QATAR 2022
Qatar 2022: lo “imposible” no existe para Marruecos
La histórica victoria de Marruecos en cuartos de final hace soñar a todo el continente africano y a todo el mundo árabe. Pero el ambiente está cambiando. Los marroquíes ya no están de paseo, quieren ganar el Mundial.
Sonó el pitido final, se abrieron las compuertas y brotaron las lágrimas. En primer lugar, las de Cristiano Ronaldo, cuando el cinco veces ganador del Balón de Oro escapó por el túnel de vestuarios tras no haber logrado remontar el resultado desde que ingresó al campo en el minuto 51.
Pero las lágrimas de tristeza del jugador de 37 años no fueron más que gotas en el océano de alegría marroquí, después de que Youssef En-Nesyri metiera de cabeza a los Leones del Atlas, como se llama al equipo, en la semifinal de la Copa Mundial, el primer equipo africano que lo logra en el fútbol masculino, un logro nada menos que histórico.
Marruecos: un equipo heroico
Una vez más, Marruecos ha desafiado los pronósticos. Una vez más, los alumnos del “profesor” Walid Regragui han demostrado al mundo de qué están hechos: sangre y sudor, por supuesto, como todo el mundo, pero con una generosa dosis de solidaridad.
Porque, una vez más, los jugadores no estaban solos sobre el terreno de juego, apoyados desde el primer minuto hasta el 98 por una afición enfervorizada, no solo de Casablanca, Rabat y Agadir, sino de toda África y Oriente Próximo, en la primera Copa Mundial del mundo árabe, un torneo que han hecho suyo.
Respaldados por un apoyo incondicional
El ambiente en los estadios de Doha no ha sido el más ruidoso en las dos últimas semanas. Los argentinos, por supuesto, o los tunecinos han sido algunas excepciones notables. Pero nada comparado con el “número 12″ de Marruecos en el estadio Al-Thumama el sábado por la noche, silbando cada toque de balón portugués y animando cada ataque marroquí como si fuera la última ocasión decisiva, un auténtico festival de aliento que hizo que la “actuación” en las gradas contra España en octavos de final pareciera un amistoso.
“Me he quedado sin voz”, declaró un hincha marroquí, Ismael, al final del partido. No era el único, pero eso no impidió que las masas de rojo siguieran cantando alabanzas a su selección: “¡Hey, ho! ¡Felicitaciones a nosotros mismos! Esto es solo el comienzo; lo demás está por venir”, reza el cántico popular que retumbó en las gradas, en las calles y, más tarde, en el Souq Waqif, que los marroquíes han convertido en su casa en Doha. “No solo estamos contentos; es un sentimiento mucho más fuerte que eso”, declaró Ahmed, que había venido desde Casablanca con su esposa Zaineb. “Es histórico para Marruecos. Nadie nos daba por ganadores, ¡pero aquí estamos! Somos los mejores”, agregó.
Eso ya lo tenía claro Kenza, que dijo que había viajado desde Marrakech especialmente para los cuartos de final “esperando una victoria”. “Es extraordinario. Es histórico para nosotros, para el mundo árabe y para África”, dijo.
“Ahora estamos aquí por la Copa”
A pesar del temible abanico de talentos de la escuadra portuguesa, los aficionados marroquíes no dudaban de las cualidades de su propio equipo, cuyo núcleo también juega en Europa al máximo nivel, y puede más que defenderse. “Este equipo es como una familia, los jugadores se apoyan unos a otros”, explica Sofiane, también de Casablanca. “En cuanto un jugador pierde el balón, un compañero está ahí para ayudarle y decirle que no se rinda, que siga luchando hasta el final”, señala.
Tras deshacerse de dos potencias del fútbol mundial, Marruecos tiene garantizados dos partidos más en Catar: la histórica semifinal contra Francia, campeona del mundo, y luego la final o el partido por el tercer puesto. Pero los Leones del Atlas no se conforman con el bronce. “No importa el rival, estamos preparados”, declaró Ismail desde Agadir, que ha estado presente en todos los partidos de Marruecos en Catar hasta la fecha. “Ahora estamos aquí para llevarnos la Copa a casa, es nuestra”. Para Sofiane, “el cielo es el límite”, mientras que Douha se muestra seguro: “Llegaremos a la final”. En tanto, Ahmed, espera que el resto del mundo haya entendido ahora el sencillo mensaje: “Lo imposible no existe en Marruecos”.