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Laura Cibilla y Diego Armando Maradona
Laura Cibilla y Diego Armando Maradona | Foto: Captura de pantalla

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Romance de Maradona: el conmovedor relato de Laura Cibilla, la mesera que se enamoró del astro

La mujer rompió el silencio sobre su relación con el exftubolista 20 años después. Dijo que el astro la indujo al consumo de cocaina.

17 de diciembre de 2020

Cada vez se conoce más información sobre la vida de Diego Armando Maradona y empiezan a aparecer personajes que se creía hacían parte del pasado. Este es el caso de Laura Cibilla, una mesera de una discoteca en Buenos Aires quien habría sostenido una relación de dos años con el futbolista a partir de 1998.

De este amorío habría quedado un hijo de Maradona, que no fue reconocido porque la prueba de ADN fue negativa. Sin embargo la mujer sostiene que fue alterada para que se diera ese resultado y su hijo sí es descendiente del Diego.

En una extensa entrevista con Nancy Duré, de Teleshow, la mujer reveló detalles de su relación con Diego Maradona, con quien habría vivido una historia de amor, violencia, adicciones y hasta engaño con lo sucedido con la prueba de paternidad.

“Cuando mi hijo tenía siete años inicié el juicio por filiación. Diego no se presentó en la primera audiencia, no se presentó en la segunda, y a la tercera no fui yo. Entonces me llamó mi abogado y me dijo: ‘Mirá que está Diego...’. Le dije: ‘Ya voy’. Mi hermana lo retiró del colegio, el nene estaba en segundo grado. Lo trajo. Entró mucha gente. Me dio negativo. Y hasta acá llegó mi amor. Nunca más esa vergüenza”, dijo la mujer.

“Yo ya no tenía contacto con él, no había estado en ninguna otra relación. Siento que falsearon el ADN, pero ya está”, agregó dando a entender que no tiene interés en hacer nuevas pruebas.

Cibilla contó que su relación inició en 1998, cuando Maradona ya estaba separado de Claudia Villafañe y había iniciado los trámites del divorcio. Mientras que ella era la mesera de una famosa discoteca en buenos Aires que frecuentaba al ya retirado futbolista.

“Lo conocí cuando estaba por cumplir los 21 años, allá por el año 98. Y me deslumbré. En esa época, yo estaba haciendo el CBC para entrar a la Facultad de Medicina. Era sana, linda, tenía mi trabajo, mi departamento alquilado en Recoleta... Me llevaba el mundo por delante. Y cuando lo conocí, dije: ‘Yo lo voy a sacar de todo esto’. ¡Ilusa!”, dijo la mujer.

“Yo estaba trabajando, de repente, entraron todos los de seguridad. Asomé la cabeza para ver quién venía y una de las chicas me dice: ‘¿Viste quién llegó? Tu ídolo’. Yo dejé los platos en la barra y fui hasta donde estaba él. Cuando lo vi, me empezó a latir el corazón muy fuerte. Pero se le empezó a acercar todo el mundo y yo dije: ‘No voy a ser una más’. Así que me fui y vino Leo Sucar, el dueño del boliche, que me preguntó: ‘¿No lo saludaste a Diego?’, ‘no, si no lo conozco’, le respondí. ‘Vení que te lo presento’, me dijo, llevándome de la mano. Me saqué la riñonera dónde guardaba la propina, el destapador y los corchos, y subí con él. ‘Diego, te quiero presentar a Laurita, mi camarera favorita’, le dijo. Diego me miró de arriba a abajo y contestó: ‘Leo, ella no trabaja más’. Nos pusimos a bailar y a tomar champagne”, agregó.

La mujer contó que el inicio de la relación fue un idilio en el que “al principio eran todas flores, ositos, notitas... Era hermoso”. Pero después apareció otra parte de la personalidad del exfutbolista que la indujo por otro camino.

“Después vino una etapa de un Diego irreconocible, violento, enfermo de celos... Al punto de no poder ir al supermercado: yo me escapaba para ir a trabajar. Él me decía que era el amor de su vida, que era su novia, su mujer y que no quería que nadie me mirara. Llegó al extremo de que, cuando llegaba Guille (Coppola) al lugar donde vivíamos, yo no podía mirarlo a la cara. Era demasiado ya”, explicó diciendo que ahí conoció la cocaina.

“Fueron tres meses, calculo, en los que era: ‘¿Querés?’, ‘No, gracias’; ‘¿Querés?’, ‘No, gracias’; ‘¿Querés?’, ‘No, gracias’... Jugábamos a las cartas hasta las cinco de la mañana, yo me quedaba dormida, y cuando me despertaba, estaba mirándome. ‘Ah, ya te despertaste. ¿Querés?’, ‘No, gracias’. Hasta que llegó un momento en el que dije: ‘Bueno, dale’. Yo me enfermé mal. Y me interné un par de veces con 40 kilos... Porque consumía a la par de una persona de 80 o 90 kilos, deportista”, explicó Laura.

La mujer contó detalles de su cercanía con el futbolista y la decadencia que alcanzó a vivir.

“El consumo tiene sus diferentes etapas. La primera es jolgorio, la segunda es otra cosa, a la tercera te ponés a jugar a algo, en la cuarta te pones a limpiar... Diego le cambiaba las piedritas a mis gatos. Él aprendió a pasar un trapo de piso en la cocina. Yo quería traerlo a mi mundo. Y siempre surgía algo, pero es parte de lo que pasa cuando estás en ese estado. Como el hecho de poner cintas en las cortinas para que no entre la luz. Son cosas feas, cosas de las que me hace mal hablar porque me remontan a un pasado que no debería haber sido así”.

La mujer contó que la última vez que habló con Maradona fue en diciembre de 2019 antes de la pandemia.

“La última conversación con Diego, que la tengo en el celular, fue en diciembre del año pasado. Yo lo busqué cuando estuvo en México, lo busqué en Dubai, lo busqué por todos lados... En diciembre del año pasado me llamó, antes de que empezara esta pandemia horrible. Yo me levanto cinco y media para ir a trabajar. Y me encontré con 20 llamadas perdidas. Era una persona que le había dado mi teléfono y decía: ‘Laura, por favor, atendé que es Diego’.

La mujer contó que el deseo de Maradona era conocer su supuesto hijo, pero que el astro del fútbol volvió a alejarse presionado por otras personas.

“Yo le pasé mi dirección y todo. Pero en Navidad le mandé un mensaje y, de repente, desapareció la foto de su perfil y chau. Nunca más. Ya no me pude comunicar. La llamé a la persona que me lo había dado y me dijo: ‘Mirá, tuve muchos problemas por darle tu teléfono a él, por más que insistió’.