Comportamiento
Días más largos
La vida agitada y la tecnología están manteniendo a la gente más despierta que antes. Las consecuencias de dormir menos de ocho horas son funestas para la salud.
Gloria tiene una agenda apretada. Además de reuniones de trabajo en la mañana y en la tarde, debe preparar clase para el día siguiente, hablar con sus hijos sobre los planes de las próximas vacaciones y chatear con su hermana que vive en Londres. También debe pagar los servicios de luz y teléfono. A las diez de la noche no quiere perderse su telenovela preferida y, en algún momento, necesita tener la calma suficiente para escribirle un mensaje a una vieja amiga que apareció por Facebook. ¿A qué horas va a hacerlo todo? Por la noche, aunque eso signifique dormir menos.
Esta es la historia de cientos de colombianos que a diario echan mano de sus horas de sueño para vivir más y abarcar más de lo que pueden en su tiempo de vigilia. "Tienen buena salud, pero sienten un deseo consciente de dormir menos porque el sueño se ve como una pérdida de tiempo", señala Franklin Escobar, profesor de la Universidad Nacional y experto en el tema. El mundo ya había perdido un par de horas de sueño con la invención de la luz eléctrica. A comienzos del siglo XX, la gente dormía en promedio diez horas, pero para 1970 esa cifra disminuyó a siete. Hoy los sondeos señalan que la mayoría duerme un poco más de seis horas. Además de las razones de siempre, como la edad, el estrés o una enfermedad, entre las nuevas causas del insomnio están la vida agitada, las múltiples opciones que ofrecen las ciudades abiertas las 24 horas y la tecnología. Muchos insomnes se adaptan a dormir poco, pero en otras situaciones, alargar la vigilia es la única opción en ciudades como Bogotá, que no ofrecen a sus habitantes calidad de vida. "Muchos llegan a sus casas a las once de la noche luego de pasar dos o tres horas en un bus, y se despiertan a las cinco para poder llegar puntuales al trabajo", dice Marco A. Venegas, experto de la Clínica Palermo.
Y el panorama hacia el futuro no es alentador, porque cada vez hay más distracciones.
Un estudio hecho por la National Sleep Foundation encontró que el 95 por ciento de los encuestados -personas entre 13 y 64 años- admitió que usa algún tipo de aparato electrónico como el computador, la televisión, videojuegos o el teléfono celular varias noches a la semana y durante una hora antes de ir a la cama. Los jóvenes son los más afectados, pues uno de cada diez en el rango de 13 a 18 años declara que el celular, los correos y los mensajes de texto lo despiertan casi todas las noches después de haberse quedado dormido. "Se están acostumbrando desde pequeños a hábitos malsanos, como salir para las fiestas a las once de la noche, hacer poco ejercicio y no ponerles límites a los aparatos digitales", dice Escobar.
Además del ruido, estos aparatos mantienen despierta a la gente por su luminosidad, que, según Venegas, inhibe la melatonina, la hormona que regula los ciclos de vigilia y sueño. Así mismo, generan un mayor estímulo que excita el sistema nervioso, por lo cual la gente no siente la necesidad de ir a dormir.
Muchos acortan el sueño sin saber que este es vital para recuperarse de un día agotador.
Un estudio en 2003, el más grande y mejor diseñado que se haya hecho en Estados Unidos, analizó el efecto de la privación del sueño en el cerebro. El estudio clasificó a los participantes en tres grupos, los que dormían ocho horas, los que lo hacían durante seis y los que apenas pegaban el ojo durante cuatro. Al otro día, y durante dos semanas, les hicieron exámenes para verificar su capacidad de atención. Las personas que habían dormido entre cuatro y seis horas se rajaron, como era de esperarse. Pero lo sorprendente fue que los individuos en el grupo de los que dormían solo seis horas, que son una buena parte de la población, erraban en las pruebas consistentemente y, al sexto día, el 25 por ciento de ellos se durmió frente al computador. Al cabo de dos semanas, estos estaban tan impedidos para funcionar como aquellos que habían estado privados por 24 horas de sueño continuo.
Más preocupante aún es que dormir siete horas, el promedio de la mayoría de colombianos, tampoco asegura una buena respuesta cognitiva. Gregory Belanski, del Walter Reed Army Institute of Research, encontró que la gente que duerme siete horas demora más en responder a las pruebas que quienes duermen ocho horas. "Usted no lo nota enseguida, sino cinco días y hasta una semana después. A menos que haga trabajo que no requiere de mucha cabeza, lo que la gente hace es cambiar tiempo despierto por menor capacidad de desempeño", dijo al diario The New York Times David van Donges, investigador de este tema. Hay que aclarar que hay personas que solo necesitan cinco horas de sueño, pero estos representan solo el cinco por ciento de la población. De ahí a creer que todos pueden acostumbrar el organismo a ese ritmo, dicen los expertos, es soñar despiertos.
Además de la pérdida de concentración, la memoria de corto plazo y la productividad se afectan con menos de siete horas de sueño. Según Dávila, quien no duerme bien tiene una apariencia de haber envejecido y se siente más irritable. De hecho, un estudio reciente llamó la atención de la comunidad médica porque encontró que los niños que tienen comportamientos agresivos y propician el matoneo en el colegio tienen algún tipo de privación de sueño. También hay evidencia de que dormir poco pone en riesgo a la gente de tener más accidentes de tránsito o en el trabajo y a cometer más errores en el colegio y la universidad.
El sistema inmunológico también se deprime, por lo que la gente que duerme poco podría sufrir con mayor frecuencia de infecciones y gripas. Dormir menos de seis horas también está relacionado con mayor riesgo de infarto y con muerte prematura. La semana pasada, un estudio hecho por investigadores de la Universidad de Pittsburg mostró que el mal dormir genera problemas en la pareja. "Después de una mala noche, las mujeres reportan mayor frustración e irritabilidad con sus esposos", señaló la autora del trabajo. Pasar en vela también está relacionado con obesidad, porque "los que se duermen tarde asaltan con más frecuencia la nevera a medianoche", señala Dávila. Aunque lo contrario, es decir, dormir más de nueve horas, también se ha relacionado con problemas cardiovasculares, los expertos creen que el exceso de sueño es más un síntoma de una enfermedad latente, como la depresión, que un factor de riesgo para otras condiciones.
Los estudios muestran que la gente que ha estado privada de sueño por más de quince días tiende a creer que esto no la afecta, lo cual indica que las personas son malas jueces de cuánto necesitan dormir. Pensar que dormir cinco horas es suficiente es engañarse a sí mismos. Creer que en el fin de semana se recupera el sueño perdido es una utopía. Estimularse a punta de tinto y otras bebidas solo da un alivio temporal. La solución no es fácil, porque para muchos es un estilo de vida impuesto por las circunstancias de donde se vive. Pero aun así, hay espacio para controlar ciertos factores. Por eso los expertos recomiendan hacer cambios drásticos en el comportamiento, lo cual ha demostrado ser tan eficaz como los medicamentos, pero sin los efectos secundarios de estos. Y tal vez, el primero de esos cambios podría ser tomar conciencia de que esta fase del día, como lo dice Venegas, "es sagrada y no puede seguir siendo el botín de tiempo que uno puede asaltar para hacer otras cosas".