Juan Manuel Santos impuso la Cruz de Boyacá a José Pékerman, técnico de la Selección Colombia | Foto: León Darío Peláez

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Pékerman, un argentino carga la Cruz de la nación

El presidente Juan Manuel Santos entregó el pabellón nacional a la Selección Colombia que en cuatro semanas comenzará su participación en el mundial de fútbol de Rusia. También le ofreció la nacionalidad colombiana para el entrenador argentino.

24 de mayo de 2018

La orden de la Cruz de Boyacá es la máxima condecoración que el gobierno de Colombia concede a militares y ciudadanos que se hayan destacado por su servicio a la patria. La instituyó Simón Bolívar en 1819 en reconocimiento a los que pusieron el pecho en la campaña libertadora. El 18 de septiembre de ese año, día en que se celebró el triunfo de la Batalla de Boyacá, la recibieron los combatientes en la Plaza Mayor de Bogotá, la misma que hoy lleva el nombre del Libertador.

Casi 200 años después, y a menos de 500 metros de la plaza de Bolívar, a otro guerrero, el que condujo a Colombia al quinto lugar en el mundial de Brasil 2014, el director técnico argentino José Néstor Pékerman, se le impuso esta máxima distinción, que en la historia también han recibido ciudadanos de otras nacionalidades, célebres por su amistad con Colombia.


Foto: León Darío Peláez/SEMANA

El profe, como lo llaman casi 50 millones de corazones que laten al mismo tiempo cada vez que juega la Selección Colombia de Fútbol, encabezó la formación que representará al país en el mundial de Rusia, y que atravesó la plaza de armas como si se tratara de aquel ejército libertador. Su misión era recibir, de manos del presidente Juan Manuel Santos, el pabellón nacional que aspiran a poner en lo más alto en Moscú. Para su sorpresa, el presidente de Colombia lo despidió con la responsabilidad de cargar otra cruz, la Cruz de Boyacá que se le impuso a las 3:30 de la tarde, en las puertas de la Casa de Nariño.

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Santos confesó que quiere llamarlo “compatriota”, y por eso le ofreció la ciudadanía colombiana en el momento que el exfutbolista nacido en la provincia de Entre Ríos hace 69 años, y que solo jugó en dos equipos, Argentinos Juniors y el Deportivo Independiente Medellín (en los años 60 y 70), así lo dispusiera. Pékerman confesó que solo quiso ayudar al fútbol de un país que le tendió la mano cuando las lesiones lo postraron, y que si el tricolor nacional se ondea en las canchas más importantes del mundo del balón, no es por él, sino por el plantel de jugadores que ha tenido la “maravillosa oportunidad” de dirigir desde que se desempacó de nuevo en Colombia, después de haber ganado tres mundiales juveniles con su país.


Foto: León Darío Peláez/SEMANA

Fue en el 2011 cuando el entrenador argentino llegó al país con la difícil misión de llevar a Colombia a un mundial de fútbol después de 16 años de ausencia. Uno de los que impulsó su contratación fue el propio presidente Juan Manuel Santos, que tuvo la osadía de interferir en un asunto de la Federación Colombiana de Fútbol, al sugerir que se contratara un técnico extranjero. Prácticamente fue el aval para buscar un timonel en el exterior. Santos sacó factura de aquella recomendación y nadie podrá desconocer que en sus ocho años de mandato Colombia se hizo presente en el certamen deportivo más importante del planeta, junto con los Juegos Olímpicos.

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Los jugadores de la Selección Colombia fueron aclamados a su ingreso a la Casa de Nariño, y el cielo bogotano quiso sumarse a la ovación pero a su manera, enviando gruesas gotas de lluvia. Lo que parecía un mal presagio, para Santos era todo lo contrario. “Lo que comienza con lluvia comienza bien, como en los matrimonios que cuando llueve es un buen agüero”.

Recordó las palabras de Nelson Mandela, quien afirmó que el deporte tiene el poder de unir a todo el mundo. “La Selección tiene el poder de unirnos a todos como nación”.

Luego hizo un repaso de la geografía nacional para agradecer por los jugadores. A Santa Marta por el Tigre Falcao, a quien le auguró convertir todos los goles que no pudo por una maldita lesión en el mundial de Brasil; a Cúcuta, por los goles y alegrías de James, vigente goleador del mundial; a Itagüí por David Ospina, “el colombiano que nos tiene tranquilos”; a Puerto Colombia por las “rabonas” de Carlos Bacca; también a Necoclí por Juan Guillermo Cuadrado, a Caloto por Davinson Sánchez, Guachené por Yerry Mina, y a Quibdó por “nuestra roca” Carlos Sánchez.


Foto: León Darío Peláez/SEMANA

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Santos, que en su gobierno se jugó todas sus cartas para unir a toda la nación alrededor de la paz, entregó el tricolor a los futbolistas, los que han conseguido que todos los corazones de Colombia palpiten de la misma forma y la misma intensidad. Los guerreros de la Selección viajarán en pocos días a la batalla de Rusia, comandados por José Pékerman quien cargará otra cruz, no a cuestas, pero sí en su pecho: la orden de la Gran Cruz de Boyacá.