ECONOMÍA
¿Por qué no mejora el bienestar de los colombianos?
El académico Luis García Echeverría analiza las dinámicas de la economía mundial y nacional, para determinar las causas de la falta de bienestar y enorme desigualdad entre los colombianos.
En los últimos 60 años, Colombia no ha logrado avanzar en términos de equidad y distribución del ingreso como si lo han hecho Costa Rica, Chile o Panamá, lo que afecta el bienestar de los ciudadanos. Esta afirmación es del economista Luis García Echeverría, quien la desarrolla en su libro La economía colombiana y la economía mundial, 1950-2017.
El doctor en economía de la Universidad de Brown y profesor de la Universidad Javeriana, compiló información estadística del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el Banco de la República, con el fin de presentar el primer análisis de crecimiento económico y bienestar de Colombia.
García Echeverría divide su libro en tres partes, primero analiza a la Colombia anterior a la apertura económica entre 1950 y 1990. Luego, ahonda en los efectos de dicha apertura desde el gobierno de César Gaviria hasta 2017. Todo a partir de una identificación de varios hitos, como la llamada ‘era del café’ durante la década del cincuenta, el Sistema de Valor Constante -famoso durante el gobierno de Misael Pastrana-, el fenómeno del narcotráfico, la crisis global de finales del siglo XX y la denominada ‘era del petróleo’.
La tercera parte versa sobre el bienestar de los colombianos y las causas del subdesarrollo. Bienestar entendido en términos económicos, como la capacidad de consumo que tiene una sociedad y que les brinda facultad adquisitiva a los ciudadanos. Es decir, capacidad para satisfacer necesidades. Por lo anterior, el concepto de bienestar está ligado a los ingresos y el empleo de una economía.
“Cuando yo digo que a Colombia no le fue tan bien como a Chile, Costa Rica o Panamá, eso quiere decir que esos países aumentaron sus niveles de consumo de bienes privados y públicos”, afirma García Echeverría. A su vez, para hablar de bienestar hay dos factores determinantes que son el ingreso per cápita -la capacidad de la economía de producir de acuerdo con su población- y la distribución de ese ingreso entre las personas. “El PIB puede crecer muy bien pero darle bienestar a unos pocos. El resultado de esa sociedad es muy distinto a la de un país que con el mismo índice de crecimiento sí logra distribuir los ingresos”.
La novedad del estudio es el paralelo que hace el autor entre la historia económica mundial y la de Colombia, para comprender cómo se ha moldeado nuestro desarrollo. El economista usa como ejemplo a países asiáticos como China, Singapur y Corea, y países latinoamericanos como Chile, Costa Rica y Panamá, para llegar a la conclusión de que a Colombia le fue mal frente a la región y demás economías comparables.
Nos fue mal porque no hemos superado la barrera del subdesarrollo económico, ni tampoco hemos mejorado efectivamente las condiciones de vida de la mayoría de las personas para otorgarles bienestar. En gran medida, se atribuye esta situación a la violencia, a los efectos del conflicto agrario, las guerrillas, los paramilitares, el narcotráfico y, en general, al crimen organizado. Para el experto, “una sociedad violenta tiene unos costos muy altos y es una economía ineficiente”.
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En esta medida, el gran reto para el país es lograr no sólo crecimiento económico, sino distribución de la riqueza. “Colombia no solamente creció mediocremente, sino que además no se repartió bien los ingresos”. Esto entendiendo que, en los últimos 25 años se ha ubicado entre los cinco países con índices de desigualdad más altos del mundo.
García Echeverría considera que el mayor reto para la economía nacional es la creación de empleos de calidad. “Colombia tiene una de las tasas de desempleo más altas del mundo, independientemente de la coyuntura, el problema es que desde 1976 hasta hoy el promedio de la tasa de desempleo es de más de 10%”, lo que quiere decir que más de 2 millones de personas se han mantenido en el desempleo durante las últimas cuatro décadas.
Dicho reto solo se logrará enfrentar con mejores niveles de educación y desarrollo tecnológico. “La formalización del empleo es un acto administrativo, no reemplaza la educación, pues formalizando los empleos no mejoramos la productividad que solo se alcanza calificando a las personas”, afirma el experto. La apuesta económica más significativa que puede llegar a hacer el país en búsqueda del desarrollo económico y bienestar de los ciudadanos es la educación.