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Santiago Buitrago, un joven de 23 años, podría ser el reemplazo de Nairo Quintana y Egan Bernal; es una ‘máquina’
Con 23 años, Santiago Buitrago se prepara para brillar en el Giro de Italia, tras convertirse en el primer colombiano en subirse al podio de la Lieja-Bastoña. En él se depositan las esperanzas para ver a Colombia en la élite del ciclismo.
Cuando Santiago Buitrago era pequeño, le pidió a su papá plata para un pan y le tocó quedarse con las ganas. “En ese momento no tenía ni 1.000 pesos”, contó Héctor Buitrago a SEMANA como la anécdota más preciada cuando su hijo cruzó primero la línea de la etapa 17 en el Giro de Italia 2022.
Sin embargo, el ciclista de 23 años no guarda en su mente ese recuerdo. Él prefiere acordarse de su padre trabajando duro en la industria de las cocinas integrales o la carpintería y de su mamá desempeñándose como profesora en la localidad de Suba, en Bogotá. Nunca faltaron con el alimento diario ni para él, ni para sus dos hermanos.
“Nos levantaron dándonos lo mejor”, indica el también ganador de una etapa en el Saudi Tour, la Vuelta a Burgos en 2022 y que este año logró por primera vez para Colombia subirse al podio en la Lieja-Bastoña-Lieja, ocupando el tercer lugar.
Lo que no se le olvida es todo lo que tuvo que pasar para lograr ese palmarés. Antes de alcanzar los podios, Santiago se la pasó en los hospitales. Incluso estuvo en coma durante ocho días.
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Tenía 18 años cuando decidió irse a probar suerte al ciclismo de Europa. El Team Cinelli lo contrató y justo, cuando lo veían como su mejor carta, un accidente en su segunda carrera hizo dudar, incluso al mismo Santiago, de si recorrer la vida en bicicleta profesional era el camino correcto. “No me acuerdo de nada, desperté en un hospital, con cuello ortopédico, trauma craneoencefálico y en silla de ruedas”.
Sus compañeros le ayudaron a reconstruir la historia, pues el bogotano perdía el conocimiento muy seguido, no sabía si había comido o si se había bañado. Todo producto de un choque de frente contra un carro. “Me preguntaba qué estaba haciendo ahí con tanto sufrimiento, me planteaba irme a Colombia. Todas esas cosas duras me formaron el carácter”.
A su papá, quien lo enamoró del ciclismo, no le ocultaba nada. A su mamá le hacía creer que todo iba sobre ruedas. “Quiero darles lo mejor, no quiero que sufran por mí, incluso que dejen de trabajar”, cuenta el joven ciclista.
Su voz no es la más potente, pero sus piernas sí. Por eso desde pequeño se dio cuenta de que con ellas podría gritar campeón en la más grande del ciclismo. “Mi objetivo desde niño es ganar el Tour de Francia, me levanto y me preparo cada mañana con base en ese sueño”.
De hecho, para los expertos en el deporte de las bielas, Santiago no está lejos de lograrlo. Su carrera va en ascenso, a tal punto que escaló 73 puestos en el ranking UCI y pasó de la casilla 122 a la 49. De los escarabajos, solo lo supera Sergio Higuita, en el puesto 21. “Si me ponía feliz estando entre los 500, imaginen lo que siento estando en el top 50”.
Sin Egan Bernal en su mejor forma y Nairo Quintana sin equipo, Santiago se convierte en uno de los escarabajos favoritos para lucir en el Giro de Italia 2023. “Agradezco a la gente que me ve de la talla de grandes referentes del ciclismo, pero yo no lo siento así. No quiero llevar esa presión encima”.
El Buitre, como le dicen en el pelotón, quiere disfrutar de su carrera de la misma manera que lo hacía cuando ingresó a la Fundación Esteban Chaves, cuando compartió carreras con ese colega bogotano que creyó en su talento, o cuando conoció y compartió equipo con el ídolo que tenía en un póster detrás de la puerta de su cuarto en Bogotá, Mark Cavendish.
“Hicimos carreras juntos y una gran amistad. Lo respeto igual que cuando lo veía por televisión, él fue el primero en calmarme y darme consejos en momentos de errores y estuvo cuando gané la etapa del Giro”.
Fue precisamente ese triunfo en la pasada edición de la Corsa Rosa la que partió la historia de su vida en dos y le dio licencia para ejercer un rol más libre dentro de su escuadra. “Llego con mucha ambición al Giro, aunque no me quiero ver como el líder del equipo”.
Santiago, que vive en Andorra, también recuerda que ha sentido el rigor de la xenofobia por ser suramericano. Sin embargo, eso no le impide hablar con orgullo de su país, al que sueña representar en un mundial o en unos olímpicos. Su vida está llena de memorias y su misión es volverse un escarabajo memorable.