TARJETA AMARILLA AL ARBITRO

El fútbol colombiano hace crisis; rondan rumores de sobornos y los equipos se subastan.

23 de agosto de 1982

"En Colombia se compran árbitros y partidos", dijo Gilberto Aristizábal, único árbitro colombiano que ha participado en varios mundiales, una semana antes de viajar a España.
En Bilbao, pitó impecablemente el partido Inglaterra-Kuwait, y fue el juez de línea en múltiples ocasiones.
Ahora, en su calidad de mejor árbitro del país --tácitamente otorgada por los aficionados-- está a punto de ser sancionado por un año, a causa de esa declaración.
El "Mecato" Aristizábal, tal como se llama en los medios deportivos a este caldense serio y reservado, deberá comparecer ante el Tribunal Disciplinario de la Dimayor, para justificar su frase. Si no la puede probar, recibirá la suspensión. Pero si la prueba, desatará un memorable escándalo.
De otro lado el médico Gabriel Ochoa, director técnico del equipo América de Cali, parece también estar dispuesto a hablar. Ochoa se ha distinguido a lo largo de su carrera deportiva por su carácter franco e imprevisible. Ya en años pasados el tema de los sobornos pasó fugazmente por los periódicos, pero sin provocar mayor reacción.
Y como si el caso Aristizábal fuera poco, ahora parece que los árbitros nacionales necesitan profesor extranjero. Los directivos del fútbol nacional acaban de contratar, sin embargo, al árbitro argentino Oreste de la Casa, quien en principio vendría a participar en el campeonato pero también a servir como asesor para los jueces colombianos. Dentro de la Dimayor y entre los clubes hay diversas opiniones: se cree que la intervención de De la Casa es innecesaria, pero también se ataca el desempeño de Aristizábal en el Mundial.
Todos estos problemas trascienden al público y repercuten en los promedios de asistencia a los estadios, que rondan los 10 mil aficionados por partido, cifra muy baja frente a las de otros años y frente a la capacidad de las tribunas.
Dos problemas más se perciben a simple vista en el fútbol colombiano: la participación de extranjeros y la crisis financiera.
El primero de ellos es motivo de una discusión eterna. El acuerdo 003 de Coldeportes, debatido a principios del año, reglamenta la participación de jugadores extranjeros por medio de un curioso sistema: al final de cada fase del campeonato, cada equipo debe mostrar "en promedio" una participación de ocho colombianos. Es decir, que unas veces jugarán sólo dos extranjeros y otras jugarán cinco. Un error en esa complicada aritmética le puede costar a un técnico que le impugnen los partidos, o que lo sancionen. Sin contar con el lucro cesante que representa tener jugadores caros detenidos en la banca. Ante las múltiples e indecisas discusiones, que no han resuelto nada, los equipos están alineando --y contratando-- cuatro extranjeros. Es decir, otra vez como al principio.
GOLES Y DEFICIT
Pasada la fiebre del mundial, los aficionados colombianos no tienen más remedio que volverse hacia el fútbol nacional. Y se encuentran con que los catorce equipos tienen que hacer malabares con boletas y fechas para evitar la quiebra.
El Atlético Nacional está en venta. Su valor es discutible. Algunos dicen que 240 millones, otros que 260. El caso es que se encuentra en juego la supervivencia del equipo campeón colombiano.
El Deportes Tolima, comprado en 1981 con "dineros negros", se encuentra en subasta, después de una campaña fulgurante que lo llevó al subcampeonato y a la Copa Libertadores, jugada anualmente por los mejores equipos de América Latina.
El equipo América de Cali ganó el llamado campeonato Apertura. Con ello gana también el derecho a entrar en el octagonal final, sea cual fuere la posición que ocupe en el segundo campeonato. La explicación de este galimatías está en la complicada forma como se juega el torneo colombiano.
Hay dos vueltas de "todos contra todos", que copan casi once meses, sacan dos ganadores y no definen nada. Finalmente, los ocho mejores equipos (hay catorce) juegan un torneo relámpago de donde sale el campeón del año. Esto representa un promedio de casi setenta partidos al año para cada equipo, es decir, uno cada tres días. Los jugadores se desgastan, disminuyen su rendimiento y el público pierde interés.
Millonarios, que estuvo prácticamente en bancarrota durante el primer semestre del año, encontró financiación, y trajo una nómina completa de extranjeros, encabezados por el legendario Pastoriza, que asume la dirección técnica.
El Santa Fe, que ha visto mejores épocas, tuvo un desempeño regular durante los primeros meses. La salida de Guillermo Cortés permitió reestructurar su organización, pero el equipo enfrenta problemas tales como la visa de residente de su técnico, Vilic Symo que trabaja desde las tribunas y no figura legalmente.
Nuevos vientos corren por los estadios. Los equipos, que son sus arrendatarios, no pueden ya dejar escapar un sólo peso. Se acabaron los pases de cortesía, y la entrada de la prensa está siendo controlada rigurosamente, mediante carnets especiales.
La primera fecha del campeonato se jugó el sábado 24, por la noche, en lugar del domingo, como es tradicional.
Una reunión urgente de la Dimayor determinó adelantar la fecha, por cuanto la caminata de solidaridad por Colombia, efectuada masivamente a nivel nacional, afectaría la asistencia a los estadios. La medida dio resultado como se ha visto, y a pesar de todo, el campeonato que llevará a dos equipos colombianos a la próxima Copa Libertadores, ha empezado.