Crecimiento
Alarma: soplan vientos de recesión en Colombia. La economía en el Gobierno Petro va en picada y estas son las razones
La contracción del PIB de -0,3 por ciento en el tercer trimestre es el dato más malo desde 1999, sin contar la crisis de pandemia. Los motores del crecimiento están apagados.
La sorpresa fue total. Ni el más pesimista preveía que en el tercer trimestre de 2023 la economía cerraría en negativo.
La cifra del -0,3 por ciento quedó lejos de las expectativas del mercado que se movían en un rango de crecimiento de entre 0,1 y 0,7 por ciento. Es el dato más malo en lo que va de este siglo, sin contar la profunda crisis de la pandemia. Con esa salvedad, para encontrar un número similar, hay que remontarse al siglo pasado entre 1998 y 1999, cuando fue de -0,8 y -2,9 por ciento, respectivamente.
Pero, más allá de la cifra, preocupa la tendencia que abre la puerta a una eventual recesión técnica, es decir, dos trimestres consecutivos con crecimientos negativos: en el primer trimestre el PIB avanzó 3 por ciento, pero después vino la destorcida: 0,4 por ciento en el segundo trimestre y -0,3 por ciento en el tercero.
En lo que va del año, el crecimiento es de un modesto 1 por ciento. La expectativa del Gobierno de cerrar 2023 con un crecimiento cercano al 1,8 por ciento casi que se desvaneció. El cálculo del Banco de la República para el año es de 0,9 por ciento, por debajo de muchos analistas. El aterrizaje suave de la economía se está convirtiendo en un fuerte ‘barrigazo’, con las señales de alarma encendidas, pero con los motores de la economía apagados.
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Como explica el exministro José Manuel Restrepo, por sectores, los datos de construcción, industria y comercio “no solo son malos, sino con tendencia a agravarse. Por ejemplo, en industria, de 0,9 por ciento en el primer trimestre pasó a -6,2 en el tercero, y en construcción, de -3,3 a -8 por ciento. Estos datos, más temprano que tarde, pueden afectar el empleo y los ingresos de los ciudadanos”, dice.
Sin embargo, en lo que todos coinciden es en la profunda crisis de la inversión, que viene en caída libre: “-8,9 por ciento en el primer trimestre, -24,6 en el segundo y -33,5 en el tercer trimestre. Si no hay más inversión y las exportaciones no crecen, será difícil tener un motor de crecimiento viable”, agrega Restrepo.
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, dice que es atípico que Colombia muestre contracción en su actividad económica. “Lo que más preocupa es el comportamiento de la inversión, pública y privada. Ya veníamos mal, una contracción del 7,7 por ciento de la formación bruta de capital fijo, y este tercer trimestre una caída del 11 por ciento”, asegura.
José Ignacio López, director de estudios económicos de Corficolombiana y designado nuevo presidente de Anif, hizo un cálculo: si se hubiera mantenido una inversión plana, igual a la que tenía en 2019, y no hubiera crecido, el dato de crecimiento del tercer trimestre hubiera sido de 6,5 por ciento y no de -0,3 por ciento.
Para Bruce Mac Master, presidente de la Andi, algunos factores que explican la cifra del tercer trimestre son la disminución de la demanda, las altas tasas de interés y los elevados costos de producción, todo esto atravesado por la inflación. Otras causas se basan en el deterioro del clima para la inversión y los negocios.
“Este escenario complejo, no solo de desaceleración, sino ya de decrecimiento, debe poner sobre la mesa, una vez más, la necesidad de que el país tome la decisión de crear e impulsar una estrategia de crecimiento económico potente y concreta, que reúna a todos los sectores productivos, responda a la realidad y a las necesidades del país y que se proyecte en el corto, mediano y largo plazo”, señala.
Además de la inflación, las tasas de interés, la volatilidad del dólar y la incertidumbre global, en el comportamiento de la economía también están pesando otros factores locales como el impacto de las reformas tributarias.
En esto coinciden los exministros Juan Camilo Restrepo y Rudolf Hommes y analistas como Mejía, de Fedesarrollo, y López, de Corficolombiana. “Parte de lo que está pasando tiene que ver con eso. Pero no solo la reforma de 2022. Recordemos que la reforma de 2021 subió la tarifa de renta del 30 al 35 por ciento.
Colombia hoy tiene la tarifa de renta más alta de América Latina junto con Argentina. Estamos aumentando la presión tributaria de la economía y ese mayor costo de uso del capital, pues naturalmente es un desincentivo de la inversión”, dice Mejía. Otro factor son las reformas que cursan en el Congreso. Para el exministro José Manuel Restrepo, los mensajes del Gobierno en ese frente están generando incertidumbre. Por un lado, porque, a su juicio, dichas reformas son, en términos generales, contraproducentes para el sector privado. “Incluso con algunos signos de estatización implícitos o tácitos.
Por el otro, hay mensajes pequeños que generan impactos grandes. Por ejemplo, en su momento, el de subir los peajes, el cual afectó la inversión de APP. Los mensajes que se han dado en temas de energía, en servicios públicos, en transición energética, al no firmar nuevos contratos de exploración de gas y petróleo, también genera impacto sobre los inversionistas, al igual que los cambios en la mecánica de asignación de subsidios en vivienda”, puntualiza.
Además, hechos como que no se hayan concretado nuevas concesiones de infraestructura en los últimos meses, o datos dramáticos como los más de 30.000 hogares que han desistido de la compra de vivienda, son ejemplos de las actuales fallas de articulación entre lo público y lo privado. A esto se suma que la prima de riesgo del país aumentó, dice López, de Corficolombiana.
Son múltiples las causas que están generando incertidumbre regulatoria y jurídica, así como un clima enrarecido en la construcción de confianza. Ante esta caída de la inversión, el presidente Gustavo Petro dijo que es necesario aumentar la inversión pública.
“El punto es una crisis de confianza, más que de pretender que inflando el gasto público se va a reanimar un sector privado al cual el Gobierno” le ha dado todo tipo de mensajes negativos, señala el exministro Juan Camilo Restrepo. Y agrega: “La economía colombiana está conformada por dos grupos. Uno con el sector privado, que representa el 80 por ciento de la economía. Y otro con el sector público, que responde por el 20 por ciento restante. Entonces, antes de ponerse a inflar más el sector que representa el 20 por ciento, ¿por qué no estimula, anima y apoya al sector privado?”.
Hasta hace unos meses no había expectativas de llegar a terrenos negativos. Sin embargo, con el dato del tercer trimestre se abrió la puerta para una posible recesión técnica, si el próximo trimestre de nuevo termina en rojo.
El exministro José Antonio Ocampo considera que el país está en un estancamiento, más que en una posible recesión. Por su parte, José Manuel Restrepo agrega: “No lo veía hasta este momento, pero me preocupa que los sectores claves para la reactivación de la economía –como construcción, industria y comercio– no están siendo atendidos”. Aunque Hommes no se atrevió a anticipar si llegaría una recesión, sí advirtió que no ve que se esté haciendo nada todavía para remediar la situación. “Sí va a depender mucho de lo que haga el Gobierno”, añade.
En ese sentido, otro factor que estaría impactando el crecimiento es la menor ejecución del Gobierno, y aunque algunos analistas aseguran que este indicador está en el mismo nivel de administraciones anteriores con igual tiempo en el cargo, otros piensan que el enredo no está en la falta de plata, sino en la “incapacidad del Ejecutivo de diseñar políticas públicas que se puedan implementar en tiempos razonables y que en realidad tengan un efecto contracíclico”.
Mejía, de Fedesarrollo, hace una reflexión final: “Un elemento clave de las políticas monetaria y fiscal es evitar crecimientos muy altos y que luego sean muy bajos. Suavizar el ciclo económico es fundamental para, entre otras razones, evitar presiones a la inflación. Creo que parte de lo que está pasando es que cuando se tiene un crecimiento del -0,3 por ciento se está comparando con un año que fue extraordinariamente positivo, pero que era insostenible. Aquí faltó, creo, un poco más de cancha desde el punto de vista de la política monetaria y de la fiscal para evitar que la economía se desbordara y que tuviéramos esta especie de guayabo económico, que es lo que estamos viendo en 2023”, señala. Un debate que queda abierto.