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Administrar el desequilibrio: uno de los retos de los líderes en la actualidad

Durante los peores días de la Batalla de Inglaterra, en la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill jamás salió de Downing Street para decir: “No sé qué hacer” o “Estoy perdido”. Salía con una dirección y un propósito, aunque tuviera que fingirlos.

1 de marzo de 2021
Si usted piensa que es un líder, pero no ha sido reconocido como tal, tiene un problema.

Y es que, más que una ciencia, el liderazgo es una especie de arte de la adaptación y la experimentación continua, un juego en el que no hay ganadores ni perdedores, en el que las reglas del partido son dinámicas y el objetivo es permanecer en él tanto como sea posible.

De hecho, según un análisis publicado el año pasado por Harvard Business Review, las antiguas habilidades y certezas que les permitieron a la mayoría de los ejecutivos alcanzar sus posiciones de mando pueden obstaculizar el éxito y tal vez llegó el momento de replantearlas.

En tiempos de incertidumbre y exigencias, la nueva normalidad será muy diferente y el mundo requerirá un nuevo estilo de liderazgo centrado en lo colectivo, capaz de adaptarse a un entorno de urgencia, grandes riesgos e incertidumbre, incluso después de que termine la actual recesión económica.

Un verdadero líder debe tener la habilidad de conocer y entender qué pasa en el cerebro propio. Foto. Corbis. | Foto: Corbis.

Pero conseguir que una organización se adapte a los cambios que plantea la nueva normalidad, no es fácil. Por ello, los responsables de las organizaciones tendrán que enfrentarse a nuevos retos, entre los cuales se cuentan los siguientes:

Fomentar la adaptación, ayudando a las personas a desarrollar las “próximas prácticas” que permitirán a la organización prosperar en un mundo nuevo, incluso mientras continúan con las mejores prácticas necesarias para el éxito actual.

Cuando llegó la pandemia, las empresas tuvieron que adaptarse rápidamente, tanto si les gustaba el cambio como si no. Las decisiones que requerirían varias reuniones se tomaron rápidamente y la incertidumbre generalizada significó que todos los miembros de la organización tuvieron que cambiar las prioridades.

Las empresas que han salido adelante durante la pandemia son las que han logrado rápidamente aceptar la nueva normalidad y se han adaptado. Pero los verdaderos ganadores después de la pandemia serán las que continúen fomentando una cultura del cambio, la adaptación y la innovación.

Generar liderazgos, brindando a las personas de todos los niveles de la organización la oportunidad de liderar experimentos que las ayudarán a adaptarse a los tiempos cambiantes. El liderazgo hoy se parece más a un guía espiritual que fomenta la cultura corporativa y empodera al equipo que a un jefe con autoridad. Por ello, los expertos en políticas públicas sostienen que el liderazgo cada vez se trata de acumular menos poder y autoridad y repartirlo entre todo el equipo.

El líder reconoce cuáles son los empleados que le ayudarán a cumplir con los objetivos de la empresa.

Después de una rápida transición al trabajo remoto, muchas empresas priorizaron las conexiones virtuales al encontrar nuevas formas de enfocarse en la cultura de la empresa. La importancia de las conexiones y la cultura debe permanecer cuando los empleados se reúnan en persona nuevamente.

Curiosamente, las empresas crearon conexiones y cultivaron la cultura organizacional mejor en cuarentena. La razón es que dichos aspectos de la cultura son fáciles de dar por sentados en persona, mientras que es necesario reforzarlos activamente en un mundo donde prevalece la virtualidad.

Administrar el desequilibrio, mantener a las personas retadas constantemente para inducir el cambio y que no caigan en una zona de confort, pero no tanto para que dejen de luchar, huyan o se paralicen.

Sin urgencia, el cambio en las organizaciones se vuelve mucho menos probable. El arte del liderazgo en el mundo de hoy implica orquestar el inevitable conflicto, caos y confusión del cambio para que la perturbación sea productiva en lugar de destructiva.

Mantener una organización en una zona productiva de desequilibrio es una tarea desafiante. Si los retos, por ejemplo, son demasiado bajos, la gente no sentirá la necesidad de hacer preguntas incómodas o tomar decisiones difíciles. Si es demasiado alto, la organización corre el riesgo de colapsar y el equipo de entrar en pánico.

Fomentar la transparencia. El cambio rápido exige una comunicación clara y transparencia. Al ser honesto con su equipo, puede generar confianza y seguridad, y lograr mejores resultados ante cambios inesperados. Este nivel de comunicación mejora el ánimo individual y también la motivación y la productividad de todo el grupo.

Fomente también la transparencia de sus empleados y pídales que sean directos al discutir sus necesidades. ¿Cómo puede su empresa apoyarlos cuando tienen problemas? ¿Qué necesitan para trabajar de forma más eficaz en casa? ¿Cómo se sienten sobre la forma en que el liderazgo está administrando los procesos?

Por:

José Mutis O. Country Manager para Colombia y Ecuador de SAS

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