaba de toda la confianza de Radamel papá. El hombre tenía muchos contactos y hacía parte de la Iglesia Casa de la Roca, la misma a la que asistían los padres de Falcao. Para la familia García siempre fue importante la vida espiritual y qué mejor lugar para que el niño siguiera desarrollando su vida deportiva que este donde le inculcaban valores cristianos.
“Falcao fue criado en los caminos del Señor. La base de la vida de su carrera está marcada por la Palabra de Dios”, sigue Juana.
La humildad fue otro de los valores que Falcao adoptó por el ejemplo de sus padres, sobre todo de Radamel, que había visto cómo la fama y el dinero malgastado acabaron con las carreras de algunos de sus compañeros más talentosos. Alguna vez, el 9 quedó campeón de la Copa Tuti Frutti, cuyo premio para el ganador era 1’000.000 de pesos. Pero no podían ser entregados en efectivo. En vez de pedir ropa o juguetes, Falcao quiso comprar una cama en la que pudiera descansar plácidamente.
El legendario primer partido
El primer partido de Falcao al regresar de Venezuela fue con las divisiones inferiores de Independiente Santa Fe, en el Festival de los Chigüiros. Este es un tradicional torneo que se desarrolla en varias canchas al occidente de la capital. Allí cientos de niños se congregan bajo el intenso sol bogotano, siempre ante la mirada atenta de sus padres.
En la Copa Tutti Frutti de 1997, Falcao marcó 52 goles, cifra récord para este torneo. El niño de 11 años compró una cama con el dinero del premio. Archivo particular.
En este primer juego el pequeño Falcao, de 8 años para aquel momento, fue la sensación. Marcó 11 goles. Algo que se convertiría costumbre con el pasar de los años. El Tigre terminaría convirtiéndose en el máximo goleador histórico de la Selección Colombia y el jugador del país que más goles ha hecho en el fútbol de Europa.
Bastaba ver pocos minutos de los juegos para darse cuenta que Falcao era distinto, el balón se pagaba a su pie como si fuera una extensión de su cuerpo sin importar la velocidad a la que fuera. Pateaba con mucha facilidad la pelota.
Tras su llegada a la Capital se volvió usual que Falcao tuviera partidos de ensueño. A pesar de que jugaba de 10 y no de delantero, la riqueza de su técnica individual hacía que comenzara las jugadas en su propio campo y las finalizara él mismo con gol. Esta habilidad resultó una sorpresa para quienes conocían a su padre, recordado por ser un defensor recio.
Falcao rápidamente se convirtió en la sensación del fútbol bogotano. En los campos en los que jugaba, lograba congregar gente a su alrededor. Su entrenador en Fairplay, Guillermo Villareal, recuerda su tranquilidad en la cancha. Nunca respondió a los ataques de los rivales pese que siempre lo agredían como única alternativa para frenarlo.
“Casi siempre lo cogían a patadas pero esto a él no le importaba y nunca respondió de forma agresiva contra los otros niños ni con reclamos al árbitro. Siempre se comportó muy bien siendo niño”, recuerda este técnico que participó en gran parte del proceso de formación del Tigre.
“Desde su momento era un jugador fuera de serie. Cada 8 días ara un espectáculo, él siempre se destacaba con 4 o 5 goles, siempre marcando diferencia. Hacía goles con las dos piernas, de tiro libre, de cabeza. Cosas increíbles. Inclusive yo invitaba amigos y compañeros solo para que lo vieran”, cuenta el entrenador que guarda la camiseta con la que el Tigre marcó su primer gol profesional en River. Es su gran tesoro.
Este alto nivel técnico y don de gentes llamó la atención de los encargados de la Selección de Bogotá, allí donde Falcao se encontró con otras grandes figuras del fútbol capitalino como Abel Aguilar, Stalin Motta y Rafael Robayo.
Muchas veces este grupo de jóvenes regatearon juntos para pagar un bus y poder asistir a entrenamientos. O inclusive llegaron a montarse en la parte de atrás de una volqueta y así ahorrarse unos cuantos pesos.
Con este equipo, Falcao logró algo pocas veces visto: que un público paisa coreara “Bogotá, Bogotá”. En la cancha Cincuentenario de Medellín se disputaba un juego entre los equipos de la categoría prejuvenil de Valle y Bogotá. Tras ir cayendo 2 a 0, Falcao logró empatar en menos de dos minutos con dos golazos. Los asistentes se desataron en júbilo.
“Los paisas no quieren a los bogotanos y Falcao logró que lo hicieran esa vez”, cuenta Jorge Álvaro Peña, conocido como el fiscal del fútbol aficionado, un periodista que siguió la carrera de aquel niño maravilla.
El profesional más joven de la historia
El alto nivel que exhibió Falcao desde pequeño hizo que sus entrenadores lo tuvieron en cuenta en categorías superiores a la que le correspondían. Esto no le gustó a su mamá por miedo a que lastimaran a su “hijito”. Juana siempre se opuso a que lo enfrentaran con niños mayores y más cuando le contaron que lo iban a incluir en un equipo profesional para que tomara experiencia antes de su inminente salto a Argentina.
El 28 de agosto de 1999, el niño de solo 13 años hizo su debut profesional con el club Lanceros de Boyacá, que era dirigido por el técnico Hernán Pacheco y en el que Radamel padre era asistente técnico. Ese día se convirtió en el jugador más joven de toda la historia en participar en un partido profesional en Colombia, una marca que todavía ostenta.
En ese momento, el reglamento de la Dimayor obligaba a utilizar a un menor en la nómina. La oportunidad de Falcao llegó cuando uno de los del conjunto boyacense se lesionó antes del encuentro. Fue en un partido frente al Deportivo Pereira, que ganaron 1 a 0. Falcao ingresó al minuto 50.
A pesar de que el uniforme blanco le quedaba gigante, como cuando un hermano le hereda ropa al menor de la familia, Falcao no se amilanó ante la oportunidad y salió al campo del Estadio La Independencia como si fuera un experimentado más.
En la primera jugada, un rival no perdió la oportunidad de bautizar al debutante con una fuerte patada que generó pánico en el entrenador. Sin embargo, el estudiante de noveno se levantó del césped y siguió jugando para la tranquilidad de Pacheco, que por un momento creyó que había sido irresponsable al meter a un niño de 13 años a jugar con gente que ya se ganaba la vida gracias al fútbol, un deporte recio y de contacto. Con el pasar de los partidos fue teniendo un rol más importante y al tercero ya era titular e inclusive llegó a marcar. Su único gol a nivel profesional fue a Cóndor de Cundinamarca, venciendo al que después sería arquero de la Selección Colombia, Luis ‘Neco’ Martínez.
Los primeros pasos con la Selección
Las actuaciones de Falcao se fueron haciendo cada vez más populares. Con 15 años fue convocado a la Selección Colombia sub 17 antes de un campeonato sudamericano. A pesar de que no viajó con el grupo sí vivió por primera vez lo que era vestir la camiseta amarilla de la Selección. En ese momento, el Tigre no sabía que 16 años después iba a ser el responsable de darle una de las alegrías más grandes al país, esa vez que se convirtió en el héroe de la clasificación de Colombia al Mundial de Brasil 2014.
Después de tres mundiales a los que Colombia no asistió, el país se ilusionaba con regresar. En la eliminatoria, Falcao había marcado 9 goles.
El partido final pudo haber sido parte del guion de una película de Hollywood, con Falcao como el gran héroe. A falta de una fecha y jugando como local, la Tricolor necesitaba de un empate frente a Chile para asegurar su boleto a Brasil, pero en un increíble partido Colombia se puso abajo 3 a 0 en el primer tiempo.
En la segunda parte arrancó la remontada con un gol de Teófilo Gutiérrez en el minuto 69. Pero aún faltaban dos goles y el Tigre sería el encargado de conseguirlos con dos cobros desde el punto penal. Con una frialdad implacable, el 9 no dudó a pesar de tener bajo su espalda la ilusión de 40 millones de colombianos. Con dos goles de penal le dio la anhelada clasificación al equipo de todos.
Las lágrimas que regó en el césped del Metropolitano de Barranquilla reflejaron la alegría de todo un país y la ilusión de un niño que siempre soñó con representar a su Selección.
La conquista de Argentina
El talento prodigioso de Falcao generó que Millonarios, su equipo favorito, se fijara en él. En el conjunto embajador el Tigre estuvo varios meses pero no le dieron la continuidad que esperaba. Así se precipitó su salida al fútbol argentino.
A los 12 años, Falcao ya estaba en la mira de varios clubes de este país después de destacadas actuaciones en torneos de categorías inferiores en Argentina, Estados Unidos y Perú. Pero diferentes situaciones truncaron su salida. Tras una prueba en Vélez Sarsfield, el club fortinero se mostró dispuesto a quedarse con el jugador pero su padre no aprobó la negociación porque querían quedarse con sus derechos deportivos por nada a cambio. San Lorenzo fue otro de los clubes interesados pero no cumplió con las pretensiones de los padres. Esto se sumó a que su madre pensaba que aún estaba muy pequeño para separarse de ella. Todavía no era el momento para su salida.
El ascenso en River continuaba. En el siguiente torneo, quien estaba a cargo del plantel era el Mostaza Merlo. Falcao fue tenido en cuenta y marcó siete goles en siete partidos. De un momento a otro se convirtió en el jugador revelación del fútbol argentino. Sin embargo, en la pretemporada sufrió una grave lesión de ligamentos, que es catalogada como una de las más complicadas que puede sufrir un futbolista.
En 2001, Falcao fue traspasado a River Plate por USD 500.000 cuando tenía solo 15 años. El Tigre marcó 46 goles en 111 partidos en el club de la banda cruzada. AFP.
Esta fue la misma lesión que lo dejó por fuera del Mundial de Brasil. En 2014, el ídolo colombiano sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda en un partido frente al Chasselay, de la tercera división francesa, por la Copa de Francia. El autor de la dura entrada fue Soner Ertek, un nombre difícil de olvidar para los seguidores del Tigre.
Tras este duro revés, Falcao intentó completar su recuperación en tiempo récord pero no logró estar listo para Brasil y debió ver el Mundial desde su casa pero siempre acompañando a sus compañeros.
Pero como ha sido su vida, el goleador logró sobreponerse a esta inesperada prueba. Durante 2 años, Falcao resistió críticas por su bajo rendimiento en el Chelsea y el Manchester United. Cuando le preguntaban cómo había logrado recuperarse de estas dificultades la respuesta siempre fue la misma: la fe en Dios. Con la Selección Colombia también tuvo un papel destacado en el cierre de la eliminatoria a Rusia. Su gol más significativo fue un soberbio cabezazo frente a Brasil el día en que Tricolor empató 1 a 1 cortando una racha 9 victorias de la ‘Verdeamaerela’ desde la llegada de Tite.
Ahora, Radamel Falcao García Zarate será el encargado de portar la cintilla de capitán de la Selección en Rusia 2018, un destino para el que estaba destinado antes de siquiera caminar.
Cuando Falcao estaba cerca de cumplir 15 años llegó la oferta de 500.000 dólares de River Plate. El joven ya era consciente de que era su momento de partir. Le rogó a su madre que le permitiera irse en medio de un mar de lágrimas. Él mismo le dijo: “las oportunidades llegan y se van”.
Ella entendió su posición y prefirió aceptar la partida a tenerlo que ver frustrado y triste por no poder cumplir su sueño. El joven empacó maletas para vivir en una pensión del club. Un duro proceso porque debía adaptarse a la cultura y a la dificultad de estar por primera vez solo, apenas acompañado por un grupo de jóvenes que tenían el mismo anhelo de triunfar con el equipo de la banda cruzada.
Uno de sus compañeros era Gonzalo ‘El hachita’ Ludueña, uno de los principales refuerzos extranjeros de la Liga Mexicana en la última década. Después de una gran actuación de Falcao en un partido de juveniles el volante le dijo, “estuviste como un Tigre”. El apodo caló y con el pesar de los años y los goles se terminó convirtiendo en una marca Mundial.
El alto rendimiento del colombiano lo llevó a escalar divisiones hasta estar con el equipo profesional con el que debutó en el Torneo Clausura de 2015 frente a Gimnasia Esgrima de la Plata, cuando el técnico era Leonardo Estrada.
El tortuoso camino a Rusia
En la siguiente torneo cuando el que estaba a cargo era el Mostaza Merlo, Falcao marcó siete goles en siete partidos convirtiéndose en el jugador sensación del fútbol argentino pero en la pretemporada sufrió una grave lesión de ligamentos, que es catalogada como una de las más complicadas que puede sufrir un futbolista.
Esta fue la misma lesión que lo dejó por fuera del Mundial de Brasil. En 2014, el ídolo colombiano sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda en un partido frente al Chasselay, de la tercera división francesa, por la Copa de Francia. El autor de la dura entrada fue Soner Ertek, un nombre difícil de olvidar para los seguidores del Tigre.
Tras este duro revés, Falcao intentó completar su recuperación en tiempo récord pero no logró estar listo para Brasil y debió ver el Mundial desde su casa pero siempre acompañando a sus compañeros.
Pero como ha sido su vida, el goleador logró sobreponerse a esta dura prueba y después de 2 años en los que muchos señalaron que sus mejores días ya habían pasado tras sus difíciles pasos por el Chelsea y Manchester United, el Tigre volvió a la elite con una brillante actuación frente al Manchester United de Pep Guardiola en la Liga de Campeones 2016/2017.
El colombiano anotó dos golazos, una de palomita y otro de vaselina que recordaron sus mejores épocas en el fútbol europeo con el Porto y el Atlético de Madrid.
Cuando se le pregunta cómo logró recuperarse de estas grandes dificultades la respuesta siempre ha sido la misma: la fe en Dios.
Con la Selección Colombia también tuvo un papel destacado en el cierre de la eliminatoria a Rusia. Su gol más significativo fue un soberbio cabezazo frente a Brasil con el que la Tricolor empató 1 a 1 cortando una racha 9 victorias de la ‘Verdeamaerela’ desde la llegada de Tite.
Luego, el Tigre protagonizó el recordado pacto de Lima cuando supuestamente Colombia y Perú acordaron una amnistía en el último partido de las eliminatorias.
Sueño cumplido
En Rusia, Radamel Falcao García Zarate portó la cintilla de capitán y el 24 de junio desató la euforia de todos los colombianos cuando marcó el 3 a 0 frente a Polonia. Un día que todo el país se unió en un mismo gritó de gol.
Falcao marcó el segundo gol de la victoria 3 a 0 sobre Rusia. AFP.
Hoy Falcao es el máximo goleador de la historia de la Tricolor con 34 goles en 84 partidos disputados.
Ahora el reto del Tigre será conducir a la Selección a su segundo título de Copa América, un destino para el que estaba destinado antes de siquiera caminar.